Capítulo XXIX

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Corro detrás de los paramédicos hasta la sala de urgencias. Una enfermera del hospital me detiene tomándome de los brazos —Señora, no puede ingresar.

— ¡Es mi hijo maldita sea!—respondo nerviosa.

— ¡Debe esperar aquí Señora!—dice con prepotencia.

— ¡No! ¡Debo ir con él!

—Señora si no se calma llamaré a seguridad —Da un vistazo a mi ropa que está manchada de sangre, de la sangre de un delincuente.

De un movimiento me libero del agarre de esta mujer y frustrada tomo asiento en la sala de espera, ruego al cielo que Michael se encuentre bien.

Pasaron diez minutos, no tengo novedades de Michael.

Algo anda mal.

Veinte minutos.

Treinta.

Camino a ambos lados del pasillo, ansiosa. Mis manos tiemblan. Necesito golpear algo. Las puertas del hospital se abren de par en par, Troy corre hacia mí a la vez que se quita la chaqueta para ponérmela y tapar algo de la sangre. Me abraza con fuerza — ¿Cómo está?

Niego con la cabeza y atajo mis lágrimas —No lo sé, no sé si está bien, ni siquiera sé si está... vivo —cubro mi rostro con ambas manos.

Solamente puedo pensar en lo peor.

Troy camina hacia la recepción del hospital para buscar algún tipo de novedad. Luego de casi una hora de espera finalmente el Doctor Chung hace su aparición:

— ¿Cómo está mi hijo?—siento como Troy me toma de los hombros desde atrás.

—Él está bien, la cantidad extrema de Valium que le administraron fue demasiada para su organismo, lo salvamos de caer en un coma. Tuvimos que practicarle un lavado de estómago de forma urgente —toma aire —Llegaron justo a tiempo, Señora.

—Puedo... ¿Puedo verlo?

—Síganme por favor —seguimos los pasos del médico. Nos detenemos frente a una de las habitaciones. Las persianas de la ventana se encuentran levantadas, una enfermera controla la actividad cardiaca y acomoda la mascarilla de oxígeno que cubre casi todo el rostro de Michael.

— ¿Por qué continúa con la...?—hago un gesto señalando la mascarilla.

—Su respiración se ha debilitado un poco, pero con el pasar de las horas irá cobrando fuerza. Se volverá estable y podrá respirar por su cuenta, Señora. Él estará bien en poco tiempo, es un luchador.

Me abalanzo hacia el doctor y envuelvo su cuello con un abrazo —Muchas gracias por salvar su vida —Me aparto —también la mía.

El Doctor Chung sonríe hacia nosotros tímidamente. Otra enfermera lo llama para atender otra urgencia y se disculpa, dejándonos a mí y a Troy en el pasillo del hospital.

— ¿Puedo entrar?—pregunto a la enfermera al cerrar la puerta.

—Seguro —vuelve a abrirla y me deja ingresar.

Tomo una bocanada de aire al ver a mi hijo en la cama, rodeado de esas máquinas con su pip, pip,pip constante y desesperante. Siento las lágrimas correr por mis mejillas.

Son lágrimas de felicidad.

Mi hijo está vivo y a salvo.

Mamá está aquí, bubu.

Me acerco a la cama para sentir sus piernitas bajo los cobertores.

Él está aquí.

Tomo su manita tratando de no mover la intravenosa. Me inclino para besar sus dedos y rozo mis labios por ellos. Aspiro.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora