Capítulo XVIII

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 —Sí, lo sé, pero si mis cosas permanecen allí por más tiempo, terminaré pagando un mes más de renta.

— ¿Y qué son quinientos dólares al día de hoy? —dejo caer las perchas de ropa nueva al suelo para llevar mis manos hasta mis sienes. Está ayudándome a acomodar una innecesaria cantidad de ropa nueva para mí en su armario.

—Haré de cuenta que no dijiste eso Troy, no podrás tenernos aquí para siempre, digo, al menos déjame traer algunas de mis cosas —recojo las perchas y corro sus camisas a un lado para colgar mi ropa nueva y extremadamente cara.

—Vives aquí hace casi una semana ¿Te ha faltado algo?

—No, no me ha faltado nada pero todo lo que está en el departamento sigue siendo mío y de Michael.

— ¿Qué hay de toda la ropa que Salvatore trajo para ti?

—Son hermosas, pero una falda lápiz y una blusa de seda para limpiar pisos —hago una mueca —vamos, Troy.

—Pero se ven hermosos en ti, y me deleito viéndote en mi oficina vestida así.

—Pero no soy yo, extraño mis jeans, mis pantalones.

—Debo admitir que también extraño la forma en la que te quedan esos jeans, tu irresistible y tentador culo, bien marcado.

Comienzo a reír —Troy, detente.

— ¿Qué tanto quieres traer?

—Las ropas de Michael, sus fotografías, su ropa, sus juguetes.

—Haré que Hunter las pase a buscar.

Niego con la cabeza y me cruzo de brazos —No puedo permitir eso.

— ¿Por qué no?

—No puedo permitir que un desconocido intente entrar a mi departamento, no otra vez.

—Podemos confiar en Hunter—dice saliendo del armario. Toma asiento en el borde de la cama. Sigo sus pasos.

—Lo sé, pero...—me siento sobre una pierna, a su lado —me gustaría dar un último vistazo, en ese lugar creció Michael —agrego en voz baja.

Troy sonríe y se inclina para besarme brevemente —Está bien iremos, pero mañana por la tarde ¿Está bien? Aprovecharemos que Michael irá al cine con María y nosotros —entrelaza sus dedos con los míos —Nos quedaremos a descansar, y tal vez, tal vez, repitamos lo del estudio.

—Tal vez —río por lo bajo y lo beso.

— ¿Mamá? —Michael entra a la habitación, frotándose los ojitos.

Suelto a Troy para ir junto a Michael — ¿Qué pasa boo?

—No puedo dormir.

—Oh, boo-boo ¿quieres que vaya junto a ti hasta quedarte dormido? —lo tomo entre mis brazos y me siento en la cama.

— ¿O prefieres que vaya a leerte un cuento? —pregunta Troy.

—Quiero escuchar un cuento —responde a la vez que acomoda su cabecita en mi hombro.

Parpadeo en sorpresa.

—Está bien, en ese caso —me pongo de pie apenas, Michael está creciendo y está más grande que nunca —Yo te llevaré a la cama y Troy nos alcanzará ¿Suena bien? —Acaricio su cabecita con una mano y me apuro al dejarlo sobre la cama de su nueva habitación, Troy se encargó de remodelarla para él, ahora tiene un hermoso papel tapiz de una selva, con monos colgando de árboles, jirafas, leones y aquél mono de felpa que Troy ganó en Coney Island para Michael adorna una de las esquinas.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora