- Vamos Gregson, en serio no tengo todo el día.- Exclamó aquel alto pelinegro con el cabello suelto y cargando una pesada caja de madera, su compañero, un hombre un tanto regordete con un par de pequeñas gafas que sólo aumentaban la redondez de su cara caminó detrás de Angelo.
- Señor Galimberti usted es demasiado impaciente.- Contestó el hombre llegando al fin a la carreta dejando dentro de esta las cajas.
Angelo tomó todo su cabello entre sus manos, amarrándoselo en una coleta discreta.
- Tengo prisa Gregson, me acaba de llegar una carta de mi mejor amigo que solicita mi ayuda.- Contestó este asegurando las cajas con unas cuantas cuerdas.- No entiendo si usted bien puede entregar toda su mercancía en ferrocarril, ¿Porqué tiene que hacerlo de manera tradicional?- Preguntó el hombre recargándose en el carruaje limpiándose las ligeras gotas de sudor que poblaban sus cienes.
- Porque no quiero tener una empresa enorme mercantil, mi negocio es sólo algo para hacer con mi vida.- Contestó el hombre asegurándose de que las ruedas de la carreta estuviesen en óptimo estado.
- Lo envidio tanto señor Galimberti, usted tiene una fortuna tan grande que ni siquiera podría gastarla toda.- Dijo el hombre suspirando.
- Supongo, no es como si me importase del todo... La utilizo para viajar y mercar productos exquisitos para los sentidos humanos.- Contestó el hombre dirigiéndose hacia los caballos del carruaje. - Además entregarlo personalmente a las damas es un buen negocio...- Dijo arqueando la ceja con una semi-sonrisa a la par de que acomodaba la crin de los blancos y colosales caballos que estarían destinados a tirar del carruaje.
- Usted, siempre pensando en lo mismo...- Contestó el hombre regordete agitando los brazos desesperado. - ¡Siempre!-
- Dime Gregson... Contéstame una pregunta.-
- ¿Qué sucede señor Galimberti?
- ¿En qué podría pensar sino es en eso?El hombre frunció el ceño acomodándose los anteojos con enojo, comenzando enrojecerse de molestia dado que Angelo le sacaba muy fácil de sus casillas.
- ¡Podrías pensar en cientos de cosas antes que eso!-Angelo rió bastante divertido, subiendo del lado del jinete en el carruaje. - El sexo es la combinación de la pasión, carne y deseo, una conexión con un sin fin de sensaciones que se desenmarañan en esa dulce contorsión debajo de ti.- Contestó el pelinegro en son solamente de molestar a su empleado.
- ¿Contorsión debajo de que...?
- Ya sabes... Cuando las supuestamente decentes damas dicen algo como: "¡Oh Señor Galimberti, voy a llegar!"Gregson exasperado por completo flectó la pierna quedándose sobre la otra en pequeños saltitos mientras se quitaba el zapato para lanzárselo al otro, objeto que el pelinegro esquivó antes de azotar las riendas del caballo y hacerlos avanzar mientras se escuchaban sus sonoras risotadas.
(...)
En la gran mansión, Soren se encontraba con un fuerte dolor de espalda, orillando a Adalia a regañarle severamente. - ¿¡Cómo se te ocurre dormirte con el corset puesto!? ¡Por un maldito berrinche niño tonto!- Exclamó la mujer, envolviendo la espalda del rubio con vendas, dado que por el dolor que le causó dormir con el corset no podía ponérselo, pero si se lo quitaba abruptamente teniendo su cuerpo acostumbrado a la presión de este le lastimaría peor; por lo que Adalia y Helen, la sirvienta más madura además de Adalia optaron por utilizar vendas.
- ¡Yo sólo quería dormir!- Contestó el jovencito con el tono de un adolescente malcriado.
- ¡Eso no quita tu irresponsabilidad ante esto! ¿¡Quieres acaso tener una maldita cintura de 37 centímetros!?-- Adalia, por dios llevo casi toda mi vida usando corset y es imposible para que mis medidas sean tan pequeñas y...
- ¡Tu cuerpo deja de crecer hasta los 21! Así que deja de ser tan orgulloso con todo y acepta que no hiciste lo correcto. Y no me hables así.
ESTÁS LEYENDO
"El arte de la mentira"
RomanceSoren Thomas es un chico de 18 años que vive en Inglaterra del siglo XIX Con trastornos serios de memoria y un cuerpo seriamente deformado con un corset. Vive una vida monótona a lado de sus padres los cuales no tienen sentimientos de cariño por su...