Capítulo 21

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"¿Tus amigos o yo?"

Sophie, ¿recuerdas el día que conociste a mi madre?

Estoy seguro que sí, pero lo que tal vez no recuerdas es que tú nunca me presentaste a los tuyos. Yo hablé de ti con mis padres, creo que hablaba a todas horas de ti. Nunca me molestó que no me presentaras, lo que me molestó fue saber que ellos no sabían de mi existencia.

¿Eso es lo que era para ti Sophie? ¿Tu secreto?

Aquel día que fui a tu casa me encontré a tu madre en la entrada, nunca te lo dije. Nunca te dije la conversación que tuve con ella. No sé porque no lo hice.

— ¿Puedo ayudarte en algo, cielo?

Tardé un momento en darme cuenta de que hablaba conmigo. Su mirada me intimidaba y, aunque abrí la boca para contestar, no me salían las palabras.

Por dios, era tu madre Sophie. ¿Qué se suponía que tenía que decir.

—Yo...eh...he venido a ver a Sophie.

A continuación, me dedicó una sonrisa, como si le pareciese divertido. De pronto, ya no solo me sentí incómodo, sino también idiota. Lo normal habría sido que supiera que iría, es su casa y tú eres su hija.

—No sabía que esperaba visita, supongo que debes ser un compañero del instituto.

Asentí.

No le dije que era tu novio, no sé porque no lo hice.

—Bueno...eh...quedamos aquí a las cinco.

— ¡Dios! Que maleducada soy. Me llamo Silvia.

—Jacob, encantado.

Creo que en ese momento me di cuenta que mi nombre no le sonaba, la cara que puso lo desveló.

—Igualmente, cielo. Mi hija debe de estar en el salón esperándote, yo tengo que irme a trabajar. Como si estuvieras en tu casa.

Me guiñó un ojo y, aunque desconozco el motivo, de pronto me reí.

—Gracias.

Llamé a la puerta y esperé. Recuerdo esperar cinco minutos, mientras pensaba en lo agradable que era tu madre. Si nos hubieras presentado, ¿le caería bien? No lo sé Sophie. Es algo nunca llegaré a saber.

Cuando entré, estuvimos hablando un rato y después empezaste a pintarte las uñas. Parecías concentrada en que te quedaran perfectas y me tomé la libertad de observarte, estoy seguro de que tú no te diste cuenta. Mientras te miraba, solo podía pensar en lo preciosa que eras. Sophie eras una de las personas más preciosas que he conocido y yo era la persona más insegura de este planeta. Sé que mucha gente se preguntaba qué hacías tú con alguien como yo. Eres decidida, divertida y segura de ti misma, y yo, siempre tenía dudas, era aburrido y el miedo me frenaba en todo momento. Tú y yo éramos como dos polos opuestos, de alguna manera me gustaba pensar que nos sentíamos atraídos el uno por el otro, pero algo me decía que la atracción que yo tenía por ti era mucho mayor. Y no me equivocaba.

— ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que te quiero? —titubeé.

—Me lo dices todos los días.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora