Capítulo 28

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"Collins."

Un móvil me acababa de despertar, más bien, nos acababa de despertar a todos. Era aún de madrugada, alrededor de las cinco o seis de la mañana. Lo sabía porque en el salón de Marc había un reloj enorme que indicaba la hora, de esos que no paraban de sonar.

—Por dios, que deje de sonar esa mierda. —se quejó Marc.

— ¿De quién es el móvil? —preguntó André, aun dormido.

—Es mío. —respondí.

—Apágalo.

—Voy.

No iba a coger la llamada, pero entonces vi en la pantalla quién era. Lo primero que pensé es que me había metido en un gran lío. Salir de casa, sin avisar y pasar la noche fuera. Me iban a castigar, no solo eso, me iban a dar el sermón de mi vida. Le di al botón de aceptar y esperé los gritos. Esperé y esperé, pero no llegó nada.

— ¿Mamá?

No hubo respuesta. Escuchaba unos gritos y llantos de fondo. No entendía bien qué estaba pasando. El corazón me iba a mil.

— ¿Hola?

Entonces mi madre habló.

—Dios mío, estás bien. —Dijo entre sollozos. — ¿Dónde estás?

—En casa de Marc. ¿Qué pasa? ¿Estás llorando? ¿Por qué lloras? ¿Dónde estás?

Durante unos segundos, que fueron eternos, no dijo nada. Solo podía escuchar a mi madre llorar y no entendía porque.

—Cariño, estamos en el hospital. Collins ha tenido un accidente...

Dejé de escuchar. No hizo falta que mi madre dijera nada más.

Vi que mi mejor amigo no estaba en aquel salón, que su coche aún no había llegado y que probablemente, nunca iba a llegar. Y mientras que mi madre seguía hablando, solo podía pensar que era lo que había pasado.

Poco a poco, el teléfono empezó a deslizarse por mi mano y acabó cayéndose al suelo. Vi como André se quitaba la almohada de la cabeza y me miraba expectante a que le explicara qué es lo que estaba pasando. Sentía como mi cuerpo no podía reaccionar y de un momento a otro, no podía respirar.

Los chicos vinieron hacia mí, preocupados. Escuchaba como me preguntaban qué es lo que estaba pasando, pero era incapaz de hablar. Y de un momento a otro, todo se volvió negro, frío y distante. Como si yo ya no estuviera aquí. Me subieron al coche y André se saltó gran parte de los semáforos rojos que había. Era como si todo fuera a cámara rápida. El corazón me latía muy rápido, como si en cualquier momento me fuera a salir del pecho. Apenas podía respirar y mi cuerpo era incapaz de reaccionar.

Una vez llegamos al hospital, no me podía creer lo que estaba pasando.

—Jacob, venga. Mierda. Tienes que moverte. —Me cogió de la muñeca y tiró de mí hasta dentro.

Con cada paso que dábamos, todo parecía ir más rápido.

André tiró de mí en todo momento, algo me decía que pensaba que, si me soltaba, yo no andaría. Y no podía culparle, porque era exactamente lo que haría. Me quedaría quieto, mientras mi mente deseaba que nada de esto estuviera pasando.

Era mentira, tenía que ser mentira. Esto no puede estar pasando. No a Collins. Él no...

André tenía la respiración acelerada, estaba muy nervioso, pero no era lo mismo. Yo no podía enfrentarme a esto. No podía andar. Estaba asustado, él no. Yo tenía miedo de llegar a la habitación, él no. Yo sabía que algo malo estaba pasando, él no. Él pensaba que todo iba a estar bien, de verdad que lo creía.

Una vez llegamos al pasillo de la habitación, vi a un pequeño grupo de personas: mis padres, los padres de Collins y los chicos. Todo estaba en silencio. Era como si las lágrimas y el dolor se hubieran apoderado del sitio. De pronto, empecé a andar y llegué junto a mi madre. No sé cómo lo hice, no sé ni cómo fui capaz, pero pasó.

— ¿Dónde está? —Pregunté, casi incapaz de hablar. — ¿Dónde está Collins?

Los ojos de mi madre estaban rojos de tanto llorar. Collins era como un hijo para ella, era como si hubiera sido yo quien estuviera en el hospital.

—Él no... —Se le quebró la voz y no dijo nada más.

— ¿Qué pasa? —Insistí. — ¿Dónde está?

—Jacob, cariño...

— ¡¿Dónde está?!

Mi grito alertó a André, que se acercó a mí.

—Creo que deberías sentarte...

—No quiero sentarme. ¿Qué ha pasado?

Nadie me decía nada y entonces, lo supe.

Collins había muerto. Una noticia inesperada. Atroz. De esas que no dejan escapatoria y que nunca querrías escuchar. De esas que te cambian la vida. Que hacen que te preguntes qué harás a partir de ahora. De esas que una vez llegan, ya nada es igual.

Sophie, tú no estabas en aquel coche. Lo que ocurrió fue después de que te dejara en casa. Fuiste la última persona en ver con vida a Collins. No debiste ser tú, tuve que ser yo. Tuve que ser yo, su mejor amigo, no tú, la chica que me rompió el corazón.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora