Capítulo 33

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"El silencio mata lentamente."

Silencio.

Absurdo y agobiante silencio.

En aquella diminuta sala, nos invadía el silencio, pero ya no era el mismo de antes. Ahora era asfixiante. Esos minutos, cargado de cientos de preocupaciones, problemas y miedos, que aún con la mente en blanco no me dejaban respirar.

Deseaba que todo esto acabara, necesitaba que acabara.

—Yo estaba durmiendo cuando él murió. —confesé de golpe. —Me había quedado dormido en el sofá de la casa de Marc y pensé que él volvería. El atasco, otro camino o se le había acabado la gasolina. No sé, pensé en un montón de posibilidades cuando no lo vi. Me dormí y me despertó esa llamada. Era mi madre, pero yo sabía que algo iba mal. Antes de cogerlo ya sabía que algo iba mal. En la casa reinaba un silencio casi absoluto. Como si ya estuviéramos de luto, mucho antes de saber la verdad. Sabía que mi mejor amigo había muerto mucho antes de escuchar a mi madre decirlo, lo supe cuando entré al hospital y aún lo sabía cuándo André creía que todo iba a ir bien. Yo lo sabía...Joder, si lo sabía. Mi madre fue quien me dio la noticia, y en ese momento, me quedé en blanco. Mi cerebro dudó, quizá era un sueño, quizá estaba escuchando mal, pregunté de nuevo y la misma respuesta. Quería que fuera mentira, que todo fuera una pesadilla. De esas que parecen reales, demasiado reales, pero que tarde o temprano te despiertas y todo sigue igual.

Cerré los ojos un momento, no soportaba contar esto.

—Collins iba de camino al veinticuatro horas, a por helado de limón. Entonces, un conductor borracho venía en sentido contrario. Todo fue muy rápido, la ambulancia, los médicos y la noticia de su fallecimiento. Si tan solo pudiera volver a aquella noche, lo cambiaría todo. No iría a esa fiesta, Collins no subiría a ese coche y yo aún estaría con mi mejor amigo.

La doctora Manreet me miró sorprendida, pero cambió su expresión y sonrío. Como si algo dentro de ella le alegrara que por fin estuviera hablando.

— ¿Puedo contarle algo? —pregunté.

—Puedes contarme todo lo que quieras.

—Collins y yo siempre hemos estado juntos, desde que nacimos. A él le gustaba decir que era mi sombra y a mí me gustaba decir que yo era la suya. Éramos Jacob y Collins o Collins y Jacob. Siempre ha sido así. Donde él estaba, yo estaba ahí, a su lado. No recuerdo separarme de él, hasta ahora. Pero antes de que pasara esto, fui un capullo con él, una mierda de amigo.

— ¿Por qué dices eso?

No fui capaz de decir nada. No me di cuenta de que estaba llorando hasta que vi que ella me tendió un paquete de pañuelos. Agarré uno, algo avergonzado y me limpié las lágrimas.

Me tomé unos instantes para responder. Y cuando lo hice, sentí que me estaba quitando un peso de encima.

—Antes tenía novia...

Y ahí, en esa sala, le conté toda la historia. Nuestra historia Sophie.

Y me sentía bien, porque alguien me estaba escuchando. A alguien le interesaba lo que estaba diciendo y esa persona me quería ayudar. Y aunque, tal vez, lo que le estaba contando no fuera un problema y no necesitara buscar una solución, ahí estaba. Escuchando cada palabra que salía de mi boca, como si tuviera algo importante que decir. Como si a alguien le importara.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora