FAYE.
Habían pasado cerca de veinte minutos desde que había obligado a la anciana a cambiar de conversación, pues había estado cerca de derrumbarme. No quería pensar en nada relacionado con aquel sombrío y misterioso vampiro, pues no tenía tiempo alguno que perder: debía centrarme completamente en mi búsqueda, en la flor de Narovoa y en mi madre. Solo en eso... Y nada más.
Sin embargo, cuando decidí que debía dejar de pensar en Raoul, sentí como mi cuerpo se estremecía y mis manos temblaban. Confundida por las sensaciones de mi cuerpo, una extraña corazonada me obligó a levantarme del sillón que estaba de espaldas a la puerta; segundos después, ésta se abrió con fuerza y mi corazón se aceleró cuando el vampiro que llevaba todo el día metido en mi cabeza apareció en ella. Roana, que lo había visto todo y que sabía lo mucho que me molestaba actuar así, sonrió.
–Bienvenido, Raoul–la sonrisa de la anciana se acentuó–. Hemos estado hablando de ti, ¿sabes?
Mis mejillas ardieron, estupefacta. ¡Cómo se atrevía! Mi mirada se clavó en el vampiro con horror, dispuesta a negarlo todo, cuando me di cuenta de que el rubio tenía el ceño fruncido, con aquellos oscuros ojos rojos refulgiendo con una extraña ira contenida. Una ira que era capaz de arrasarlo todo, una ira que había estado consumiéndolo a él durante mucho tiempo. Me estremecí, aterrada del enorme vacío que había en sus ojos y que él había ocultado con maestría desde que nos conocimos.
–Quiero saber todo lo que ocurrió días atrás, quiero descripciones de quién os atacó y cada mísero detalle del ataque, anciana –la voz de Raoul sonaba amenazante y fría, carente de emociones.
Parpadeé varias veces al no reconocer al vampiro que estaba ante mí. ¿Dónde se había escondido el afable y juguetón hombre que había conocido ayer? ¿Qué demonios había ocurrido para que su actitud cambiase radicalmente?
–No puedes hablarle así –dije entonces poniéndome delante de él, con la garganta apretada, deseando que dejara de comportarse así. A pesar de que no quería discutir, él no tenía ningún derecho a ordenar nada, no mientras estuviera en un territorio que pertenecía a mi raza, y mucho menos a una anciana que solo nos había ayudado... Sobre todo a mí–. Ella es la líder de esta aldea. Pídelo con...
–No te metas en esto, Faye –Raoul ni siquiera me miró, y sentí unas estúpidas ganas de gritar al ver que me hablaba como si fuera una niña que no entendía nada de lo que ocurría a mi alrededor. ¿Pero qué demonios le ocurría?–. Responde, anciana.
Furiosa como estaba, apreté con fuerza las manos y abrí la boca para mandarle al infierno, pero cuando Roana habló, aplastó cualquier esperanza que tenía de empezar una discusión con él.
–Tú ya sabes lo que ocurrió aquí, Raoul–los ojos de la anciana refulgieron cuando se reclinó hacia atrás, apoyando completamente la espalda en el sillón–. Hace varias noches, un grupo de vampiros furiosos entraron en nuestra aldea y nos atacaron. Ha sido la primera vez en siglos que nos atacan, así que no estábamos realmente preparadas para defendernos... al menos no de un ataque tan furioso –Roana suspiró y se llevó una mano a la frente, y por primera vez vi todos los años que aquella anciana llevaba sobre sus espaldas, de todo el dolor que había aguantado. Deseé echar a patadas al maleducado vampiro que le había empujado a hablar de aquel doloroso tema–. Varias hadas murieron en su afán por defender la flor de Narovoa, pero fue imposible detenerlo, era demasiado poderoso.
–¿Detenerlo, a quién? –la voz de Raoul se enronqueció, sus ojos se encendieron como dos llamas. Inconscientemente, retrocedí varios pasos al sentir de manera física como el poder manaba de él, como la temperatura disminuía en aquella pequeña cabaña. Anonadada y algo aterrada, mi garganta se apretó con fuerza–. Descríbelo.
Los ojos de Roana se abrieron levemente, sorprendida de aquella inesperada furia. Por mi parte, ni siquiera era capaz de comprender por qué tenía ganas de lanzarme sobre él y abrazarle, de hacer cualquier cosa para arrancar aquella frialdad de su cuerpo y su alma.
–Parecía un muchacho de unos dieciséis años, pero no lo era. Era aterradoramente poderoso y mezquino, disfrutó asesinando a aquellas que se interpusieron en su camino –Roana cerró con fuerza los ojos y negó con la cabeza–. Me obligó a entregarle la flor a la misma vez que amenazaba con arrancarle el corazón a Brarhi... Han sido unos días duros, muy duros para todas nosotras.
Dolida por el cansancio y el daño que se reflejaba en la voz de la anciana, observé como Raoul apretaba la mandíbula con fuerza y cerraba los ojos durante unos instantes; cuando los abrió, los clavó en mí. Mi corazón se tambaleó al ver un profundo dolor en sus ojos, como si estuviera atrapado en unos horribles recuerdos de los cuales no podía escapar.
–Habla de lo que tengas que hablar con ella, Faye, pero termina cuanto antes –Raoul se giró con intención de salir de allí–. Nos marchamos de aquí ya.
Me quedé muda mientras le veía salir de la cabaña como si fuera el amo y señor de todo. Confundida ante todos aquellos extraños sentimientos que se agitaban en mi pecho, miré a la anciana con el ceño fruncido.
–¿Qué demonios le pasa a este idiota?–murmuré, abrazándome a mí misma, sintiendo un extraño dolor en el corazón.
–Creo... Creo que tu vampiro conoce a quien hizo esto–murmuró la anciana, levantándose del sillón y acercándose a mí para entregarme su apoyo–. Y la historia que comparten entre ellos no es para nada agradable.
Yo no pude responderle nada mientras pensaba en Raoul. ¿Qué le habría ocurrido con aquel vampiro rubio que atacó a esta aldea días atrás? El rencor que había brillado en su mirada había parecido antiguo, muy antiguo... Y yo, estúpida de mí, había tenido unas incomprensibles ganas de borrar todas aquellas destructivas emociones de su cara y de su alma.
Sin embargo, sabía que no podía hacerlo, que no debía hacerlo si quería alejarme de él. Lo único que me debía importar era encontrar la flor de Narovoa y salvar a mi madre, nada más.
Y a pesar de que estaba completamente de acuerdo con las decisiones que mi mente estaba tomando, salí rápidamente de la cabaña, despidiéndome de Roana y de su amabilidad, en busca de un malhumorado vampiro que estaba robándome rápidamente la razón.
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FAYE || LB#4 ||
VampireCuarta historia de LOBO BLANCO, espero que la disfruten. Todos los derechos reservados, no se admiten copias o adaptaciones de ningún tipo. Gracias. Después de cuatro siglos de vacía existencia, Raoul creía que lo había visto todo. Con el paso de l...