🎪 Chapter IV: Nuevos integrantes

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Sebastian tomó el abrigo de su amo, tras haberlo ayudado a quitárselo. Acababan de llegar a la casa en la ciudad de la familia.

– ¡Te pregunto que por qué la cosa acabó así! –gritó Ciel, molesto.– ¡¿Cuánto te di una orden así?! –arrojó el sombrero.

– ¿Hay algún inconveniente?

El joven se detuvo y lo miró, frunciendo el ceño; suspiró, cerrando los ojos.

– Da igual. Ya lo discutiremos más tarde –volvió la vista hacia adelante.– Hoy ya estoy cansado. Quiero descansar cuanto antes –comenzó a caminar.

– Entendido. Pero...

Una de las puertas se abrió de pronto, y por ella salió un joven de piel oscura y cabello morado.

– ¡Ciel!

El menor se sobresaltó.

– ¡Ciel! ¡Por fin viniste, estaba cansado de esperar!

– Bienvenidos, señor Ciel, señor Sebastian –saludó, juntando sus manos delante de su pecho y haciendo una pequeña reverencia.

– Es verdad –llevó una mano a su cabeza.– Estaban aquí.

– ¡Cuánto tiempo, Ciel! –se abalanzó sobre él, abrazándolo.– ¿Cómo estás?

Soma comenzó a frotar su rostro contra la cabeza de aquel y le acariciaba el cabello, mientras seguía abrazándolo con fuerza. Ciel, por su parte, forcejeaba para que lo soltase; finalmente, logró empujarlo y separarlo de él. Agni sujetó al Príncipe, quien sólo sonreía.

– Quién pensaba que vendrían tan pronto a esta casa. ¿Ya me echabas de menos? ¿Te sentías solo?

– Lo siento, pero estoy cansado –se dirigió a las escaleras.– Ahora no me apetece tratar contigo. 

– ¡¿Quééé?! –gritó, siguiéndolo.– ¡Estaba esperando con ansias para competir contigo en ajedrez! –lo tomó por los hombros, deteniéndolo.

El pequeño peliazul frunció el ceño fastidiado.

– ¡¿Qué vas a hacer con ese entusiasmo?!

– ¡Ni idea! –se soltó y continuó caminando.

– ¿Qué pasa, Ciel? ¿Y esa cara tan larga? Ya que nos reencontramos, ¡Al menos sonríe un poco!

El de parche volvió a detenerse y miró al mayor con molestia.

– ¡Cállate! ¡Estoy cansado! ¡Silencio!

El Príncipe se sobresaltó. Ciel volvió la vista hacia adelante y subió las escaleras furioso.

– Si no sonríes, la felicidad se te escapará.

– Príncipe –colocó una mano en su hombro.

[Circo]

El perro negro ingresó a la carpa de su ama y se acercó a ella, quien leía un libro sentada en la cama. Tn cerró aquel y lo miró.

– Eso tardó más de lo que esperaba.

– Lo seguí hacia lo que parece ser su casa.

– Ya veo.

Aquel tomó forma humana nuevamente.

– Por ahora, no debe preocuparse por ello. Es hora de dormir, señorita.

– ...Sí, tienes razón. Estoy muerta.

Arioch tomó el libro, lo guardó en el baúl y, cuando la joven se recostó, tomó las sábanas y la cubrió con ellas; volvió a tomar aquella forma de perro, saltó a la cama, y se recostó a su lado. Tn rió, lo abrazó y se acurrucó, cerrando los ojos para dormirse.

Suicide Circus 🎪 Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora