CAPITULO 28

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EL HONOR DE UNA DAMA
CAPITULO 28.
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La noche tormentosa siguió a un día cargado de nubes pesadas en la ciudad de Londres. El palacio real estaba alarmado por lo que había sucedido, Victoria, la hermana y consejera de la reina había sido encontrada en muy mal estado en la oficina de su majestad, no respondía ante nada, a ningún estímulo, su piel se había tornado pálida y su respiración dificultosa, ni el mejor de los médicos de la reina podía adivinar que era lo que le había sucedido.

—¿Cómo está? —Pregunta la mucama que había encontrado a la mujer en el suelo. Detrás de ella, algunos familiares y personal que apreciaba a Victoria —Por favor, explique ¿Qué le ocurrió a milady?

—Esto es extraño y confuso. —Contesta el hombre colocándose una mano en la frente —Lady Victoria presenta síntomas de envenenamiento.

—¿Cómo dice? —Se adelanta un familiar de la mujer con furia —¿Cómo que Victoria fue envenenada?

—Esta claros sus síntomas, señor. Ahora solo necesito aclarar dos cosas —Espeta el Galeno con gesto preocupante —No sabemos con qué fue que la envenenaron, ni como llego a sus manos.

—¿Quién podría hacer algo así contra ella? ¿Con qué motivo?

La mucama recordó la ardua discusión que el día anterior había tenido Lady Victoria con ese conde que tan mal le caía. Estaba segura que si fuera por la hermana de la reina, ese hombre no tendría cabeza.

—¡Una lista! —Exclama un Lord —Una lista de todo aquel que haya venido al palacio en las últimas veinticuatro horas.  De todo aquel que haya solicitado audiencia, que haya entregado algo a Victoria. De momento, todos son sospechosos.

—¿Desea que mandé a llamar al marqués de Riscal? —Con ese nombramiento, la mucama de Victoria se alarma.

—¡No! —Grita alarmada —Al marqués no.

—Su hijo podría ayudarnos. Recuerden que es capitán de la armada  real —Dice el mayordomo.

—¿Y la reina? ¿En dónde está?

—Creo que sigue en Brighton resolviendo un importante asunto con Lord Albert.

—¿Pero cómo? Victoria regreso con toda la comitiva.

—La verdad no tengo idea. Pero debería apresurarse —Comenta el doctor apretando entre sus manos su maletín —Sino descubrimos con que fue que envenenaron a Lady Victoria, es probable que no le quede mucho tiempo de vida. Y lo peor es, que sospecho, que esto haya sido un atentado.

—¿Atentado?

—Si. Y no sería la primera vez que la familia de la reina sufre uno. La muerte de Lord Richard y la perdida de su hijo dejaron a la reina trastornada, pero... —Dice alguien con tristeza —Si Victoria llega a morir, la reina Eleonore quedará devastada y le perderá el sentido a la vida.

......
El calor del día es lo que va despertando a Candy lentamente, se estira sobre la cama haciendo sonoros ruidos en sus articulaciones. Siente que toca algo con su pie derecho, abre los ojos con lentitud recordando que estaban en una posada resguardandose de una tormenta. Serían quizás las seis de la mañana, se incorpora y descubre a Terry vuelto un ovillo en una esquina de la cama. No puede evitar acongojarse por lo que había escuchado la noche anterior, como ese pobre hombre estaba destruido por dentro, se incorpora para acostarse a un lado suyo, darle de su propio calor y hacerle sentir que no estaba solo.

A esas alturas, se sorprendía como un hombre como él la había transformado para estar así, delirando de amor, y le gustaba.

Se acerca a él lentamente, observa a través de la camisa moretones en su espalda. Sabe que le duelen pero él sabía ocultarlo, lleva una mano para acariciarlo, sus dedos perciben esa piel lastimada, suave, cálida, se queda sin aliento al desviar la mirada al rostro del joven, percibe leves movimientos oculares que alborotan las abundantes pestañas.

EL HONOR DE UNA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora