Capítulo XIII

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Extiendo mi brazo hacia el otro lado de la cama.

Abro mis ojos. No reconozco el lugar a primeras y me recuesto sobre mis codos, estoy en la habitación de Troy. Él no está, todavía está oscuro. Me levantaría a buscarlo pero el cansancio que siento en el cuerpo es demasiado.

Mis párpados pesan sobre mis ojos y caigo rendida en un profundo sueño.

Siento una leve presión sobre mis labios.

Ahora como de un mordisco estira mi labio inferior.

—Hmmm...

Levanto mis manos buscando de dónde agarrar, doy justo con su cuello y llevo mis manos detrás de él. Gimo cuando su lengua traviesa se hace espacio dentro de mi boca.

—Buenos días —me saluda y abro mis ojos.

La claridad de la habitación me obliga a frotar mis ojos.

—Buenos días... —suspiro — ¿Dónde estabas? —me siento en la cama y tomo la sábana para taparme los pechos.

¿Cuánto tiempo dormí?

—Fui al gimnasio y preparé el desayuno —Eso explica su cabello mojado.

— ¿Tienes hambre?—pregunta.

—Sí, mucha.

Levanta una ceja. Oh, Señor Hayes.

—Desayuno, por favor.

Suelta una carcajada —Iré a terminar el desayuno, de paso haré unas llamadas, por aquella puerta puedes ir al baño. Hunter buscó tus cosas del hotel, están en la caja del vestido al lado del lavamanos, luego te llevaré a casa ¿Está bien?

—Perfecto.

—Te veo después —Me besa una vez más y se aparta, me besa otra vez, varias veces. Reímos entre besos —Ve. A. Hacer. Tus. Llamadas —me besa una última vez.

—No puedo resistirme a sus labios, Señorita Ray.

Siento como me sonrojo e intento ocultar mi timidez bajo las sábanas.

Mientras sale de la habitación no despego la mirada de su trasero firme cubierto por aquellos pantalones de chándal grises.

Abandono la cama de puntillas y con ayuda de la luz puedo dimensionar mejor este lugar, es mucho más grande de lo que percibí en un primer momento. Me dirijo hasta una puerta de madera oscura que está hacia una de las paredes de la habitación, la empujo con todas mis fuerzas y ¡Mierda! Entro a su vestidor que fácilmente tiene cuatro veces el tamaño de mi departamento. Sus trajes están colgados y organizados por colores, desde los tonos grises más claros, tostados, café, grises más oscuros, azules, negro, estampados, así también sus camisas, sus calzados, sus corbatas, todo en orden ¡Hasta su ropa está perfectamente ordenada! ¡Su mal-di-ta ro-pa! Visualizo a un costado la entrada a la ducha, me asusto al percatarme de mi desnudez reflejada en el espejo frente al lavamanos de mármol blanco. Corro la mampara de la ducha y abro la llave. El agua cae a borbotones, es una sensación tan reconfortante.

Tomo una botella del gel de ducha, al abrirlo percibo su aroma. Dejo caer una cantidad generosa en mis manos y limpio cada rincón de mi cuerpo. Extiendo mis brazos, los limpio esbozando una sonrisita al reconocer su olor y al imitar el recorrido que hicieron anoche las grandes e inquietas manos de Troy.

Al terminar de ducharme, tomo una toalla de un estante donde están enrolladas varias toallas de color blanco, me envuelvo con una y peino rápidamente mi cabello con mis dedos. Envuelvo mi cabellera mojada con una toalla más pequeña.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora