Capítulo 25

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"No hace falta estar enamorado para entender lo que es el amor."

Llevaba dos semanas sin hablar con mis amigos, tú lo sabías. Veías como los evitaba o los ignoraba cuando intentaban hablar conmigo, ahora sé porque no me preguntaste nada al respecto. Ahora sé que lo que ellos decían, era cierto. Una parte de mí quería solucionar todo, la otra estaba disgustada por esta situación. Ellos eran mis amigos, mis mejores amigos, tú eras mi novia, mi primera novia y creía que la única que tendría en toda mi vida. Porque yo si veía un futuro contigo Sophie, yo si me imaginaba a tu lado en las vacaciones o comiendo con tu familia en Navidad. Hice un montón de planes pensando que llegaríamos lejos. ¿Qué estúpido, no? Una completa estupidez, eso es lo que era.

Tú aún no sabías nada. No sabías lo que ellos me habían dicho, pero creo que lo imaginabas, aun así, me armé de valor para decírtelo. Conté hasta tres en silencio y me aclaré la garganta.

—He discutido con los chicos. —lo dije, así sin más.

Levantaste la vista del libro de Castellano y frunciste el ceño.

— ¿Por qué?

—No es nada importante. Solo creen que lo nuestro no funciona.

Intenté quitarle importancia, no quería que te preocupara por una absurda discusión.

—Puede que te tengan envidia. —dijiste.

No sé porque dijiste esto Sophie, pero fue algo estúpido de tu parte, muy estúpido. Tú sabías la verdad, pero decidiste inventarte algo que me jodería aún más.

— ¿Qué? Ellos jamás me tendrían envidia.

—Jacob, la gente quiere que te vaya bien, pero no mejor que a ellos. Tienes buenas notas, eres buen jugador de fútbol y tienes novia, tus amigos no son como tú.

Eso no era cierto. Mis amigos son mejores que yo, en todos los aspectos. Somos distintos, pero cada uno tiene algo especial. Jamás me iba a comparar con ellos, porque saldría perdiendo. Lo que decías no tenía sentido, así que decidí contarte el verdadero motivo de nuestra discusión.

—Ellos creen que me estás engañando.

Frunciste el ceño sin entender del todo, entonces un suspiro se escapó de tus labios. Mientes bien, muy bien. Tan bien que serías una gran actriz, nunca te lo dije, pero después de todo, es lo que pienso. Esperaba que te dignaras a juntar más de tres palabras o que dijeras algo al respecto, pero no dijiste nada. Te quedaste ahí mirándome. Tras unos minutos, me preguntaste:

— ¿Les crees?

— ¿Qué? ¡Por supuesto que no!

— ¿Seguro? Porque quiero estar contigo, teniendo la certeza de que tú también quieres estar conmigo.

—Por supuesto que quiero estar contigo.

—Entonces, ¿no les crees?

—No lo hago. De verdad que no lo hago.

De repente, me sentí mal y no sé si fue porque no le creía a mis amigos o porque estaba hablando de ello contigo.

Aquella conversación, forma parte de mi lista de errores, que está encabezada por tu historia y la mía. Creerte no fue un error, que me mintieras lo fue. 

Cuando llegué a casa, me crucé a mi madre en la entrada. Tenía turno de noche y me avisó que tenía la cena en la nevera y que Collins estaba en mi habitación. Tú esto no lo sabes Sophie. No te lo dije. Subí lo más rápido posible a mi habitación y cuando entré, lo vi sentado en la cama.

— ¿A qué has venido?

— ¿No crees que deberíamos hablar?

—No.

—Jacob, ¿no crees que deberías escucharnos antes de dejar de ser nuestro amigo?

—No.

— ¿Solo me vas a responder con monosílabos?

—Si.

Collins resopló con impaciencia.

—Muy bien, pero antes de irme me gustaría decirte una cosa. — dijo. La rabia se hizo presente en su voz. —Dicen que hay dos formas de ser engañado, una es creer lo que no es verdad y otra es negarse a creer lo que es verdad.

Sé lo que intentaba y antes de que creyera que lo había conseguido, dije:

—No tienes ni puta idea de nada.

Pero quien no tenía ni idea de nada, era yo Sophie.

— ¿No? Te recuerdo que soy tu mejor amigo.

—Tal vez deberías dejar de recordármelo y comportarte como tal.

— ¿Disculpa?

—Ya me has oído. Deberías apoyar mis decisiones, como hace un buen amigo. —dije.

No sabes cuánto me dolió hablarle así a Collins, no tienes ni idea. Puede que tú no lo entiendas, pero era como haberle dado una bofetada a tu hermano, con todo el odio y rabia que guardas dentro.

—No, lo que hace un buen amigo es decir cuando la estás cagando. Sabes mejor que nadie que te apoyaría si estuvieras haciendo lo correcto.

— ¿Lo correcto? —Me reí. — Que sabrás tú de hacer lo correcto o qué sabrán los otros de hacer lo correcto. A Marc solo le ha gustado una chica en toda su vida y nunca nos ha querido decir quién era. André está enamorado de su guitarra y por si se te olvida es un instrumento, no una persona. A Brian no le ha gustado nadie, nunca. Tú no has tenido novia en tu puta vida y la chica que te gusta lleva esperando años a que te dignes a pedirle salir. Tu vida amorosa es una mierda y tienes tanto tiempo libre que te metes en la mía. Entérate que no eres quien para aconsejarme.

—No voy a entrar en esto. —dijo y se puso de pie.

—Porque sabes que tengo razón.

—No, porque no quieres escucharme y has empezado a atacarme. Si lo que quieres es que no me meta en tu vida, dejaré de hacerlo, pero si alguien quiere que estés bien, soy yo.

—Sí claro, tú siempre quieres que esté bien. —ironicé.

— ¿Qué?

—Nada. —Entonces, me mordí el labio y decidí añadir algo más. — ¿Sabes qué? Te lo voy a decir. Tú quieres que me vaya bien, pero no mejor que a ti.

— ¿Qué coño dices?

El rostro de Collins transmitía confusión y sus ojos me decían que estaba muy enfadado por lo que acababa de oír.

—Que por fin he encontrado a una chica que me quiere y os empeñáis en joderlo todo.

—Debes estar vacilándome... ¿Lo dices en serio?

—Si. No te has alegrado en ningún momento por mi relación con Sophie, solo pones pegas.

—Eso no es verdad. Por dios, fui yo quien te animó a pedirle salir.

—Sí, y después tú y el resto os empezasteis a comportaros como unos capullos.

— ¿No te has parado a pensar por qué?

—Porque sois unos envidiosos.

— ¿Crees que tus amigos te tienen envidia?

—No lo creo, lo sé. —mentí.

No lo creía, por lo menos no del todo. Pero, entonces, viniste a mi mente y si de verdad ellos mentían, el único motivo que podía ser era que tuvieran envidia de mi relación contigo.

— ¿Sabes qué? No voy a seguir con esto. Me voy de aquí. —anunció.

—Me parece perfecto, pero no vuelvas a venir a mi casa, porque no eres bienvenido.

Eso último, me dolió decirlo en voz alta, pero me dolió mucho más la mirada que me dio Collins al salir de mi habitación.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora