Epílogo

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" Querida Sophie:

Siempre quisiste que te escribieran una carta de amor, me temo que esta no es una de esas.

Recuerdo el día exacto en el que te conocí. Todo el mundo me dijo que tuviera cuidado, que me iba a enamorar perdidamente de ti. Decían que iba a caer rendido a tus pies. Que tarde o temprano me acabarías gustando, y así fue.

Supe que me gustabas cuando nuestras miradas se cruzaron en medio de tanta gente. Cuando apartaste la vista y me di cuenta que yo no podía. Me cautivaste e hipnotizaste desde el primer día que te vi. A partir de ahí, nuestra historia ya la sabes.

Llegaste a mi vida como cualquier persona llega a un lugar nuevo. En busca de aventuras y experiencias. Yo, todo ingenuo, dejé que entraras, sabiendo que no querías quedarte, que en cualquier momento se acabaría.

Si hubiera sabido cómo sería lo nuestro, tal vez no te hubiera pedido salir. Si hubiera sabido las consecuencias que tendría esa decisión, no sé qué hubiera hecho. No tengo muy claro qué hubiera pasado, solo sé que estaba enamorado de ti. Estaba enamorado de una persona que no lo estaba de mí. De la chica que rompió mi corazón en aquella habitación, pero eso ya da igual. Las cosas han cambiado y ambos lo sabemos.

He de admitir, que siempre tuve miedo de que lo nuestro no funcionara por mi culpa. Que encontrarás a alguien mejor y dejaras de quererme. De no ser el chico que merecías en tu vida. De que no te gustara tal y como soy. Por dios, tú eres Sophie y yo solo Jacob. En ningún momento hubiera funcionado, tal vez en otra vida, una donde la sinceridad formara parte de nuestra relación. No lo sé, ya da igual. Lo que importa es que no debes tener miedo en una relación. No debes despertar cada mañana pensando que tu pareja dejará de quererte. De vivir con el sentimiento a no ser suficiente.

Durante todo este tiempo, mis padres me han obligado a ir al psicólogo. Me cerré en una burbuja de dolor y lástima de la que me negaba salir. Ahora, puedo decir que estoy mejor, que lo he conseguido, con ayuda.

En esta caja, tienes el número de mi psicóloga. La doctora Manreet es una buena persona, de esas que cualquiera quisiera encontrar. Yo, he podido hablar de nosotros con ella. Del momento exacto donde escuché a mi corazón romperse, de cuando te vi con otro, de todas las veces que discutimos, de cuando subiste al coche con Collins y él nunca volvió. Desde el momento que me enteré que mi mejor amigo había muerto y de todos los momentos que vinieron después.

Tal vez ella pueda ayudarte.

Supe por otras personas que la culpa te persigue. Qué te vas a dormir cada noche con un sentimiento que no te pertenece. Con el deseo de que todo haya sido una pesadilla. Lo sé, porque yo lo hacía. ¿Qué si me culpo por lo que le pasó a Collins? Lo hice, durante mucho tiempo. Cada segundo del día de mi maldita existencia.  A veces, mi cabeza me dice que sí. Que si tan solo hubiera hecho algo distinto esa noche, mi mejor amigo estaría a mi lado. ¿Tú tuviste la culpa? Por supuesto que no.

He pensado mucho en qué pasaría si él nunca hubiera subido a ese coche, ido a esa fiesta, te hubiera llevado a casa o si ese conductor no hubiera bebido. Son muchos condicionales, demasiados. Y sé que tú también piensas en ellos.

Quiero que sepas que nunca quise que te pasara algo. Jamás deseé que fueras tú quien muriera esa noche y jamás voy a hacerlo. Sé que nunca te lo he dicho, pero es la verdad.

Lo nuestro no acabó bien, pero eso no significa que te odie. No lo hago, jamás lo haría. Mereces seguir, avanzar y prosperar. Mereces hacer lo que siempre quisiste.
No te preocupes por mí, soy inteligente, tengo metas en la vida y sé como curar un corazón roto. Voy a ir a NCAA-CI, como siempre quise. Voy a cumplir mi sueño y el de mi mejor amigo, porque Collins querría eso. Igual que querría que tú no te culpases.

Ahora, tengo que irme y no sé qué hacer con todo lo que me diste. Así que, te lo devuelvo. Te devuelvo nuestra historia, la tuya y la mía, la que está en esta caja. Las entradas de cine, nuestra primera foto y los aviones de papel. Las inseguridades que me dejaste cuando elegiste a otro estando conmigo. El miedo a que lo nuestro no funcionara por mi culpa. La pulsera que te iba a regalar por tu cumpleaños, los para siempre y cada beso que nos dimos. La carta donde te pedía ser mi novia, esa que tiraste a la papelera después de decirme que sí. El jersey que olvidaste en mi casa y el libro que me prestaste.

Te devuelvo todo lo que me dejaste. Las fotos, las cartas y todo lo que me diste. Te devuelvo el dolor, la culpa y los miedos. Te lo devuelvo todo. Perdón por no saber qué hacer con ello.

Las saco de mi vida, como quien se saca una cana del pelo, del tirón y sin miedo. Es tuyo, haz lo que quieras con esto, yo ya no lo quiero.

Jacob Leve."

Dejo el bolígrafo en el escritorio, meto la carta en la caja y la cierro. Echo un último vistazo a la habitación y veo la foto con Collins en la mesita de noche. Un sentimiento me invade y sé cuál es, nostalgia. Sin duda, echaré de menos este sitio, pero más los recuerdos que hay en el.

El día que pinté la habitación con Collins, esa vez donde los chicos decidieron jugar con el balón y acabaron haciendo una grieta en la pared, aquella vez que el grillo de mi amigo se quedó conmigo unos días, cuando era verano y jugamos con las pistolas de agua dentro de casa, el día que me caía por las escaleras, esa vez que vi una película de terror con mi mejor amigo y dormimos debajo de la cama, etc.

— ¡Jacob! —oigo gritar a mi madre mientras sube las escaleras. — ¿Llevas todo?

—Si...—respondo, con una sonrisa triste.

— ¿Qué pasa? —me pregunta preocupada.

—Echaré de menos todo esto.

—Cariño...

Oh no. Mala idea ponerme en modo sentimental con mamá.

—Tengo que pasar por un par de sitios antes de irme.

—Llámame cuando llegues.

—Lo haré.

—Aliméntate bien y estudia mucho.

—Mamá...

—Cualquier cosa siempre puedes volver.

—Lo sé.

—Si necesitas algo, llámame. Da igual la hora que sea, tú llámame.

—Lo haré. Te llamaré siempre que pueda, te lo prometo. Te quiero, no lo olvides.

***

Después de dejar la caja en la entrada de la casa de Sophie, me dirijo al cementerio. Sé que no me voy para siempre, y lo más probable es que venga a hacer muchas visitas, pero quería despedirme de Collins antes de irme.

—Hubo un día en que te visitaba y hoy visito tu tumba, y es una auténtica mierda. Ahora deberías estar en mi casa, contándome cualquier cosa, desde la más estúpida a la más sensata. Porque así eras tú. Collins, lo siento, de verdad. No hay ni un solo momento en el cual no piense en ti, tampoco en la idea de encontrarme contigo cuando salgo de casa. Pienso en lo bonito que sería poder abrazarte, escucharte hablar, observar cómo te brillan los ojos cuando algo te hace feliz, verte sentado en el sofá de mi casa, a mi lado en cada partido, escuchar tu risa contagiosa y como ves realmente las cosas buenas que te ofrece la vida. Me encantaría haber hecho la maleta contigo y que en la residencia me obligaras a ver todas las películas de Star Wars. Te prometo que las veré y cuando eso pase vendré aquí a decirte si me gustaron. Después de abrir mi carta de admisión, abrí la tuya. —Sonrío al recordarlo. —Espero que allá donde estés, sepas que lo has conseguido y que voy a seguir, por ti, por mí y por nosotros. Vas a estar orgulloso de mí, te lo prometo hermano.

Me pongo de pie y subo al coche. Hay una Universidad que me espera, un sueño que espera por mí y lo lograré porque hay una persona en el cielo que espera verme triunfar.

FIN.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora