"Tú y yo somos diferentes."
¿Cuántas citas se necesitan para conocer a una persona? Pienso que no hay un número exacto. Da igual que sean tres o cien, nunca llegas a conocer del todo a alguien. Tú y yo nos veíamos todos los días, quedábamos después de clase para estudiar o hacer algo juntos, pero citas como tales, solo tuvimos dos. Me cuestionaba bastante como todo podía sentirse tan bien a tu lado y de cómo mis sentimientos cada vez se hacían más grandes.
En ese momento, íbamos a tener la tercera cita. Estaba incluso más nervioso que la primera vez. Quería llevarte a una cafetería vieja que se encontraba escondida en un callejón. Quería desayunar contigo, aun no sé cómo, pero aceptaste. Dijiste que si Sophie y me hiciste muy feliz.
Estaba esperando junto a aquel semáforo, cuando te vi venir. No pude evitar quedarme embobado mirándote. Sophie eres guapa, muy guapa. Tú lo sabes. Todo el mundo lo sabe. Tu pelo rubio y rizado te hace destacar. La gente se gira a verte cuando pasabas, transmites paz y felicidad. Eres de esas personas que parecen salidas de una película de romance, irreales. Así eres tú. Guapa, lista y perfeccionista. Irreal. Por dios, eres Sophie. Y yo solo Jacob. Aquello tenía que haber sido suficiente para darme cuenta que tú y yo nunca debimos empezar algo.
—Buenos días. —dijiste.
—Hola. —respondí.
—No puedo creerlo.
— ¿El qué?
—Lo temprano que es. ¿En qué estabas pensando?
—Bueno...eh...quería invitarte a desayunar.
—Siéntete especial, no madrugo por nadie. ¿A dónde vamos?
Nunca te lo dije, pero en instante, me sentí la persona más especial del mundo.
—Tartas Tartitis. Creo que te va a encantar ese lugar.
— ¿Ah, sí? A ver si es verdad.
Mientras andábamos, me cogiste de la mano. No sé cómo no pudiste notar lo nervioso que me puse. El corazón me empezó a latir muy rápido y pensé que en cualquier momento, tendría que llamar a una ambulancia. Cuando llegamos a la cafetería, no me soltaste. Entramos, como si fuéramos una pareja. Eso me gustó. Entonces, tuvimos que sentarnos y ahí nuestras manos se separaron. Cuando tu mano dejó la mía, todo pareció menos bonito. Como si el mundo hubiera perdido un poco de color.
— ¿Te gusta? — te pregunté.
—Parece la casa de mi abuela. —arrugaste la nariz, con desagrado.
No me esperaba esa respuesta. Solté un suspiro. Las cosas no estaban yendo como me esperaba. A decir verdad, Tartas Tartitis no era un mal sitio, o por lo menos era lo que yo pensaba.
—Eh...es un sitio un poco viejo, pero las tartas están buenísimas.
— ¿Qué me recomiendas? —me preguntaste cogiendo la carta.
—La tarta de frambuesa.
Entonces, llegó la camarera.
— ¿Ya sabéis que vais a pedir?
—Un café y una tarta de frambuesa. —respondiste Sophie.
—Un Colacao y un bizcocho de limón, por favor.
Escuché como tomabas aire profundamente y al momento soltaste una carcajada.
— ¿Qué pasa?
—Nada, solo pensaba en lo diferente que somos. —me confesaste, burlándote.
— ¿A qué te refieres?
—No bebes café.
—No me gusta.
—Pero te gusta el limón.
—Es solo un sabor. —contesté, como si fuese obvio.
—No lo es. — Sonreíste aún más. —Eres todo lo contrario a mí.
Se me puso la piel de gallina. No sé por qué, pero parecía que eso no significaba algo bueno. Ahora ya sé que no era bueno.
Tenías razón Sophie, tú y yo no somos igual, jamás lo seremos. No por nuestros gustos, tú sabes porque. Nuestros corazones están hechos de algo distinto. No hay maldad en el mío, después de todo, no hay ni una pizca de maldad, pero el tuyo es otra historia.
— ¿Eso es malo?
Negaste con la cabeza.
—Mi ex y yo éramos iguales, hacíamos lo mismo, pensábamos lo mismo y pedíamos lo mismo. Tú eres diferente. No te gusta que te miren y pides lo más raro que hay en la carta, me gusta. Siento que esto es diferente a mi relación anterior.
Quise decirte que si era diferente, porque yo no era como tu ex. Yo no pedía lo mismo que tú y tampoco iba a hacerlo, porque no me gustaba. No iba a beber café y tampoco iba a cambiar mi sabor favorito. No quería parecerme a él, pero cada vez que lo mencionabas, me comparaba. Era inevitable. Pensaba que jamás estaría a su altura o, que en el fondo, querías que fuera como él. No sé si pensabas que esto era una competición, pero de ser así, yo siempre estaría en desventaja.
Así, que me callé. No dije nada. Sonreíste y desayunamos mientras me contabas algo sobre un trabajo de clase.
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Todo lo que no te llevaste
Romance"Te devuelvo todo lo que me dejaste. Las fotos, las cartas y todo lo que me diste. Te devuelvo el dolor, la culpa y los miedos. Te lo devuelvo todo. Perdón por no saber qué hacer con ello." Sophie, hay cosas que no sabes. Hay una parte de nuestra h...