CAPÍTULO 17

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EL HONOR DE UNA DAMA.
CAPITULO 17.

Empezando el modo #DestripandoLaHistoria 😈

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Varias horas habían pasado pesquisando el bar, revisando cada mínimo rincón del lugar... Nada ¡Absolutamente nada! Ni una huella de ese mocoso insolente, Meyer era observado por esa mujer regordeta y la chica pelirroja que hacía señas extrañas con sus manos ¿Qué era lo que decía? No tenía idea, pero no tardó mucho la joven en retirarse de ahí.

—¿A dónde va? —Pregunta Meyer frustrado al ver a la chica largarse —¡Hey, tu!

—No se atreva a seguirla —Justo cuando pretendía seguir a la chica, una mujer se interpone entre él y la salida del bar —¿Cree que ella quiere admirar como destrozan su trabajo buscando quien sabe que? —Dice Paulina colocando sus manos en las caderas.

—Sabe que su hija no es una santa al atender en un bar de mala muerte.

—Al menos no se mancha las manos de sangre inocente ni cómete perjurio —Escupe la mujer tajante.

—¿Desde cuándo las prostitutas hablan de forma tan refinada? Eso es nuevo.

—Se le llama educación.

—Si... al parecer todos los días nos encontramos con algo nuevo. Una cabaretera elegante y distinguida.

—Usted no sabe. Pero a veces nos rodeamos de personas tan buenas que son capaces de hacer cambiar la perspectiva del mundo —Dice con orgullo la mujer, esboza una sonrisa al recordar la primera vez que escucho esa palabra de un niño de diez años con mejillas sonrojadas y ojos tan azules como el océano que intento robarle una hogaza de pan, pero acabo por robarle el corazón.

......
Karen salió caminando del bar lo más rápido posible y apenas se vio lejos de la zona emprendió carrera, adentrándose a lo más profundo del barrio, dónde apenas podía caminar por el lodo y las aguas negras que se entremezclaban. Justo ahí encuentra una vieja casa en dónde las prostitutas de la zona se resguardaban. Quizás la enorme casa abarcaba toda una cuadra y era llamativa a pesar de lo vieja, a la entrada una mujer está sentada fumando y se alarma al ver a esa joven llegar en medio de la noche.

Karren... ¿Está todo bien? —Pregunta una mujer con acento marcado mientras trata de cubrirse con una delgada bata.

—Estoy bien, por favor, cuiden la puerta y vigilen que nadie entre —Ordena la chica corriendo al fondo de la casa, en el viejo sótano que era evidente el moho y la humedad por las viejas filtraciones.

En el fondo algo era golpeado, habían llegado sabrá Dios hacia cuántas horas, Karen se apresura en abrir y recibe a una pareja sudorosa y que se mostraban cansados.

—¡Ay, por Dios! —Logra decir la joven agarrando a Candy de un brazo para sacarla de ahí —¿Estan bien?

—Si... eso creo —Logra decir Candy tosiendo, las manos le temblaban y la boca la tenía seca —¿En dónde estamos?

—Lady Candice... esto es el distrito rojo, en el muelle de Brighton —El simple hecho de que mencionara el lugar hizo que los ojos de le iluminarán a Candy, él la había llevado a ese lugar —Este no es precisamente un lugar para una dama —Explica Terrence tirándose al suelo a tratar de tomar un poco de aire fresco —Pero por el momento, será un refugio temporal.

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