Capítulo 25: "Hacia adelante puede que otros ojos sea hacia atrás"

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Después de ese día las cosas cambiaron un poco en el lugar, Soren seguía usando corsets, puesto que para poder quitárselo debía seguir una estricta regla de aflojarlo un poco cada mes para que su cuerpo no dependiese del artefacto.

Sin embargo era la gloria entera sentir de nuevo esos pantalones y ropa holgada que tanto adoraba utilizar y esas finas botas masculinas. Sin maquillaje y siendo sí mismo, parecía ser el único que se encontraba alegre en el lugar.

Marck tenía firmes signos de sufrir estrés en el trabajo, puesto que ser funcionario de la corte del rey no era tarea fácil, y mucho menos ser jurado de los juicios.
Ver todos los días las maneras de enjuiciar a alguien y estar todo el tiempo pendiente de las pruebas necesarias para emitir una opinión, era bastante agotador.

Marck parecía encontrarse solo, sin hablar con nadie de lo que sucedía y solamente un día a la semana llegaba Angelo a comerciar y hablar con Marck, puesto que Angelo vivía en la ciudad, incluso más lejos de donde se encontraba el pueblo donde alguna vez vivió Soren antes de su matrimonio.

Soren de vez en cuando se asomaba a escondidas por el comedor, para ver al desvelado y cansado Marck, con el cabello desordenado y rizado sobre la cara, acomodando papeles importantes para otra larga jornada de trabajo.

Soren se sentía muy culpable por ello... Si tan solo el fuese Eloise, se acercaría a acariciar sus cabellos con una taza de té, dispuesto a acompañar a su marido y hacerlo sentir amado en su arduo trabajo.

Pero ahora Marck seguía molesto con el, pues aunque las sirvientas supieran y todo el personal de la mansión; la madre de Marck no debía enterarse de nada, puesto que llevaría a Soren a un juicio, que si se perdiese... La pena sería muy grave; y lo menos que Marck quisiera sería que por su culpa algo le sucediera al hermano de su prometida.

Hoy, Marck se encontraba en su día libre, hablando con muchas personas que asistían a la mansión, por lo que Soren tenía estrictamente prohibido salir al encuentro con las personas ajenas sino portaba ropa femenina.
Soren solo asomaba la cabeza desde el pasillo de habitaciones, observando a Marck hablar con las personas que iban.

Soren había contado unas 15 personas en un intervalo de 2 horas, como si Marck las estuviese entrevistando a todas y cada una de esas personas.

Cuando Soren se percató de que ya no vendrían más personas; salió al encuentro con Marck, bastante apenado por supuesto, pues el estrés de Marck había incrementado a partir de la verdad que Soren reveló a las sirvientas, no era nada fácil cerrar la boca de 15 mujeres arguenderas, y era por ello que Marck solo había elegido a Adalia para cuidar de Soren.

- Marck...- Exclamó Soren, teniendo mucho valor para dedicarle una palabra al pelirrojo.
Este se volvió lentamente hacia Soren, con las orejas completamente evidentes en el.
- ¿Qué quieres?- Contestó Marck evidentemente molesto con el mundo.

Soren solo bajó la cabeza ante eso, sintiéndose agredido. - Y-yo solo... Me preguntaba si comeremos juntos...- Contestó el rubio, pues ya era costumbre que comieran al mismo tiempo.
Mark dejó ir un resoplido y dejó caer la cabeza sobre la mesa, escuchándose un sonido sordo sobre esta contra su frente. - No lo sé...- Dejó ir el hombre a la nada. Lo que hizo que Soren torciera los labios hacia un lado y se retirara.

Al estar en su habitación, haciendo cualquier cosa en contra del aburrimiento, esta vez... Apilando cartas para hacer un castillo de naipes.

Escuchó como se abría la puerta, levantando la mirada desde la alfombra donde estaba acostado apilando los naipes.
Marck entró con un sombre entre manos, tratando de abrirlo. - Soren.- Mencionó Marck quedándose quieto para poder abrir con delicadeza el sobre sin lastimar el interior.

"El arte de la mentira"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora