Capítulo 32

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"El funeral."

El funeral de Collins fue un día húmedo y gris, lo que supuso otro golpe más. Cuando llegué a la iglesia, vi que André ya estaba allí, en primera fila. Tal vez en otra ocasión me hubiera metido con él por ser puntual, pero esta vez era incapaz. Me senté a su lado y permanecimos en silencio. Marc y Brian llegaron juntos y cuando estábamos todos, seguía sin creerme lo que estaba pasando. Los rostros pálidos de mis amigos, me hacían entender que ya no estaba más con nosotros.

Observé cómo la gente iba llegando. El entrenador Paul, la profesora de Historia también y algunos profesores más. Incluso estaba el director del instituto. Tú no estabas Sophie, no viniste, me daba igual. Todo lo que estaba relacionado contigo empezó a darme igual. Sentía que no podía, que Collins no tenía que estar en ese maldito ataúd. Quería irme a casa, necesitaba irme a casa. Encerrarme en la habitación y llorar.

Entonces, llegó el momento. Sus padres habían dicho unas palabras o por lo menos lo habían intentado, ya que fue inevitable que el llanto surgiera. Me tocaba, tenía que levantarme y ponerme delante de toda esta gente. Lo hice, sigo sin saber de dónde saqué el valor, pero lo hice.

—Yo...eh...Collins es...era...

Mierda, no podía. Yo no podía con esto.

Miré el papel, después observé a cada una de las personas que estaban allí, mirándome, y comprendí que lo que había escrito no era para ellos. Cada palabra y frase que escribí la noche anterior era para Collins. Lo hice con la esperanza de que él pudiera escucharme, pero no era así. Doble el folio y respiré hondo. Me dije a mi mismo que esto lo hacía por él, porque si hubiera sido al revés, él si hubiera podido.

—Un día, cuando tenía once años, fui a la playa con mis padres. Era un día soleado, de esos que crees que nada va a salir mal, pero no fue así. Comencé a ahogarme. Mis padres estaban en la orilla, distraídos. Era como si cada vez tuviera menos fuerza, y por momentos lograba salir a respirar, pero el aire parecía ser insuficiente. En ese instante, pensé en todo; mi familia, mis amigos, mi casa, mi cama y en volverlos a ver, a sentir. Y a medida que iba perdiendo la conciencia, deseaba que alguien me viera y sacara de ahí. Estaba asustado, terriblemente asustado. Pensaba que iba a morir, que mi vida acabaría en ese instante y que todo lo que un día soñé, no se cumpliría. Fue horrible y ahora que pienso en ello, nada es igual.

Tuve que limpiarme las lágrimas que caían para continuar.

—Si me preguntaran hace unos días, probablemente diría que no me da miedo morir, pero en este momento, todo parece distinto. Porque recuerdo todo lo bueno y quiero vivirlo aunque sea, una vez más. La realidad es que nadie está preparado para morir, todos queremos un poco más de tiempo, porque jamás parece ser suficiente. Porque siempre queda algo pendiente. Un beso, una caricia o un adiós. Un abrazo, una conversación o un partido de fútbol. Siempre quieres algo más, una última vez, siendo consciente que será la última. A veces me quedo pensando en aquel día en que todo pareció volverse borroso, y no sé ustedes, pero yo estoy aterrado, de que se acabe el tiempo y aún me queden mil cosas por decir, por sentir, por amar y por hacer.

Hice una pausa, mientras pensaba en todo lo vivido con Collins.

—Desde ese día, decidí que viviría al máximo, porque la vida parece larga, pero es más corta de lo que imaginas. Porque un día todos y todo lo que conocemos va a desaparecer. Y ojalá sintamos que aprovechamos cada segundo de la vida. Ojalá, que cuando nos llegue el momento de irnos no nos dé miedo, ni nos ponga tristes, porque sentimos que ya vivimos todo lo que teníamos que vivir. Porque sentimos que ya hicimos todo lo que queríamos hacer. Decir lo que queríamos decir. A Collins aún le quedaban un montón de cosas por hacer, decir y por vivir. Como quien dice, aún tenía toda una vida por delante. Iría a la Universidad, se casaría, tal vez sería padre de unos niños increíbles y yo lo vería todo. Vería como mi amigo conseguía todo aquello que quería, aquello de lo que siempre me habló. Pero no fue así, la vida no quiso que fuera así. Y ahora que estoy aquí, esto es una mierda. Siempre he pensado que si alguno de los dos iba a morir, sería yo. Moriría de una forma absurda y poco heroica, en cambio, a él lo recordarían de por vida. Nunca pensé que un maldito coche me arrebataría todo. A mi amigo, compañero y hermano. No así, no ahora, no tan pronto. Ahora, que echo la vista atrás, recuerdo todo lo que he compartido con él, todo lo que hemos vivido en dieciocho años y sé con certeza que mi amigo aprovechó cada segundo de su corta vida en hacernos felices. Porque la verdad, es que ser amigo de Collins es lo más parecido a alcanzar la felicidad en esta vida.

Sorbí por la nariz y me sequé las lágrimas con el brazo. Me giré hacia el ataúd y pensé que ojalá supiera lo afortunado que he sido en ser su amigo y vivir la vida a su lado.

Volví a sentarme donde estaba y entonces, André se levantó. Sabía que los chicos iban a decir unas palabras, pero no me imaginé lo mal que me iba a sentir al escucharlas.

—Cuando Collins murió, a la mañana siguiente, el Conservatorio de Música se puso en contacto conmigo para decirme que una de sus plazas era para mí. Me alegré, sí que lo hice, pero toda alegría que había en mi cuerpo dejó de existir cuando supe que jamás sabría que me habían admitido. Recuerdo sentarme en el suelo y llorar, hasta que comprendí que él no quería eso. Collins querría que estuviera feliz, con la guitarra en las manos y el corazón en la música. Cantando y tocando cada segundo del día. Entonces, me levanté del suelo, cogí la guitarra y escribí una canción. Tal vez, nunca supo que entré en el Conservatorio, pero espero que sepa que la primera canción que escribí es suya. Porque si algún día, mi memoria falla, mis canciones siempre lo recordarán.

El siguiente en hablar, fue Marc. Subió ahí con lágrimas en los ojos y temblando, nunca antes lo había visto así. Marc era el más fuerte de todos, pero en aquel momento estaba roto, completamente roto.

—A mí siempre me ha gustado hablar. Todas las personas que me conocen, saben que nunca me callo. Pues hoy quiero confesar que una de las mejores cosas que te puede pasar, es encontrar con quien hablar. De cualquier cosa, hasta de los temas más raros. Encontrar a alguien que te escuche y no te haga sentir incómodo. Collins era esa persona. A la que podía sacar de quicio tras horas escuchándome hablar, pero él seguía ahí. Ahora que no está, siento que nunca nadie me escuchará como lo hacía él. Y todas las cosas que quiero decir, no suenan igual. Una vez, me dijo que él siempre iba a estar a mi lado y ahora, me parece imposible pensar que no me mentía. Porque aunque se haya ido, sé que seguirá conmigo. Igual que estará con vosotros, acompañándolos en cada decisión que toméis. Porque si algo querría Collins, era que siguiéramos adelante.

Era el turno de Brian, pero él no miró hacia nosotros. Miró hacia el ataúd y dijo:

—Collins, descansa en paz y que la fuerza te acompañe. Allá donde quiera que estés, cuida de nosotros, que solos no podemos.

Esbocé una sonrisa. Brian acababa de decir una frase de Star Wars y sabía, que si Collins estuviera aquí, le hubiera hecho muy feliz.

Llegó el momento. Iban a enterrar a Collins. Tenía ganas de gritar y llorar hasta quedarme sin lágrimas. Me sentía mal. Miré el ataúd mientras lo bajaban. Una parte de mí sabía que tenía que haber sido yo el que estuviera ahí abajo. Así al menos no tendría que seguir sintiendo.

La lluvia apareció, pero permanecí allí de pie, incapaz de alejarme de Collins. Releí la lápida llorando mientras lo recordaba.

COLLINS.

21-03-1999/28-05-2017

Se fue demasiado pronto, pero jamás será olvidado...

Me quedé mirando las palabras durante horas, dejando que la lluvia me empapara. Solo me marché cuando me avisaron de que iban a cerrar el cementerio. Perdido y con el corazón destrozado, pasé las siguientes semanas encerrado en casa. Solo salía para ver a la doctora Manreet. Los chicos estaban igual o incluso peor que yo. Poco a poco iban pasando los días y sentía que no podía más. Que tarde o temprano, me acabaría de romper.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora