CAPITULO 27

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EL HONOR DE UNA DAMA.
CAPITULO 27
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La Villa seguía en revuelo después de semanas, nadie sabía nada de Lady Candice ni del famoso lince. El hecho de que alguien regara por todo el pueblo el rumor de que Lord William había muerto y de que la chica había sido secuestrada los había alarmado y para colmo la policía no hacía nada, salvó merodear por el lugar esperando que en cualquier momento ella apareciera.

—Ahí está ese sujeto otra vez. —Comentó la señora Jenkins mientras espiaba por la ventana. —Y armado, como si alguno de nosotros tuviera alguna noción sobre armas o combate.

—En serio. Ya esto me aterra.

—Si tan solo la señorita Candy estuviera aquí —Dijo Dorothy con una mano en su pecho. Pero en parte se alegraba que estuviera lejos ya que estaría fuera del alcance de personas como el capitán Meyer y todo aquel que la pretendiera a esas alturas.

Solo ellos se dieron cuenta lo que los chismes sobre la probable muerte de Lord William ocasionaron. Que hombres que incluso triplicaban a la señorita en edad la buscaran para proponerle matrimonio y quién sabe qué otras cosas. Buscaban la forma de hacerse con esas tierras y la fortuna del conde de Birmingham.

—Solo espero que ella este a salvo.

—Yo también. Esperando a que su buena madre desde el paraíso la guarde —La mujer sujetaba sus manos a su pecho, pidiendo de manera ferviente que ella este a salvo.

Un par de caballos se acercan a la Villa, era la reina y lord Albert, habían vuelto después de unos días, pero el gesto de la rubia era de angustia, el pelo lo tenía suelto y se batía ante el agite de su carrera imperiosa de retorno a la casa. Rápidamente Dorothy sale corriendo a recibirlos y apenas puede hablar al ver a esa mujer que entro vociferando mil y una ofensas a quien sabe quién.

—Majestad, debe controlarse. —Suplica Albert corriendo detrás de la reina, esta se ha quitado el chaleco y todo lo que le estorbaba, esa mujer ahí donde estaba no tenía descanso y lo único que quería era que el responsable de toda su tragedia pagara caro.

—¡No me controlo y mucho menos me pidas calma! —Gruñe furiosa y con sus manos golpea una mesa —Quiero su cabeza en bandeja de plata si es necesario. Esto fue de las traiciones más viles y crueles.

—Ni siquiera sabe si él es responsable de todo esto.

—Alguien que crea chismes y es el primero en dar información sobre algo siempre tendrá una mano metida en cierto punto. —Grita mientras se lleva las manos al rostro.

¿Cómo es que no lo había pensado? En dieciocho años había sido víctima del engaño y de la traición por uno de los suyos, uno al cual su esposo le había dado tanta confianza al punto de darle un puesto importante cómo ministro de defensa y por lo tanto poder sobre la guardia real. Pero los traiciono, hizo trizas su mundo, le separo de su hijo e hizo de sus días un infierno en vida.

—Por favor, antes de actuar piénselo bien y consiga las pruebas.

—No necesito pruebas para concluir que fue él. Que usa a su incluso a su propio hijo para cometer estos crímenes fingiendo que van por órdenes mías… Albert, me siento traicionada, me han destruido.

—La entiendo, pero no puede hacer nada.

—Claro que puedo —dice con su voz cargada de odio —. Tenemos que atraparlo en su propio juego.

Alguien toca la puerta de la Villa White nuevamente y alarma al personal, sin embargo, la manera de tocar era extraña, eran cuatro sonidos rítmicos que casi incitaban a un baile, Dorothy corre hasta quedar de frente a la puerta. Lleva su mano a la manija y tira suave hasta recibir a un niño que es acompañado por un perro, estaba nervioso porque un par de hombres uniformados le habían seguido en la entrada.

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