—Shidou... ¡Onii-chan!Un poder sin igual había sido liberado. Shidou finalmente había alcanzado a su pequeña hermana quien lloraba de emoción al verlo. Sus ojos suplicantes mostraban arrepentimiento por sus acciones pasadas. Sería injusto odiarla tras toda una vida a su lado.
Sin perder tiempo, Shidou terminó con el fuego sobrante moviendo su espada izquierda a derecha. Había impedido la destrucción de la nave junto a las chicas y de paso logró rescatar a Kotori de una posible muerte debido a su proceso de inversión el cual resultó ser más caótico de lo que Nia o Reine pudieron preveer.
El olor a metal y plástico quemado inundaba la calcinada habitación. Todo parecía tan surreal.—Kotori...
—Onii-chan...
Shidou hundió su espada contra el piso. No la necesitaba ya.
—Kotori—repitió él nombre de su hermana adoptiva una vez más, pero con una voz más quebrada.
Nuevamente estaba con ella. Tras mucho tiempo de estar separados, estaban juntos una vez más. No dudo en ir a su lado, ya no quería dejarla sola.
Aquellos ojos de color rojizo pálido se encontraron con unos ojos marrón acaramelados. Ambos corazones palpitaban de forma rápida y el espacio que los separaba se redujo a unos cuantos centímetros. Ya no estaban lejos el uno del otro.
—Kotori... Yo...
—Perdón...
Las lágrimas no tardaron en formarse en los ojos de Shidou. Estaba tan alegre de verla de nuevo como su hermanita que por un instante olvidó lo que había sucedido. Tomó a Kotori con cuidado, ayudándola a levantarse y notando entonces un cuerpo en sus huesos totalmente desnutrido.
El horror de la cruda realidad golpeó su mente. El Sephira de su hermana había agotado todo mostrando todas las acciones que aquel sujeto hizo con ella. Buscó dentro de su mente una razón para seguir ahí presenciando el demacrado cuerpo de Kotori.
—Sigo... Sigo siendo... —apenas y ella podía respirar—... Sigo siendo esa niña llorona.
Shidou no quería seguir escuchándola. Esta no era su hermanita.
—Sigo...
—¡Eres mi hermanita! ¡Mi dulce hermanita! —gritó él mientras la tomaba entre sus brazos acercándola a su pecho—. No eres una llorona, eres más fuerte de lo que yo he sido, me has cuidado tal y cómo mamá te dijo...
Había sido un tonto que no había dado el primer paso.
—Te amo... ¡Maldita sea! —finalmente lo había dicho.
En su momento negó sus emociones, pero ahora eran claras como el agua del río más puro del mundo. Amaba a Kotori, más allá de la relación familiar en la que se habían criado. No tenían relación sanguínea, pero ante su pensamiento era imposible que alguien como ella terminara con alguien como él. Nunca intentó cambiar la imagen que tenía sobre ambos.
Tal vez en mejores circunstancias—y por la pena—, pudo decirle que su amor no sería como el de un pareja de novios, pero que la veía como un amante a la cual quería tener a su lado. Si ese fuera el caso, no sería más que un hipócrita al no querer entender lo que su corazón en verdad anhelaba.
Las lágrimas que caían por sus mejillas eran el vivo ejemplo de lo que un corazón oprimido sufre. Desconfío de muchas personas, se negó en su momento a amar; pero con el tiempo entendió todo lo malo que había hecho. Sus errores no fueron más que ir creciendo conforme negaba a su corazón. Se vió a si mismo como alguien el cual no podía seguir con esta misión, pero que muy en el fondo amaba lo hacía.
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De un corazón roto
FanfictionShidou se resigna a luchar por los corazones de los espíritus dejando que otro ocupe su lugar, pero dentro de él, su corazón no puede olvidarlas. No todo es lo que parece y aquel sujeto que juró amarlas oculta más cosas detrás de lo que él puede ver...