🎪 Chapter XXIV: El escritor que conoció al demonio

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Tn, Ciel y el escritor se sentaron alrededor de una mesa redonda. Sebastian comenzó a servir el té, mientras Arioch servía los postres.

– Hoy he preparado un Fortnum y Darjeling de Mason segunda cosecha.

– Para los bocadillos tenemos pastelillos.

El joven le dio un sorbo a su té y miró al escritor.

– Entonces, ¿Cómo supo que él seguía con vida, profesor?

– Pues no es como si tuviera una convicción de que seguía con vida, sólo tenía una sensación de disconformidad. ¿Cómo podría decirlo...? Fue demasiado perfecto.

El pelinegro sonrió, mirándolo.

– El mayordomo Sebastian y el pastor Jeremy...A pesar de que mi disconformidad era mucha, eran demasiado perfectos. Que fueran demasiado perfectos lo hacía extraño.

– Y con eso quiere decir...

– Era imposible de que hubiera forma de que todo fuera tan perfecto antes de morir, bueno, de ser asesinado. Eso no fue sólo un presentimiento. Y luego, cuando apareció el pastor Jeremy, por donde lo pensara era algo extraño. Tenía una coartada demasiado perfecto, y esas palabras de despedida...En el momento en que escuché eso...la identidad de disconformidad, me di cuenta de que hacía todo irreal y de que derrocaba nuestro razonamiento –bajó la mirada y luego miró al pelinegro.– El mayordomo Sebastian no había muerto. Había esa posibilidad –volteó la mirada.– Luego de pensar eso...Así que no pude quedarme tranquilo.

Sebastian sonrió y se giró hacia él.

– Así que dices que volviste luego de oír esas palabras –llevó una mano a su mentón.– Como era de esperarse de un persona que ha sido elogiada por Bocchan.

– No digas cosas innecesarias –regañó Ciel.

Tn rió.

– Y entonces... ¿Qué parte de mí te hizo pensar eso?

– Una de ellas fue el momento de la muerte del Conde Siemens. Ya que tú eras bueno para todo, sólo nos estabas observando. Luego, cuando el Conde fue sospechoso, no dijiste una palabra. Para un mayordomo, no proteger a su amo es algo extraño.

El joven recargó su cabeza en una mano.

– Ya lo sabías. Que luego sucedería el siguiente asesinato. Y las sospechas sobre el Conde se irían.

– Sí –sonrió.– Lo sabía.

– No me cabe duda.

– Sin embargo...Esa no fue la razón por la cual no protegí a Bocchan –negó con la cabeza.

– ¿No pensaste en servirme?

– No. Yo sólo estaba desconcertado en cómo mientras...estabas prediciendo algo que podría pasar –lo miró.

– ¡E-Esperen un momento! ¿Qué predicciones quiere decir?

El ojiazul levantó su taza, para que su mayordomo le sirviese más té.

– Nosotros sabíamos que dentro de las personas de la fiesta...había alguien que planeaba atormentar a Bocchan –tomó la taza y sirvió más té.

– Lo que quiere decir...que ustedes habían previsto que sucedería esto.

– Sí. También predijimos que el Conde Siemens se sacrificaría para eso, y que yo sería asesinado.

– ¡¿Qué?! –exclamó, poniéndose de pie.

– Ese sonido. No cabía duda de que fue el sonido de algo rompiéndose, pero no encontraba la causa del sonido, tampoco había aroma a sangre. Lo que quería decir...que una botella de veneno se había roto allí.

Suicide Circus 🎪 Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora