Adalia se quedó perpleja percibiendo enteramente el enojo de Soren. - ¿Q-qué sucedió? Creí que comenzaban a convivir mejor.- Comentó la mujer sin entender el ambiente.
Soren resopló con irritación. - Marck quiere contarle a Otón la verdad.- Contestó dejándose caer sobre la cama soltando un gran suspiro.
Adalia se sentó junto a él, acomodando la canasta sobre sus propias piernas. - ¿En serio? ¿Porqué?- Preguntó aún más intrigada.
- No tengo la menor idea.- Se escuchó la voz de Soren rebotando sobre las paredes de la habitación.- Tal vez quiere quejarse de mi con alguien más que Angelo.Adalia entornó la mirada y movió levemente el hombro del rubio. - No seas así Soren, ¿De qué se podría quejar?- Adalia se aclaró la garganta, tratando de imitar la voz de Marck. - Hay papá es que estúpido Soren, detesto sus dientes.-
Soren arqueó la ceja y se enderezó sobre sus codos para apreciar mejor la mala imitación que Adalia hacía de Marck.
- O sea... No Soren, realmente no considero que sea por quejarse de ti.-Soren volvió a resoplar y se dejó caer de nuevo sobre la cama, colocó sus antebrazos en su cara, tapando sus ojos con estos cruzados. - No quiero que le diga.- Contestó el chico, realmente se veía inconforme con la noticia.
Adalia revisó su canasta, sacando la carta que Marzialle le había dado para Soren. - ¿Porqué no quieres que se entere?- Preguntó Adalia observando el tibio sobre improvisado que despedía un delicioso olor a madera húmeda.
- Porque no quiero que una persona que ha sido tan amable conmigo comience a odiarme.-
Adalia se volvió toscamente para alcanzar a ver como la boca de Soren se curvaba hacia abajo, haciendo temblar sus labios de una manera que evidenciaba sus ganas de llorar.
- ¿Porqué el señor Otón haría eso? Es la persona más amable que conozco.-Soren se enderezó un poco, limpiándose una pequeña lágrima que se escurría por su mejilla. - ¡Marck también era amable!- Exclamó escondiendo su cara entre sus manos. - Él siempre fue amable con Eloise, la trataba con tanta delicadeza que sentía que mi piel era de vidrio... Pero al saber que era Soren...- Soren se encorvó recargándose sobre sus codos que estaban apoyados en sus rodillas. - Cuando el se enteró de que yo era Soren, toda esa amabilidad se desmoronó.-
Adalia no sabía como ayudarlo, de nuevo ese terrible nudo en la garganta, de nuevo ver llorar a Soren con ese terrible dolor de un amor no correspondido.
Soren se quedó en esa posición un poco más de tiempo, realmente turbado y queriendo evitar a toda costa que Otón le odiase, Soren encajaba tan bien con él que había desarrollado un pequeño cariño como una figura alterna paterna.
Adalia, sin saber que decir realmente, sin saber como lidiar con un corazón que había sido lastimado desde tiempo atrás, solamente tiró un poco de la ropa de Soren, llamando así su atención y obligándolo o volver la mirada irritada por las lágrimas contenidas.
Adalia le extendió el sobre de Marzialle. - Es la respuesta de tus padres.- Contestó la mujer dibujándose una pequeña sonrisa de apoyo. Soren tomó el sobre con los labios temblorosos, llevándose una mano a la boca y reprimiendo un sollozo al ver la cursiva y femenina letra de Marzialle.
Sintió el olor a madera mojada, la casa de Marzialle era una cabaña prácticamente, hecha de madera y del sudor y esfuerzo de los Collingwood; eso le traía de nuevo esa incesante y concentrada nostalgia. - Oh Marzialle...- Susurró para si mismo, cuidando de no dañar el sobre al despegar la cera de la vela.
Del sobre salió un papel minuciosamente doblado en dos partes, y por lo delgado que estaba, las letras parecían verse desde atrás, todo era la caligrafía fina y cuidadosa de Marzialle, como le gustaba ver a esa mujer escribir, esos momentos en los que tenía 13 años y la miraba aburrido desde la mesa hacer cuentas de los gastos familiares.
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"El arte de la mentira"
RomanceSoren Thomas es un chico de 18 años que vive en Inglaterra del siglo XIX Con trastornos serios de memoria y un cuerpo seriamente deformado con un corset. Vive una vida monótona a lado de sus padres los cuales no tienen sentimientos de cariño por su...