Capítulo 27: "Por favor, no me dejes caer"

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Al día siguiente todo se había tornado más tenso, Soren ni siquiera había cruzado palabras con Marck, después de todo era más que incómodo contando los dos besos de ayer, besos que Soren había disfrutado hasta el último roce, podía decir que no se arrepentía para nada, sin embargo lo hacía.

Se sentía terrible de haber besado de esa manera a Marck sin que hubiese un sentimiento mutuo y haber abusado de la situación para un segundo beso no era de caballeros como Soren, por ello tenía el remordimiento impregnado en cuerpo y alma.

Le molestaba en gran parte observar al detective Ende interrogar a todo mundo en la mansión sin salir verdaderamente a ningún lado para buscar a sus padres, se preguntaba si realmente serían capaces de encontrarles. El señor Abdel F. Watson se notaba más serio, sin embargo no parecía más que el lacayo de Marx Ende.

Se sentó en uno de los escalones de la entrada, frente a esa inmensa puerta a pensar las cosas, aún no podía creer que había hecho algo tan bajo para él.
Una parte de el realmente disfrutó hasta la última caricia de Marck, pero no era correcto haberlo hecho, simplemente no lo era.

Su abuelo siempre le había enseñado que los caballeros no se aprovechaban de las situaciones, y su abuelo era una persona muy buena y debía respetar sus enseñanzas.

Suspiró con pesadez, recargando los codos en las rodillas y el mentó en las manos, observando el sendero cubierto de pequeñas piedras que guiaba hasta la reja principal de la mansión.

Pero una un carruaje despampanante color negro y cubierto de detalles que arrastraba una carreta con cajas de madera recorrió ese sendero hasta detenerse frente a la mansión.
Soren solo observaba curiosamente aquel carruaje, algo había que le llamó bastante la atención.

La puerta se abrió, y de aquel carruaje salía Angelo, con un traje bastante diferente, con detalles en las mangas y diferentes cosas que no eran comunes en Inglaterra.
- Bonjour~!!- Anunció el hombre con una sonrisa despampanante y triunfal.

Soren al verlo se sobresaltó un poco, quedándose rígido en los escalones de piedra.
Angelo bajó la mirada hacia Soren, el semblante del hombre no cabía dentro de alegría, se notaba tan de buen humor.
Sin embargo a Soren no le simpatizaba, puesto que Angelo siempre aprovechaba las situaciones para burlarse de Soren.

- Qoi de neuf? ¿Monsieur Soren lui ont courir? ((¿Que pasa? ¿Le han corrido Caballero Soren))- Preguntó el hombre, subiendo los escalones para tirar de la campanilla y hacer saber que estaba ahí.

- No, no me han corrido Monsieur Angelo... Solo estaba tomando un poco de aire.- Contestó de mala gana el rubio, volviendo así la cabeza hacia otro lado con cierta molestia.

- vous êtes très désagréable, monsieur Soren. (((Usted es muy poco amigable Caballero Soren)) - Contestó Angelo, caminando hacia la carreta para revisar las cajas que había traído.
- Angelo, no me apetece hablar en Francés, no es que sea poco amigable es solo que usted no me agrada.-

- ¡Que directo!- Contestó Angelo abriendo la boca con impresión y seguido de ello unas fuertes carcajadas.
- Es así mi personalidad Angelo.- Contestó Soren cruzando los brazos con irritación.
- Yo solo intento ser cortés, por lo menos lo he llamado "Monsieur"-
- ¡¿Y eso qué demonios tiene que ver con la cortesía?!
- Que si quisiera y sin objeciones pude haberte llamado "Mademoiselle" o para una "mujer casada" "Madame"-

Soren, colmado de muy poca paciencia inhaló un poco de aire, llenando sus pulmones de oxígeno para evitar decir alguna mala palabra, pero simplemente su actitud impulsiva no podía ser reprimida ni siquiera por el mismo. - Usted es un m...
- ¡eh! Le recuerdo Soren que la mujer del dueño de la casa no puede decir malas palabras y mucho menos a los invitados que acaban de llegar de viaje.-
- No soy la mujer de nadie.

"El arte de la mentira"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora