Ajetreados, así podían llamarse a los días de Septiembre en ese lugar.
Soren y Marck no habían hablado acerca del beso en absoluto, como un secreto que no se mencionaría nunca pero estaría presente en ambos.
Marzialle ayudó mucho a Soren a canalizar sus emociones y reprimir ligeramente sus impulsos y su actitud seca que siempre se encontraba a la defensiva en contra de Marck a pesar de estar enamorado.
Todo se sentía más armonioso, más ligero; e inclusive entre las sirvientas la armonía reinaba. ¿Había que olvidar que el gato de Marck ahora dejaba que Soren le cargase y le mimase?
Pero como suele suceder con la tranquilidad, y así siempre pasa y pasará como ley obligatoria del destino y universo... Esta se vio resquebrajada en cuanto recibieron una alegre visita de Jeanne, quien había ido a notificar que la opulenta fiesta que se realizaba cada año entre las amistades de la señora esta vez se celebraría en la mansión de Marck, en un interesante baile.
Y ahí estaban, Marck y Soren, esforzándose al máximo para poder llevar a cabo tal baile, y vaya que sería difícil ya que el salón de fiestas era un desastre y debía ser limpiado y restaurado.
— Dame los clavos.- Comentó el pelirrojo, quien en una pequeña y diminuta coleta impedía que sus rizos cayeran sobre su frente mientras restauraba el mobiliario del salón de fiestas.
Soren se acercó alcanzando los clavos para entregárselos a Marck, quien tomó dos sosteniéndolos entre sus labios para comenzar a martillar un tercero en la pata de una silla.
— No entiendo porqué tienes que hacer esto tú y no contratas a alguien.- Comentó el rubio sentado, mientras miraba asombrado a Marck, quien demostraba todas sus aptitudes en diferentes campos de la materia.Marck sonrió una vez que el clavo quedó completamente enterrado en la madera fina de la silla. Y con ello miró a Soren con esa misma sonrisa quitándose los clavos de la boca.
— ¿Nunca has vivido una tradición familiar o algo por el estilo?- Preguntó el pelirrojo dejando la silla fina de caoba en el suelo, dispuesto a todas luces a descansar un poco.
Soren encogió los hombros mostrándose desinteresado ante el tema. — No, en mi familia la única tradición era irme lo más seguido con mi nana y su esposo.- Contestó el rubio.
Marck rió ligeramente ante la sencillez de su compañero. — Mira Soren, esta fiesta es en honor de la mujer que unió el grupo de amigas de mi madre, pues la bisabuela de su amiga, la señora Damaris Beckham se unió con las bisabuelas de las amigas de mi madre para hacer este pequeño grupo social.- Contestó Marck tratando de despejar la duda del rubio.
Asuntos sociales no eran el fuerte del rubio, por lo que le miraba arqueando la ceja sin mucha importancia, no era que no le gustara; es que no veía porqué debía interesarse tanto en el tema. — Marck, te estás liando... Eso no responde mi pregunta.- Contestó el rubio, intentando no sonar apático.
Marck volvió a reír. — Para el círculo social de las damas en el que pertenece mi madre, el matrimonio es algo sumamente importante, por lo que es tradición que si el hijo o la hija de alguna de ellas se casó, este organice la fiesta restaurando y haciendo todo salvo los arreglos que requieren sastres como la ropa que llevarán el novio y la novia.
Soren parpadeó rápidamente y negó con la cabeza mientras agitaba los brazos de manera de negación.
— ¿¡Estás diciendo que esto es porque...!?— Porque me casé.- Contestó el pelirrojo alegremente, despidiendo un aura de alegría que fue demasiado para el avergonzado Soren.
— ¿Es la manera de conmemorar que tú...- Soren señaló a Marck, y seguido se señaló a sí mismo. — Y yo... Nos casamos?-
ESTÁS LEYENDO
"El arte de la mentira"
RomanceSoren Thomas es un chico de 18 años que vive en Inglaterra del siglo XIX Con trastornos serios de memoria y un cuerpo seriamente deformado con un corset. Vive una vida monótona a lado de sus padres los cuales no tienen sentimientos de cariño por su...