EL HONOR DE UNA DAMA

CAPITULO 11

EL HONOR DE UNA DAMA.
CAPÍTULO 11.
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—¿Cómo que mi ayuda? —Pregunta el joven siguiendo a Candy que iba como alma que lleva el diablo a buscar a su yegua, esta vez ato los aparejos lo más fuerte que pudo para no matarse de retorno para ir a casa —Oye, acabas de darme un resumen de cátedra de buenas costumbres ¿Y pides mi ayuda ahora? Se supone que la gente como ustedes los nobles no confían en los vagos, maleantes y desadaptados sociales.

Candy no respondía, seguía caminando con prisa, sus pensamientos estaban dirigidos en otra dirección.

—¡Niña!

—¿Crees que no te estoy escuchando? —Grita con todas sus fuerzas —¡Mi padre ha sido secuestrado! Y para encontrarlo necesitaré el conocimiento de alguien que sepa incursionar en el bajo mundo, y que, por lo que veo no le teme a la ley y está acostumbrado a robar.

—Diría que es una muy ofensiva descripción, pero si, lo he de admitir —El joven asiente al mismo tiempos que se hunde de hombros. Candy rueda los ojos y se apresura a subirse a su yegua para orientarse a su casa. —¡Hey! ¿A dónde vas?

—¡A mi casa! Buscaré a mi padre sea como sea.

—Niña... tranquilízate —Exclama Terry entrometidose entre una apresurada y desbarajustada joven que no racionaliza las cosas —Respira y piensa un poco las cosas.

—¿Quieres que me tranquilice y piense? ¿Tu? ¿Un vulgar ladrón que se aprovecha de la gente? No... Tu no lo entiendes. —Los ojos se le aguaron, pero lo que menos iba a hacer era a llorar delante de un tipo como ese —Él es todo lo que me queda en el mundo y no voy a abandonarlo en un momento así.

—¡Y te entiendo! Si yo tuviera oportunidad haría lo mismo que tú. Pero necesito que te tranquilices un poco y planifiques todo lo que vas a hacer.

—¡Por supuesto que no! Y no creo que alguien como tú haría algo que no fuera por su beneficio —Corrige la joven llevándose la mano a su boca y nariz, se contiene y respira profundo —Debo ir por él, sea como sea.

—Tu... ¿De verdad vas a buscar a tu padre? ¿De verdad estas dispuesta a hacer cualquier cosa por él?

—Si... es lo que los hijos hacen, ayudar y cuidar a sus padres cuando son viejos... Para mí, él siempre será importante —Candy con esas palabras no tarda en apear a su yegua para iniciar su cabalgata rumbo a la Villa.

El joven de ojos azules de forma repentina, sintió un nudo en la garganta, esa agresiva mocosa tenía un motivo para pelear, y pedía su ayuda. En muchos años había visto a chicas desvalidas quedar a la merced de hombres desalmados, y por primera vez, veía a una que no tenía miedo a nada y dispuesta a defender a los suyos... alguien que no escapaba ni tenía miedo.

—No te puedo dejar ir así.

El joven corre hacia el caballo y se sube con premura para ir detrás de esa altanera chica que tenía un objetivo. Terrence había aprendido a batallar por si mismo, a que después de años viviendo en las calles solo debía preocuparse por sus propios intereses y por sobrevivir. Y ahora, su propio honor le golpeaba para que sintiera remordimiento, galopaba detrás de esa chica altanera solo porque su carácter le decía que no iba a dejar las cosas así, y el mismo se sentía un idiota total y absoluto al aceptar ir detrás de ella, estaba a punto de enredarse con una niña que no conocía, pero sin embargo tenía temple.

Candy conocía esas tierras como a la palma de su mano, había vivido gran parte de su vida en ese lugar, cabalgando sin descanso por terreno plano y seco, en atajos que ella misma había descubierto sin ningún obstáculo, esperando que en casa todos estuvieran bien. Los habían maltratado a todos, recordó a Sean herido por defenderla a ella, y ese pensamiento la hizo apear con más fuerza a la yegua.