[42] Fryana.

1.6K 180 23
                                    

LUCY.

El corazón me latía desbocado mientras caminaba por la asombrosamente amplia habitación, que en nada envidiaba a los aposentos de mis padres. Casi quise suspirar cuando vi el amplio ventanal que había, y que mostraba una maravillosa vista del exterior. Mi loba se olvidó por un instante de todo lo que estaba ocurriendo cuando vio la amplitud del bosque, que se extendía sin fin en la lejanía, y deseé internamente transformarme y perderme en aquel maravilloso lugar.

Sin embargo, a pesar de que una parte de mí quería aprender todo lo que pudiera de aquel mundo que parecía surrealista, la tensa figura de Fiwa a mi lado, la hada Guardiana, hacía que mi piel se erizara. Podía notar su claro rechazo hacia mí, como quería que saliera de aquella estancia al instante, y como quería que me alejara de la mujer a la que protegía.

Tragué saliva con dificultad cuando escuché una tos ronca, dolorida, salir de la fina figura que reposaba sobre los cojines de la cama. 

–Lucy, conoce a nuestra Reina, Fryana –la voz de Fiwa sonó fría y amenazante, y a pesar de que sus ojos relucían verdes como dos gemas, notaba con exactitud que su amenaza seguía en pie: debía andar con mucho cuidado cerca de la reina si quería salir con vida de allí.

Parpadeando con nerviosismo y retorciendo mis manos, observé como la guardiana ayudaba a acomodarse a la hermosa hada que descansaba sobre la cama, y que tenía unos rasgos tan hermosos que ni siquiera la enfermedad que padecía hacía que su belleza disminuyera. 

La reina hada, Fryana, no era para nada como me la había imaginado: con el pelo negro recogido en pequeñas trenzas que caían sobre sus hombros, tenía unos hermosos ojos verdes, parecidos a los de Faye pero con una profundidad que demostraban que aquella mujer había vivido mil vidas antes que esta, y que conocía más secretos del mundo de los que nadie más podría imaginar. 

Casi sentí lástima por ella al verla en aquel estado demacrado. A pesar de su innegable belleza, podía sentir como su alma se marchitaba con cada segundo, como su cuerpo nutría aquel paraíso en el que vivían, sin poder negarse a ello pero sin poder aguantar lo que este plano exigía.

–No hace falta mantener tal formalidad, cariño –dijo entonces con voz ronca la reina, una vez que estaba recostada y bien abrigada y miró con un amor infinito a la hada rubia. Fiwa frunció los labios cuando Fryana se rió suavemente, pero no se apartó de la ligera caricia que la reina le ofreció. Una parte de mi corazón se agrietó cuando Fiwa se reclinó sobre Fryana y depositó un suave beso sobre sus labios, y sentí el dolor penetrante manar de la guardiana como cuchillas.

Me llevé la mano al corazón al sentir tal dolor, y ahora comprendí con mayor magnitud la amenaza de aquella hada. Su amada estaba muriendo por algo que no podía evitar, pero ella le protegería de cualquier mal que la amenazara.

–La formalidad es necesaria para educar a estos jóvenes –Fiwa se sentó en el borde de la cama, sin soltar la mano de la reina, y me lanzó una mirada seria durante unos instantes; con un suspiro derrotado, después de que Fryana la mirara con una ceja alzada, Fiwa me permitió acercarme a ellas–. Aquel vampiro salvaje al que rescataste años atrás ha vuelto, con un mensaje de Faye.

–¿Y bien? –preguntó entonces la reina, mirándome desde la cama. Fue entonces cuando sentí su mirada como un poderoso golpe en el pecho, tan asfixiante que mi loba tuvo que esconder el rostro entre las patas. Incluso enferma y con claros signos de debilidad en su rostro, Fryana era tan poderosa que no podía sostener su mirada sin temblar– ¿Niña?

La insistencia burlona de la reina hizo que espabilara. En ese instante, lo recordé todo: la guerra, la muerte. Tobías.

Cogiendo aire en una amplia bocanada, y a su vez para insuflarme ánimos, empecé a contar todo lo que había sucedido desde la llegada de Faye, y lo que estaba ocurriendo ahora: les conté lo que había ocurrido con la flor de Narovoa, con la guerra que iba a iniciarse en pocas horas, y en el terrible enemigo a los que nos enfrentábamos.

FAYE || LB#4 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora