Acto 5

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—B-Baño... Por favor...

—Ven...

Itsuka Shidou no tenía una vida sencilla y justo ahora luchaba para no caer en la desesperación producto de toda esa frustración que yacía en su interior.

—Tranquila, te estoy sosteniendo...

Hace poco había sido encontrado por Artemisa quien llevaba a una herida Ellen en su espalda. Habían sido despedidas de su deber tras que Wescot encontrara la adaptación de las Nibecol mejor que ellas lo que despertó la ira de Ellen por tantos años de rabia contenida y lo que terminó por hacer que Wescot probara en ellas a las mejoradas Nibecol.

Todo esto provocó una ira cegadora en Shidou quien casi salía a enfrentar a DEM el solo siendo detenido por su hermana y Reine quienes no dejaron que hiciera tal tontería. Karen, quien hasta ese momento guardó silencio lo reprimió por si quiera pensar que el podía hacerle frente a las Nibecol cuando ni Tokisaki Kurumi podía.

—N-No me sueltes...

Nada de esto había sido sencillo para él, ni para Ellen.

—No lo haré—respondió él mientras ayudaba a la hermana mayor de Karen a caminar rumbo al baño.

Desde que Ellen llegó él no se ha despegado de su lado. La cuidaba con todo el cariño del mundo e incluso pasaba noches despierto con el único fin de estar ahí para ella cuando lo necesite.

—¿Ya... Llegamos? —preguntó ella con algo de temor.

—Ya... —respondió él.

Nunca antes había visto a alguien en un estado tan frágil. Sin duda las Nibecol no eran un juego, nunca lo fueron, pero ahora estaba más convencido de que necesitaba hacer algo si quería detener a Wescot.

Tras que Ellen terminara de hacer sus necesidades la ayudó a limpiarse dándole una nueva muda de ropa la cual agradeció con pena. No era común que un chico de preparatoria cuidara a una mujer mayor como ella, mucho menos cuando debían ser enemigos. Todo parecía tan irreal, pero al final solo era la realidad misma recordándoles lo frágiles que son.

—S-Shidou... C-cama...

—Para allá vamos—nuevamente la ayudó a levantarse notando que sus heridas comenzaban a sanar—. Vamos...
Aunque el trayecto era corto, para Ellen esto era toda una odisea. Debido a los calmantes no podía distinguir entre la realidad y lo que su mente construía. Conocía perfectamente su estado y la persona que la acompañaba en todo momento, pero simplemente era incapaz de articular más de dos palabras seguidas de manera coherente.

Nuevamente se encontraron ambos en la habitación. Ella intentó ver dónde estaba la cama y fue entonces que no soportó más derrumbándose contra el cuerpo de Itsuka Shidou quien la abrazó. Estaba frustrada por ser una carga comenzando así a llorar en los brazos del joven al que una vez intentó quitarle la vida.

—Ellen... No estás sola—dijo Shidou con una voz suave que la calmó de inmediato—. Sé que me odias, sé que detestas tenerme a tu lado, pero no pienso volver a dejar que alguien ponga una mano sobre ti.

Sus palabras tuvieron un efecto positivo en la mujer. No importaba mucho la situación en la que se encontraban actualmente, el tener a una persona que te apoye y te cuide era algo que ambos necesitaban.

—Perdón

—¿Eh?

—Perdón... Por ser...

—Basta, no tienes que hablar más...

Ellen intentó disculparse por todas las cosas horribles que hizo en el pasado, pero Shidou no la dejó continuar. Hace mucho tiempo que él la había perdonado por lo que no existía una verdadera necesidad de hacerlo. Estaba feliz con tenerla ahí entre sus brazos y dicha situación le recordaba aquellas veces dónde Kotori le pedía estar con él... Los recuerdos habían regresado.

Sin embargo, esta ocasión era diferentes. Su corazón parecía actuar de otra manera ante la imagen mental que tenía de las chicas. Ella habían tomado su decisión y él decidió respetar lo que habían elegido; no podía recriminar nada ya que era su culpa. No había prestado atención a ninguna de las señales y simplemente se limitó a ser muy pasivo con el chico que ahora ocupaba su lugar.

Ahora no podía fallar, no se lo permitiría. No solo era él nada más, estaba su hermana Mana y las demás. Todas contaban con él y no podía darse el lujo de defraudarlas después de todo lo que habían hecho por él.

—Te voy a cuidar, Ellen.

De un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora