Capítulo XVII

124 8 0
                                    


Pasé la primera noche viviendo en casa de mi pareja de la mejor manera posible. No puedo pedir más.

Me acomodo en la cama de manera a que pueda mirar el bello paisaje de toda la ciudad de Nueva York a mis pies... esto será lo que veré todas las mañanas de ahora en adelante. Estoy intrigada con este nuevo viaje que acabamos de empezar, debo admitir que también estoy algo asustada de haber dado este nuevo salto a ciegas, pero si es junto al hombre que amo, sé que Michael y yo estaremos seguros y bien.

Desvío la mirada hacia el otro lado de la cama para ver dormir al hombre que cambió mi vida.

Deseo despertarlo y hacerle el amor una y otra y otra vez...

Nunca me cansaré de él, de sus besos... nunca.

Extiendo mis brazos y siento como mis músculos se descomprimen.

Suspiro.

Salgo de la cama para observar mejor el bello amanecer naranja. Corro un poco las cortinas y la débil luz del sol se hace paso en la habitación. Sonrío al ver como el cuerpo de Troy se tiñe en un tenue dorado, luciendo como un ángel. Mi ángel.

De a poco abre sus ojos y sonríe débilmente.

—Te ves hermosa por la mañana.

Me sonrojo ante sus palabras, bajo la mirada a mis pies y no me había percatado de que tengo puestas solamente mis bragas.

Troy extiende sus brazos hacia mí —Ven aquí —ordena y a los pocos segundos ya me encuentro apoyada sobre su pecho y con mis piernas envolviendo las suyas.

— ¿Has dormido bien?

—Sí ¿y tú?

—Nunca he dormido tan bien con alguien a mi lado —besa la parte superior de mi cabeza.

Levanto la cabeza, dejo mi mentón sobre un pectoral y comienza a estirar suavemente mi cabello: — ¿Quieres desayunar?

—Quiero desayunarte

Reímos.

—Pedí a Dolores que prepare el desayuno para nosotros.

— ¿De verdad?

—Sí, le dije que vivirían conmigo y se ha puesto muy feliz, especialmente porque pasará más tiempo con Michael.

Sonrío.

—Es un niño muy especial.

—Él salvó mi vida... y luego tú me salvaste otra vez.

Se sienta en la cama para mirarme unos segundos, se inclina sobre mí y deja todo el peso de su cuerpo sobre el mío

—Tú me salvaste.

Paso mis manos por sus bíceps.

—Creo que ambos nos necesitábamos.

Se inclina y me da un casto beso.

Después del desayuno, Michael, Troy y yo vamos hasta su estudio, donde ellos comienzan a armar otros de los juegos de Lego y yo comienzo a leer Los Miserables hasta la hora de dormir.

Es lunes por la mañana, Troy se encuentra en la ducha y yo estoy metida en su armario buscando su ropa de trabajo, me arriesgo en elegir un traje de color crema, una camisa de color blanco con sutiles cuadros azul claro, una corbata del mismo color de los cuadros con un pañuelo a juego.

Al escuchar que apaga el grifo de la ducha, tomo asiento sobre la cama y observo en silencio sus movimientos dentro de la habitación, Troy deliciosamente envuelto en una toalla, con pequeñas gotas de agua que rozan su hermosa piel. Lo veo vestirse, lo estoy disfrutando y eso es todo mío.

Gracias Dios.

Lo sigo por la habitación, llenándome de su presencia y su aroma a sándalo. Nuestras miradas se encuentran en el espejo en dónde se encuentra de pie, a punto de armar un nudo para su corbata.

—¿Sabes cómo hacerlo? —pregunta.

—¿Qué cosa? —pregunto mientras lo abrazo por atrás.

—Un nudo de corbata.

—Nunca lo intenté.

Me toma de la cintura para dejarme frente al espejo, coloca la corbata alrededor de mi cuello: —Déjame mostrarte cómo hacerlo.

Acomoda la parte más fina de la corbata sobre el lado derecho, cuelga un poco sobre un pecho: —Esta parte debe ir ahí, a la derecha. Luego, pasas esta parte fina por debajo de la parte más gruesa, así —Troy manipula la corbata.

—Sujetas el lugar donde se cruzan y pasas la parte más gruesa por detrás, así.

Me muestra cómo hacerlo.

—Pasas la parte gruesa sobre tus dedos de la mano en la que estás sujetando la unión, lo llevas a este hueco, llevas la parte gruesa al espacio que haz formado con la corbata y tus dedos mientras sujetas la unión. Estiras y aprietas bien y voilá.

Siento el nudo de la corbata apretar un poco mi garganta. Troy deshace ese nudo para dejar la corbata suelta en mi mano.

—Ahora es tu turno.

Dudando, tomo la corbata, giro sobre mis pies y me paro de puntillas para poder cruzar la corbata alrededor de su cuello. Me encuentro muy cerca de sus labios e intento besarlos, Troy se esquiva y ríe.

—Te besaré cuando termines el nudo.

Frunzo mis labios para simular mi sonrisa.

—A la derecha... —digo al dejar la parte más fina de la corbata sobre su pectoral derecho, tal como lo hizo conmigo.

Repito los mismos movimientos que Troy cuando armaba el nudo y a los pocos segundos ya está listo. Termino de acomodar el cuello de su camisa y la solapa de su chaqueta.

Demonios, este hombre es elegante.

Se inclina para tomarme de la cintura y besarme. Llevo mis manos por detrás de su nuca.

—Se te hace tarde... —digo al separarnos.

—Hank pasará por ti para llevarte al trabajo.

Asiento y me besa una vez más.

—Te veré esta noche.

—Sí.

Troy sale de la habitación y ya quiero comenzar mi turno en Hayes Group, para volverlo a ver.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora