Capítulo 01

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"Los últimos días de verano."

Es probable que nunca leas esto y no me extraña, ambos sabemos que nunca he sido lo suficiente valiente para decirte cómo me siento, pero ahora ya nada vuelve a ser como antes. Tú y yo sabemos porque, pero lo que nunca llegaste a saber es que aquella noche no pude decirte todo lo que quería. Tal vez, si llego a contarte nuestra historia seas capaz de comprender lo que realmente ocurrió.

Sí Sophie, nuestra historia, aquella que empezó el primer día de clase. Aquella historia de amor que armé en mi cabeza, pero que solo era pura ficción.
Solo tú y yo sabemos cómo acaba, pero lo que jamás supiste es que todo empezó mucho antes. Mucho antes de que nuestras miradas se cruzaran por primera vez aquel día en el pasillo del instituto. Mucho antes de que nos presentaran.

Todo empezó unos días antes de que acabara el verano.

Una de las cosas que más detestaba era esperar a André, pero si a eso le sumas los treinta y dos grados de una tarde de verano y estar en la calle con el sol en la cara, era de lo peor. Ese día llevaba como unos veinte minutos delante de su casa y él no se dignaba a salir. Podría haberme ido, pero André era el único del grupo que tenía el carnet de conducir, el único con edad para tenerlo. Los demás siempre iban por ahí en bici, pero a mí no me gustaba. En mi defensa diré que las bicis y yo nos llevamos mal. Una historia que se resume en agujetas, dolores de culo y alguna que otra caída. Una historia que nunca te conté.

Cuando al fin, mi amigo apareció por la puerta, empecé a aplaudirle para que notara mi descontento.

—Ya era hora, abre el puto coche y pon el aire. —exigí.

—Hola a ti también, cariño.

—Estoy sudando como un cerdo. Mi frente brilla, mi sobaco apesta y siento los pies húmedos.

—No me hacía falta esa información.

—Te jodes.

Una vez dentro del coche, sentí que era la persona más feliz del mundo.

Nunca te lo dije Sophie, pero me encanta el aire acondicionado de los coches. El aire fresco impactando en mi cara, el frío y tener el control. Supongo que a estas alturas ya te da igual, pero quería que supieras esto de mí.

—Dios, esto es gloria. Por cierto, ¿a qué esperas para conducir?

Antes de que pudiera responder vi como Andrea aparecía delante del coche y me saludaba con una mano.

—He tenido que traerla, espero que no nos moleste. —dijo.

Andrea es la hermana pequeña de André. Bueno, no tan pequeña ya que tiene mi edad, en cambio, André es un año mayor, pero eso tú ya lo sabes.

Te diré algo que no sabes. El tema de sus nombres. A ambos les gusta decir que sus padres los escogieron porque les gustaban. A mí me gusta pensar que hicieron algún tipo de apuesta, uno de ellos perdió y decidió combinar los nombres de sus hijos. Nunca supimos la verdad, pero decido creer que mi teoría es cierta. A estas alturas necesito pensar que hay algo de verdad en mi vida.

—Hola ricitos. —me saludó mientras subía al coche.

—Hola enana.

— ¿A dónde vamos?

—Al río. —respondió André por mi.

—Me dijiste que íbamos a la librería. —protestó.

—Tú a callar.

Los últimos días de verano eran sagrados para los chicos. Íbamos al río y comentábamos lo que hicimos estos tres meses. Normalmente, no eran grandes cosas, pero lo hacíamos para ponernos al día antes de empezar las clases. Como víspera de último curso, podría ser la última vez que nos reunimos todos antes de ir a la Universidad. En ese momento no pensé que había una posibilidad de que estuviera haciendo aquello por última vez y ahora que lo pienso, no sé cómo no estuve aterrado.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora