EPILOGO: PARTE I

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EL HONOR DE UNA DAMA
EPÍLOGO: PARTE I
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Algo que siempre llega incluso más rápido que los vientos de cambio de estación, eran los chismes, quizás incluso la palabrería de la gente había cruzado el océano y ahora este en Nueva York siendo enviada a través del servicio de encomiendas que, aunque tardaba una eternidad en llegar, siempre llegaba a tiempo a las manos de una una estudiante de medicina que siempre quería saber todo de Inglaterra, ese día, ella se toparia con una enorme sorpresa.
Patricia O'Brien siempre se mantuvo aislada de los chismes de la gente por consejo de su madre, Martha O'Brien, tenía el pensamiento firme que eso no llevaba a nada, y hacerles caso era mucho peor. Era por eso que le agradecía a su progenitora por dejarla estar en América estudiando y abriéndose un futuro, uno que quizás su padre se hubiera negado si siguiera con vida solo por el simple hecho de ser una mujer.

Aguardando está vez, que su severo tío político permita que su prima Candy este con ella en América próximamente, a sabiendas de que, con lo inteligente que era quizás pueda hasta estudiar cualquier cosa que quisiera.

—Señorita O'Brien —Llama un sirviente a la chica mientras está examina bajo su más reciente adquisición, un microscopio, los componentes de su propia sangre que esa misma mañana había extraído y centrifugado. —Señorita Patricia.

—¿Si, señor Button?

—Le ha llegado esto de Inglaterra. El diario que siempre pide y algo más —Dice el hombre dejando sobre la mesa de su habitación un sobre, hace una reverencia y se retira. Patricia se levanta de su asiento y se quitó las gafas para limpiarlas.

Quizás se trataba de su madre, que semanalmente le escribía o le enviaba algún obsequió para hacerle saber que no se había olvidado de ella entre sus viajes de negocio y convencimiento. Quizá está vez si había buenas noticias en cuanto a su prima Candy.

Hacia tiempo que no sabía de ella y le preocupaba.

Se sienta en un mueble de mimbre dispuesta a leer y a criticar la falta de profesionalismo de los periodistas de Inglaterra y por supuesto la poca creatividad en cuando a chismes. Sin embargo, la nota principal de aquel importante diario hace que la joven se un salto antes de siquiera gritar con todas sus fuerzas.

En la portada estaba su prima Candy, iba con un hombre y si esa noticia no había sido adulterada, habían evitado un intento de golpe de estado a la casa real.

—Ay por Dios ¡Ay por Dios! —Grita frenética y se dedica a leer párrafo por párrafo —Esto está mejor que comer con los dedos. —Aquello era mucho más que suculento, ya se quería imaginar a las idiotas de las damas de sociedad al saber que su prima era una heroína.

Pero al descender más en la nota, termina por gritar con todas sus fuerzas y empezar a saltar. El joven que acompañaba a Candy en la foto, era nada más y nada menos que el príncipe regente, el que próximamente tomaría el trono entre sus manos, y que si ella había leído mal, ahora cortejaba a Lady Candice White y le quería proponer matrimonio.

Observa el sobre que le acompaña al diario y lo abre sin delicadeza, rompiendo quizás un poco más que el envoltorio. Observaba la letra de su prima Candy.

Querida Patty.

He de disculparme contigo por haberte dejado olvidada todo este tiempo, querida prima. Si supieras todo lo que ha ocurrido en estos meses no me lo creerías y está misiva no sería suficiente para dar los detalles de lo que puedo afirmar, fue la aventura de mi vida. Sin embargo, será un placer que discutamos todo esto mientras tenemos un partido de rounders en la villa. Además, necesito que conozcas a alguien que ciertamente me ha robado mucho más que el corazón y los pensamientos. Me ha permitido pelear a su lado y no sentir vergüenza de mis actos, y que además me hizo amar a los felinos más que nunca... en especial a los linces
Te espero pronto aquí, tenemos mucho que hablar.

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