Capítulo VI

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 Me toma de los cabellos de la nuca, los estira suavemente llevándome hasta su boca. Le respondo y yo lo siento como si fuera mi primera vez besando a un hombre. Su beso es apasionado. Su lengua se mueve contra la mía de forma primitiva y salvaje. Me muevo buscando su cadera para juntarla con la mía...

Oh... Troy.

Mis propios gemidos me despiertan.

¿Eso fue un sueño? Por Dios, no puedo creer que tuve un sueño con mi jefe. Toso y me aclaro la garganta para disipar mis pensamientos. Muevo la cabeza para ver si mi hijo sigue dormido.

Llevo mis manos temblorosas a mis sienes—: Oh por Dios— Aprieto mis dientes. Trabajas para él, Val.

Escucho un chillido, verifico que no es Michael.

—¿Crystal?—dice alguien del otro lado de la puerta—: ¿Crystal, estás aquí?

Agudizo mi oído para reconocer la voz del otro lado—: ¿Mandy?

—Ábreme, por favor —su voz suena entrecortada.

Abro la puerta y Amanda baja la mirada—: ¿Puedo pasar la noche aquí? —Lo primero que veo son unas manchas oscuras sobre la ceja, la tomo de los hombros obligándola a mirarme a los ojos y ¡Dios, tiene una herida sangrante en el labio inferior y hematomas en el rostro!

—¿Dónde has estado? No hemos sabido de ti en días

No responde.

—¿Quién te hizo esto? —La obligo a pasar, enciendo la luz y la tomo de las mejillas para examinar mejor su rostro.

—Papá —susurra. Sacudo la cabeza tratando de digerir sus palabras. Igualmente no es la primera vez que sucede, esto debe terminar aquí.

—¿Sabes por qué lo hizo?

—Bebió demasiado...

—¡Dios! ¿Quieres ir a la policía? Esto podría ser peor.

—Crystal, no por favor.

—¡Iremos!

Me cambio de ropa. Tomo a Michael en mis brazos y caminamos hasta la Estación de Policías número Cuarenta y dos, a unas tres o cuatro calles.

Al salir vemos personas caminando y varios vehículos pasando, esta parte de la ciudad siempre está despierta, es uno de los pocos puntos positivos.

Conozco a todas y cada una de las personas que trabajan en este lugar, odio admitir que me trajeron un par de veces aquí y la necesidad me llevó a estar con uno de sus peores agentes: Theodore Massen, quien apenas nos ve entrar se dirige hacia nosotras —Fuera de mi camino —Lo fulmino con la mirada y esboza una sonrisa diabólica de oreja a oreja—. ¿Qué tenemos aquí, Crystal? —Ojea a Mandy de pies a cabeza mientras se relame los labios, Amanda se acurruca a mi lado.

Maldito enfermo. Su gesto me revuelve el estómago.

—Ella es una niña, Theodore.

—Me gustan jóvenes, tú ya te estás poniendo vieja.

Mi respiración se acelera—: ¡Me das asco, Theodore! Eres un ser repugnante.

—Hey, hey, hey, aquí, para ti y para tu amiga soy el Sargento Massen y ten cuidado con lo que dices si no quieres pasar el resto de la noche aquí, perra.

—Púdrete —Arrastro a Mandy hasta el escritorio de la asistente del Capitán.

Otro agente se acerca a Amanda para ofrecerle un vaso de agua, lo acepta tímidamente. Toma asiento frente nuestro. Asumo que se incorporó recientemente al cuerpo de policías porque no me resulta familiar: tiene rasgos latinos y el rostro demasiado joven en comparación a sus compañeros de estación —Soy el agente Tom Gómez ¿Me pueden decir que está pasando aquí? —dice sin despegar los ojos del rostro de Mandy.

Llámame CrystalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora