Acto 6

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—¡Onii-chan! ¡Sálvame!

—¿Kotori? ¡¿En dónde estás?!

—¡Me duele! ¡Déjame! ¡Onii-chan!

—¡Kotori!

Shidou se levantó de golpe y miró el reloj que estaba justo enfrente de él en la pared —. Casi son las tres de la mañana— estaba cansado y los gritos de horror de su preciada hermanita que estaban en su sueño no ayudaban mucho. Hace un par de días que iniciaron, pero esta ocasión sentía desesperación al no poder verla.

Había tomado una decisión muy drástica al abandonar su hogar, pero ese sujeto vivía ahí y lo que menos deseaba era toparse con él todos los días de su vida. Debía preguntar por su hermana ya que la había cuidado desde aquel día, pero el siquiera imaginar que ese sujeto es quien ahora ocupa su corazón lo hacía desistir de esa idea.

Unos pasos pronto llamaron su atención y al girar su cabeza pudo ver a Reine quien tenía una almohada entre sus manos y cuyo rostro estaba cubierto de lágrimas.

—Reine...

—Shin... ¿Puedo quedarme contigo? —preguntó ella con una voz quebrada y llena de temor.

—Ven... —respondió él antes de levantarse y traerla al sofá en que ahora era su cama—. ¿Otra pesadilla? —ella únicamente se limitó a asentir recibiendo un suave beso en la frente por su parte.

—Shin...

—Te quiero... En verdad te quiero, Reine.

No mentía, en todo este tiempo él terminó por querer más a la mujer del osito de peluche. Sentía algo que no podía describir del todo mirando siempre al techo en busca de una respuesta.

Ambos se mantuvieron en silencio. Shidou no estaba para nada apenada en las palabras que dijo ya que estas provenían de su corazón. Por su parte Reine disfrutó de oír esas dulces palabras provenientes del hermano menor de la comandante.

—¿Cómo está Kotori? —preguntó él sabiendo que ella seguía teniendo contacto con su hermana.

Reine decidió no responder limitándose a tomar su teléfono el cual traía consigo para encenderlo y mostrar una imagen que dejó helado a Shidou.

—En un chequeo de rutina encontramos algunos moretones maquillados, ella juró que fue en una discusión que tuvo con Kurumi, pero en ningún momento supimos que sus poderes sé salieran de control—explicó Reine con tristeza mientras pasaba a mostrar el estado de ánimo de Kotori—. Ha tenido muchos bajones, no es normal esto, en ninguna relación lo es.

Shidou ya sabía que algo pasaba, pero fue entonces que recordó su breve charla con Nia. No estaba comprando bocadillos o cerveza como solía hacerlo, su canasto estaba lleno de material de curación. ¿Acaso ellas estaban siendo agredidas? ¿Estaban siendo agredidas por ese sujeto?

No quería creerlo, Kurumi ni su hermana permitirían tal humillación por parte de una persona. Esto estaba mal, todo el maldito asunto estaba mal. Ese sujeto prometió cuidarlas, se lo dijo antes de abandonar su hogar mientras le daba un beso a Tohka en su frente, uno que la había hecho feliz.

Su ira pronto aumento y Reine se percató de esto. Ella no quería volver a ver aquellos ojos que tanto adora sin ese brillo cálido que la ayudaba a dormir. Se abalanzó sobre él dándole un fuerte abrazo que logró tranquilizarlo.

—¡Reine!

—No quiero que vayas a hacer nada tonto... Por favor.

—Reine...

Incluso en la oscuridad él podía ver esos ojos azulados que lo miraban con preocupación. Su cabeza comenzó a doler y una imagen extraña se formó en su mente. Una extraña mujer de cabello grisáceo apareció en ella con una sonrisa grande mientras extendía sus brazos esperando recibir un abrazo.

Aquella imagen se intensificó al ver las lágrimas que bajaban por las mejillas de Reine. La mujer estaba relacionada con ella y su cerebro pronto pudo aclarar aquel rostro sonriente solo para darse cuenta de que se trataba de la misma mujer que estaba abrazándolo, pero repitiendo el nombre de Shinji.

Shin es diminutivo de Shinji.

Shidou no era Shinji.

Shinji era...

—Reine-san... Shinji fue un hombre muy valiente.

El corazón de Reine se detuvo por completo al escuchar ese nombre. El tiempo mismo parecía detenerse y por primera vez en mucho tiempo sentía la necesidad de correr lejos, pero aquello no iba a suceder. Sus planes fueron cambiados por ese sujeto.

Se levantó de su sitio y miró a Shidou por un largo tiempo. Ninguno dijo nada al respecto, guardaron silencio mientras el tiempo pasaba. Finalmente Shidou había logrado entender lo que sucedía en su vida, cómo muchas cosas lograban funcionar incluso cuando parecían un fracaso inminente.

—Shin...

—Reine... Tú no eres Mío.

Los ojos de Reine se abrieron más y finalmente la otra presencia conocida como <Phantom> apareció en medio de ambos.

—¿Cómo lograste saberlo? —preguntó <Phantom> quien se presentaba en su verdadera forma la cual era Takamiya Mío—. ¿Acaso eres...?

—Hace tiempo te mencioné, pero nunca entendí la razón, pero después que sucedió todo esto entre Wescot y Ellen comencé a tener sueños, muchos de los cuales eran extraños—pausó un momento antes de ver a Reine quien se encontraba mirando al suelo; no podía culparla, ella tenía el mismo amor puro por Shinji que Mío poseía—. Siempre estuviste ahí para mí, sin embargo jamás pensaste en mí como un hijo, sino como una forma de llegar a él...

—¡Shidou! ¡Basta! —los ojos de Reine se llenaron de lágrimas mientras escuchaba sus palabras—. N-No sigas...

—Es la primera vez en que dices mi nombre correctamente, Reine-san.

—Por favor... Ya no sigas...

El rostro de Mío, tan bello como un ángel, reflejaba la molestia de no haber logrado su objetivo. Antes de poder decir algo, Shidou tomó su mano y la llevó hasta donde estaba su corazón. Justo en ese momento algo se quebró dentro del espíritu de origen. El latido de su propio hijo estaba tranquilo ante ella sin ningún tipo de odio o rencor.

Esto no debería suceder, al menos así lo creían. Después de todo lo que sucedió con ese chico no debería estar él con tanta calma. Ambos miraban los ojos del otro, perdiéndose en un silencio acogedor y lleno de expresividad del cuál Reine no entendía mucho. Había sido privada de los pensamientos de su verdadero yo y solo podía limitarse a observar.

Mío se acercó a Shidou tomándolo en un abrazo que dejó sorprendida a la otra mujer de cabellos grisáceos. Sus ojos se llenaron con lágrimas mientras su cuerpo comenzaba a temblar producto de las emociones que surgían en ella.

—Mío-san... Gracias por todo.

—Shin... Shinji... No me dejes... Por favor...

De un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora