Capítulo XI

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—Gracias hijo —María baja del vehículo y Michael tras ella.

—No hay de que —Troy baja la mirada hacia mí. Toma de mi mano cuando intento desprender el cinturón de seguridad del asiento. Su calidez abruma mi piel —Quiero mostrarte algo.

Dejo caer mi cabeza en el respaldo del asiento — ¿Qué es? —pregunto con tono divertido.

Sonríe —Nada malo. —Me suelta, se baja y rodea el vehículo para ayudarme a bajar —María ¿Te importaría si llevas a Michael contigo? quiero hablar con Valerie un segundo.

—Seguro, hijo—toma de la mano a Michael, empuja la puerta y suben por las escaleras.

Me cruzo de brazos — ¿De qué quieres hablar?

—Cierra los ojos.

Sonrío — ¿Para qué?

—Tan sólo hazlo.

Cierro mis ojos, siento su mano sobre ellos y me deja en una total oscuridad —Camina, te guiaré.

—Un escalón más —subo la pierna derecha—con cuidado y llegamos—Troy mantiene mis ojos cerrados con sus manos.

—Creo que esto no es necesario Troy, sé dónde vivo—no puedo evitar reír.

—Pero esta vez sí lo es. Quiero que mantengas los ojos cerrados—siento como retira ambas manos de mi rostro. Toma mi mano y deja algo extremadamente liviano sobre ella —Ahora puedes abrirlos.

—Es una llave.

—Me sorprende su capacidad de percepción, Señorita Ray.

Pongo los ojos en blanco al percibir el sarcasmo en su comentario.

—Abre la puerta, como verás ya está puesta otra vez.

Hasta hace muy poco esta misma puerta estaba en el suelo gracias al maldito descontrol de Dylan. Luego de otra noche en casa de Troy finalmente estoy de vuelta en casa.

Llevo ambas manos a mi boca al ver lo que se encuentra del otro lado.

¿Es ésta mi casa?

Los manchones de humedad que acaparaban las paredes fueron reemplazados por un hermoso papel tapiz de color crema, los zócalos de las puertas del baño y la de entrada son de color blanco. El armario, los estantes, fueron acomodados de tal forma que parece un poco más grande, tengo un pequeño comedor conformado por una mesa cuadrada y dos hermosas sillas de metal blanco ¡Hasta una pequeña planta sobre el refrigerador que recuperé de la basura! ¿Y la cama? Me siento sobre ella, es nueva ¡Tengo cama nueva! Sonrío y no puedo evitar soltar unas pequeñas lágrimas de felicidad. No tengo palabras para describir lo que siento en este momento.

—Tal vez no sea demasiado pero, es lo que se pudo hacer en menos de un día, el señor Monroe nos autorizó a instalar algunas cámaras de seguridad en la entr... —me reincorporo de un salto para darle un suave y prolongado beso en la boca.

Él hizo todo esto por mí.

Lo suelto para luego hundirme en su pecho y apretujarlo con un abrazo.

Nunca antes alguien había demostrado algún tipo de interés, al menos no así.

—Gracias, por todo —susurro contra su pecho.

—Es un placer poder ayudarte.

—Desearía poder devolverte todos y cada uno de los favores, Troy.

Escucho como ríe —Encontraremos la forma.

—Puedo trabajar gratis, puedo limpiar tu casa, también puedo...

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora