CAPÍTULO 30

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EL HONOR DE UNA DAMA.
CAPITULO 30.
🥺🥺🥺🥺

La tinta negra se desparrama por todo el escritorio, Eleonore siente como el pecho le duele. Aquella horrible sensación no era ni la primera ni sería la última vez que la sintiera.

La tuvo aquel día cuando su hijo desapareció, y los siguientes días. Con los años se iba intensificando, era eso quizás lo que le advertía de la presencia de su hijo, y de que estaba en peligro. Los ojos azules no tardan en volverse cristalinos por las lágrimas, sabía que era probable que ya estuviera en Londres, pero con ese dolor ahora no podía saber si estaba bien.

—..Hijo. —Murmura silenciosamente, alza su rostro al cielo tratando de llenarse de todo el valor del mundo, y de una esperanza para esta vez acercarse a él —Richard, por favor no desampares a nuestro pequeño Lince. Necesito más fuerzas para seguir detrás de él.

En ese instante que hacia su agonizante petición, Albert llega a la puerta, no puede evitar escuchar y llenarse de más rabia y odio al escuchar la súplica de la reina ante un hijo que ella ha perdido y ese instinto que le dice que él no está bien. Desde el instante que llegó a ese lugar, y descubrió toda la historia de la reina no podía creer que existiera gente capaz de hacer algo tan ruin... Alejar a una madre de su hijo, eso era imperdonable.

Se siente en la misma posición que la rubia, el mismo había sido alejado de su madre por la malditas exigencias de la sociedad en esos días. No podía quedarse con su madre a sabiendas de que había sido su propio padre quien había cometido adulterio, tuvo que irse con él a pesar de los gritos y súplicas de su buena madre.

Ver a Eleonore le hacía recordar a ella.

—..Señor Albert —Llama alguien detrás suyo. Se voltea y era el médico.—Venga conmigo.

El pecho se le agita al ser llamado el personalmente ¿Le había ocurrido algo a Victoria? Se apresura y va con él para dirigirse a la habitación de la consejera. Sigue acompañada de todo el personal, atendiendola y asegurándose de que nadie más entre a ese lugar, salvó ellos.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Ha tenido alguna mejoría?

—Solo debo decir, que  los miembros de la casa Hannover parecen de acero. Sigue débil pero está peleando, no le hacen la batalla fácil a la muerte  —Asegura el galeno mientras revisa entre sus cosas un cuaderno de notas —Y creo que hemos logrado descubrir la sustancia con la que envenenaron a Lady Victoria.

—¿Qué? ¿Con que fue?

—Para mi sorpresa, son componentes absurdos, el polvo es una mezcla entre plomo, dietilenglicol y metanol que han sido deshidratados hasta hacerlos polvo —Explica con calma —Está muy bien elaborada para hacerse pasar por algo dulce ¿Le suena acaso eso los componentes ?

—No... no comprendo.

—Milord —El hombre toma una silla para sentarse al borde de la cama de Victoria y hablar con calma —Esos son los ingredientes que en alguna vineria utilizarían para adulterar el contenido de sus botellas.

—¿Qué?

—Lo que escucha. Mande a hacer una averiguación y hay  reportes de varios jóvenes de la nobleza intoxicados por haber consumido vinos que según, eran más dulces de lo ordinario.

—No... no comprendo ¿Cómo Victoria pudo haber sido intoxicada de esa manera? ¿Quién fue?

—Como le mencioné. En las vinerias, es el lugar en donde han utilizado está mezclanza para mejorar la "calidad" de sus vinos —Responde sin titubear —Y en lo personal, hay un solo lugar en donde la calidad ha sido aberrante a pesar de las trampas. No están usando suficientes uvas. Y es de los pocos productores de vino que tienen acceso directo a su majestad, la reina y a la señorita Victoria.

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