🎪 Chapter XXVII: Hundimiento

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La electricidad se detuvo, y de pronto aquella joven levantó una mano con algo de lentitud, lo que provocó exclamaciones de sorpresa. Sus padres sonrieron emocionados, y ella se incorporó.

– ¡Miren! –señaló con una mano.– ¡Con nuestra medicina, podemos incluso superar la muerte!

– ¡Increíble! –exclamó la mujer.

– ¡Doctor –lo miró.–, muchas gracias!

– ¡Esa es una salvación completa!

Todos comenzaron a aplaudir fuertemente.


– ¡¿Qué está pasando?! –cuestionó Ciel, abriendo los ojos con sorpresa.– ¿Realmente revivió un cadáver?

Sebastian mantenía una mirada seria sobre aquella joven.


– ¡Margaret! –la abrazó.– Mientras estés con vida, tu madre es...Tu madre es...

La joven abrió la boca, bien grande, y mordió el hombro de su madre, provocando que la sangre saltase. Los aplausos cesaron, siendo reemplazados por los gritos de dolor y miedo de aquella mujer.

– ¡Espera, Maggy!

La chica arrojó a la mayor sobre el ataúd, mientras seguía mordiéndola, devorándola. Aquella no tardó mucho en morir. Ella se incorporó y soltó un quejido, con la boca abierta y la sangre corriendo por las comisuras de sus labios.

Todos gritaron aterrados y comenzaron a correr, para huir.

Ciel frunció el ceño, tomó la peluca para quitársela junto a la venda y arrojó ambos al suelo.

– ¡Sebastian!

Sebastian tomó el listón en su cabello, deshaciéndolo y soltando la coleta falsa que tenía.

– Yes, my Lord –levantó una mano, sujetando tres cuchillos entre sus dedos.

La chica bajó del ataúd, pero antes de dar un paso, el mayordomo le arrojó los cuchillos, haciéndola caer.

– ¿La tienes?

– Por favor, atrás –pidió, colocando una mano delante de él.

La rubia soltó unos jadeos, mientras comenzaba a levantar las piernas con la cabeza hacia atrás.

– ¡¿Qué está pasando?!

– Estoy seguro que la apuñalé en el corazón –aquella se levantó.– Es un ser que no entiendo.

La mujer comenzó a caminar a paso tambaleante hacia ellos, con los brazos extendidos.


– ¡Maldición, falló! –gritó el Doctor. Miró a los otros dos.– ¡¿Por qué están de pie?! ¡Tómenla, rápido!

Ambos sacaron armas y comenzaron a dispararle a la fémina.

Ella escupió sangre, pero no cayó; giró hacia ellos y comenzó a caminar, acercándoseles. Uno le disparó de nuevo, pero no le hizo nada, y ella se le abalanzó encima para morderlo.

– ¡Inútil!

El Doctor salió corriendo.


– ¡Espera!

– ¡Bocchan! –lo detuvo.


El Doctor abrió la puerta y huyó.


– ¿Cómo demonios vamos a encargarnos de esto? –cuestionó Ciel.

Sebastian sacó otros cuatro cuchillos.

– Primero, desmembrarlo para que no se mueva.

– Estos tipos no pueden morir a no ser que les cortes la cabeza –dijo alguien más.

Suicide Circus 🎪 Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora