"El carnet de conducir."
—Solo tengo 17 años, ¿sabéis? Aun me queda mucha vida por delante. Podría ser presidente. El primer hombre en Marte. Casarme con Jennifer Anniston.
—Como si ella quisiera casarse contigo. —Lo interrumpí, girándome para mirarle.
Al verme, Marc entrecerró los ojos, pensativo. Creo que no me había escuchado bien.
— ¿Qué? —preguntó.
—Que si, como no va a querer casarse contigo.
Marc asintió con la cabeza.
—Yo también lo pienso. ¿Sabes que me puedo chupar el codo? —murmuró, como si quisiera que solo yo lo escuchara.
Puse los ojos en blanco.
—De verdad, es un buen atributo para conquistar a alguien.
— ¿Por qué dejas a la imaginación lo que puedes hacer con la lengua? —vacilé.
— ¿Qué? ¡No! Es porque cuando lo haces la chica o se ríe de ti o se queda asombrada, cualquiera de las dos hace que tengas su atención.
Me habría gustado decirle que eso era absurdo, pero preferí cambiar de tema.
—Podrías intentar aplastarme un poco menos.
—No soy yo, eres tú que tienes los huesos anchos.
Me reí, intentando no parecer sorprendido.
— ¿Huesos anchos?
—Sí, deberías dejar de hacer tanto ejercicio.
—Marc, cállate. —espetó André. —Collins, mete segunda.
Mi amigo abrió la boca para protestar, pero parecía que lo había pensado mejor y no dijo nada.
— ¿No es automático? —preguntó Collins.
Me reí.
Cómo iba a ser automático...
—No. Venga, mete segunda. —le exigió André.
Le hizo caso y el coche empezó a sonar de una forma un tanto extraña.
—Para, para. Dios. Acabas de meter quinta, vas a joder el motor.
Collins maldijo en voz baja mientras Marc se persignaba.
—Acelera, acelera. No dejes de acelerar.
—Que si hostia, que ya entendí. —le respondió enfadado Collins.
Mientras tanto, intentaba no reírme de la situación. No sé a quién le pareció buena idea que André le enseñara a conducir a Collins, pero en estos momentos mi amigo quería morirse.
—Acelera. Collins joder acelera.
—Ya lo estoy haciendo.
—Vamos a morir. Dios, vamos a morir. —me dijo Marc.
—Joder, acelera.
En vez de hacerle caso, frenó de golpe. Pude escuchar como Marc se quejaba porque había chocado contra el techo del coche.
— ¿Qué coño te pasa?
A pesar de que parecía estar enfadado, Collins estaba confundido. Tanto como Marc y yo, ninguno de los dos sabíamos porque André se estaba comportando así.
— ¿A mí? Eres tú quien no sabe acelerar.
—Disculpe majestad, pero por algo estás aquí. No nací aprendiendo a conducir.
Decidí intervenir.
— ¿Estás bien? —le pregunté a André.
—Perdón. Solo he tenido un mal día.
Mentía. Sabíamos cuando André mentía y este era uno de esos momentos, donde él creía que íbamos a creerle. Entonces, Collins apagó el motor.
— ¿Qué haces?
—Esperar a que nos cuentes la verdad. —dijo.
Los ojos de André se abrieron como platos.
—Estamos en medio de la carretera.
—Entonces, tendrás que hablar rápido. —añadí.
—Quiero entrar al conservatorio. —soltó un suspiro de alivio. Unos segundos después, sonrió.
—Oh, dios. Eso es genial. —dijo Marc, orgulloso.
—No, no lo es. Mis padres no quieren que me dedique a la música. Quieren que estudie Derecho, como Brian. Incluso piensan que sería mejor que hiciera ADE como mi hermana o Marc.
— ¡Que les den! —exclamó Marc.
Todos nos giramos sorprendidos a verlo.
— ¿Qué? No es como si pudieran decidir su futuro, son tus padres, pero es tu vida.
—No sé qué hacer.
—Apuntarte al Conservatorio. —respondimos los tres a la vez.
— ¿Si?
—Si. Más bien, lo haremos ahora mismo. Solo deja que dé la vuelta y lleguemos a casa. —dijo Collins.
De repente, cuando estuvo a punto de encender el coche, Marc dijo algo:
—La verdad es que yo prefiero ir andando.
—Como bajes del coche te juro que te atropello y me doy a la fuga. —gruñó Collins.
—No serás capaz.
—Si soy capaz y como digas algo más no solo haré eso, también lo grabaré y lo subiré a Youtube.
Antes de que mi amigo pudiera decir algo, nos pitó un coche detrás.
Perfecto, lo que nos faltaba...
—Un poco de respeto que está aprendiendo a conducir. —gritó Marc a través de la ventanilla.
El coche de atrás ignoró su comentario y siguió pitando. Collins estaba tan nervioso que era incapaz de poner en marcha el coche. Entonces, mi amigo sacó medio cuerpo por la ventana y le hizo el corte de manga.
— ¡Que le jodan! —chilló. —Como vuelva a tocar el claxon bajaré del coche y le romperé el limpiaparabrisas. Así que por su bien, métase las manos por el culo.
Collins no tardó en reírse a carcajadas. Toda la tensión que había en el ambiente desapareció como por arte de magia.
Sophie, a través de esta historia te voy a contar para qué sirven los amigos, porque nosotros nunca fuimos amigos. Nunca quisiste ser mi amiga, tampoco amiga de mis amigos. Los amigos sirven para todo. No tienen una función en específico, tienen varias. Un amigo te enseña a conducir si lo necesitas. Un amigo le pide a tu entrenador de fútbol que te haga una carta de recomendación porque quiere que consigas tu sueño y seas feliz. Un amigo amenaza a un señor porque te está incordiando, así como hizo Marc. Un amigo cuenta chistes en situaciones incómodas para hacer de ello una situación menos incómoda. Un amigo te dice la verdad, aunque sepa que te va a doler. Igual que cuando Marc decidió ser sincero conmigo, porque eso hacen los amigos. Un amigo te dice a la cara que estás siendo mal amigo, como Collins me dijo a mí, pero tú esa historia aun no la sabes. Un amigo está ahí cuando lloras y aunque no sepas que hacer, se queda a tu lado. Para esto sirve la amistad, Sophie. Para que tu miserable vida, sea menos miserable a su lado.
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Todo lo que no te llevaste
Romance"Te devuelvo todo lo que me dejaste. Las fotos, las cartas y todo lo que me diste. Te devuelvo el dolor, la culpa y los miedos. Te lo devuelvo todo. Perdón por no saber qué hacer con ello." Sophie, hay cosas que no sabes. Hay una parte de nuestra h...