Capítulo 05

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"Guille el grillo."

Collins es más que mi mejor amigo, es como un hermano. Cuando eres hijo único pasas por un montón de cosas solo, demasiadas. Ahora me doy cuenta de que yo nunca tuve que pasar por todas esas cosas, porque Collins siempre estaba. Es una buena persona, la mejor, pero Sophie eso a ti nunca te importó. Nunca te molestaste en conocer a mis amigos o conocerme a mí, pero ahora te voy a contar una cosa que me hubiese gustado que supieras.

Según Internet, un grillo vive en la naturaleza unos tres o doce meses, dependiendo de la especie. En cambio, los grillos domésticos son los que tienen una vida más corta. Según la zona climática en la que viven, entran en una fase de letargo en la que su metabolismo se ralentiza y el insecto queda adormecido.

¿Por qué te explico esto? Por el simple motivo de que mi mejor amigo, siempre ha querido tener una mascota. Todos pensábamos que sería un perro, un gato o en el peor de los casos una tortuga, pero no.

Un día, hace tres años, Collins encontró un grillo en la puerta de su casa. Cualquier persona lo hubiera espantado o hubiera escapado hasta que se fuera, pero él decidió adoptarlo. Sí, así como lees. Adoptó al grillo y lo llamó Guille.

Desde hace tres años, Guille el grillo es la mascota de Collins. Si es que se puede llamar a eso mascota...

¿Cómo es posible que ese insecto siga vivo después de tanto tiempo? No lo sé. Nadie lo sabe. Pensé que a los 12 meses, mi amigo estaría llorando y organizando un funeral para ese bicho, pero no. Después de tres años, ese insecto está en mejores condiciones que yo.

— ¿Puedes darle de comer a Guille?

Enarqué las cejas.

—No quiero ofenderte, pero no me voy a acercar a ese bicho. —confesé.

—Por favor, solo pon las hojas en su jaula.

Acto seguido, se giró hacia mí apretando los labios, suplicándome con la mirada que lo hiciera.

—Esas hojas pueden causar que ese insecto me salte a la cara.

Negó con la cabeza por lo menos cinco veces seguidas.

—Guille no haría eso.

Nada más escuchar esa frase, dejé de intentar permanecer serio y me reí a carcajadas. Collins, por su parte, soltó un suspiro de fastidio y me miró mal.

—Tienes razón, te pido perdón. Guille el grillo es amigo de todos, jamás haría tal cosa. —bromeé.

Y entonces, recordé aquella vez que Collins me mandó ver si su estúpido grillo tenía agua. Jamás olvidaré como aquel asqueroso insecto se escapó de la jaula. Ese monstruo de cuatro patas se había ido y yo estuve horas buscándolo. Miré en el baño, debajo de la cama, por todo el jardín y hasta en el cajón de los calcetines. Y nada. Había desaparecido. Cuando me armé de valor para confesarle a Collins que había dejado escapar a su mascota y que lo más seguro era que no volviera, lo encontré junto a él. Ese grillo del demonio estaba en el salón junto a mi mejor amigo, como si nada hubiera pasado. Estaba completamente seguro de que por dentro se estaba riendo de mí, pude notar su mirada de superioridad y desde ese momento, no quise saber nada más de ese animal. Por mí, como si Collins se olvidaba de alimentarlo un mes entero.

Mi amigo resopló y se puso de pie. Supuse que iría a darle de comer a esa cosa. Mientras tanto, yo me encontraba tumbado en el sofá, con el portátil sobre las piernas y viendo mi futuro en una pantalla.

En tan solo cuatro meses abriría el plazo de NCAA-DI. Tan solo cuatro meses...

¿Sabes el momento donde el futuro está a la vuelta de la esquina? Aún no era el momento, pero lo sería pronto. No podía hacer como si nada. Yo no era como Collins, no era alguien seguro de mí mismo, capaz de conquistar el mundo. Era un adolescente cobarde y con miedo a equivocarme.

Escuché como se abriría la puerta principal y me asomé a ver quién era. Cuando vi a la madre de Collins, sonreí.

— ¿Qué hace mi hijo adoptivo favorito?

Laura, la madre de Collins, era como mi madre. No recuerdo que no estuviera en cada decisión importante de mi vida. Mamá y ella, eran amigas de la infancia. Han estado juntas desde los 12 años y aún lo siguen estando. Estoy seguro que si no fuera por ellas, Collins y yo nunca hubiésemos sido amigos. Pero como todo lo demás, tú eso no lo sabes. Supongo que cuando acabe de escribir nuestra historia habrá muchas cosas que no sabías de mí por varios motivos, pero resumiendo; nunca me preguntaste y nunca te interesó.

—Bien, esperando a que Collins alimente al grillo.

Cruzó la sala y se sentó frente a mí.

— ¿Todo bien?

—Si. —me limité a responder.

Entonces, puso esa cara que pone siempre cuando no le contamos toda la verdad. Esa cara de interrogatorio, que no hace falta que diga nada porque sabe que tarde o temprano tus muros caerán y le contarás todo.

—Estaba pensando en NCAA-DI. —confesé, esbozando una pequeña sonrisa.

— ¿Estabas pensando que no vas a entrar?

Fruncí el ceño.

— ¿Cómo...?

—Te conozco bien, juraría que tu cabecita se está torturando antes de tiempo y sin ningún motivo.

Tenía razón, es exactamente lo que estaba haciendo.

—Creo que hay una posibilidad que no me admitan.

—Tienes buenas notas y eres un gran futbolista. Por no decir que no hay nadie que quiera entrar más que tú.

—Bueno, no siempre se consigue lo que uno quiere.

Se llevó una mano a la nuca y asintió con la cabeza, como si comprendiera perfectamente la situación.

—Eso es verdad. Algunas veces, te esfuerzas demasiado y no consigues absolutamente nada, pero eso no te hace menos persona que el resto. Son cosas que pasan y que debemos aceptar.

Desvié la vista y asentí con la cabeza.

Se quedó unos segundos en silencio, como si estuviera pensando en una respuesta.

—Jacob.

— ¿Si?

Sonreí tímidamente.

—Si el futuro no es cómo quieres, siempre puedes crear uno nuevo, no lo olvides.

Ahora, en este instante, este maldito instante, decido crear un futuro nuevo. Y Sophie, tú no estás en el. Nunca estarás en el, pero es que nunca debiste estar en mi vida.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora