[14] Fuego.

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Antes que nada... ¡FELIZ AÑO NUEVO! (Casi). ¡Y muchísimas gracias por haber hecho posible que llegara por fin a los 3k!

Espero que las vacaciones os estén yendo de maravilla :) Intentaré subir lo antes posible <3

OS QUIERO MUCHO.

·Paula·

FAYE.

Salí corriendo de la cabaña tras haberme despido de la amable y vieja hada, y maldije entre dientes cuando vi como Raoul desaparecía entre los árboles, convencido de encontrar la salida de esta enorme selva por sí mismo.

Enfadada y asustada por partes iguales, tardé varios minutos en alcanzarle, pero cuando lo hice, no estuve preparada para lo que encontré delante de mí. Con el corazón acelerado y sin saber realmente por qué le había seguido pues había estado aterrada de su pequeña muestra de poder en la cabaña, paseé mi mirada por todo su cuerpo en un intento vano de encontrar por última vez al burlón vampiro que había conocido horas atrás.

Estaba furioso, pensé mientras advertía la tensión de su espalda y la fuerza con la que apretaba su puño derecho. Con mi estómago apretado en mil nudos, caminé lentamente hacia él mientras sentía las poderosas ondas de frío poder saliendo de su piel como una advertencia silenciosa. A pesar de que estaba replanteando mi propia salud mental por estar acercándome a Raoul cuando él estaba tan furioso, no podía evitarlo. Algo dentro de mí, cada célula de mi estúpido y suicida cuerpo, estaba pidiéndome a gritos que le ayudara, que le sacara de ese pozo de profundo odio. Y yo, tonta, no podía negarme a ello. Quería, necesitaba ayudarle.

Por eso, cuando posé suavemente la mano sobre su puño cerrado y noté como el aire se espesaba en mis pulmones, intenté ignorarlo.

-¿Raoul?-mi voz salió tan débil que estaba segura que no lo habría oído. Mordiéndome el labio, caminé lentamente hasta estar delante de él. Mi corazón se tambaleó al ver su rostro oculto tras los suaves mechones de su cabello y de su mano izquierda, la cual estaba tapando sus ojos. Su respiración se aceleró y yo me estremecí-. Raoul mírame, por favor... Por favor, para, vuelve conmigo.

Los segundos se convirtieron en eternidades mientras veía como apartaba lentamente la mano de sus ojos, todavía sin abrirlos. El tiempo pareció desaparecer mientras sentía como la frialdad alrededor de él se retraía, como quedaba confinada dentro de su alma. Algo dentro de mí gritó al ver como toda esa tóxica furia se resguardaba dentro de él, pero no me atreví a decir nada. Después de lo que sentí como horas, la tensión de su cuerpo empezó a desaparecer, hasta que el puño que tenía apretado con fuerza se destensó, y yo aproveché para colar mi mano dentro de la suya... Hasta que sentí algo cálido en ella, y mis pulmones se atascaron ante el adictivo olor.

Agitando la cabeza para intentar ignorar el extraño deseo de querer lamer aquella herida, intenté apartar la mano de la suya para evitar aumentar su dolor, pero no pude pues él me lo impidió aumentando la presión del agarre.

-No-la orden salió de su garganta claramente, pero su voz sonaba tan ronca y descontrolada que no me atreví a objetar nada. Me necesitaba, y yo necesitaba estar ahí para él... Incluso si era una locura.

Suspirando entre dientes e ignorando el temblor de mis manos, alcé una de ellas para posar las yemas de mis dedos sobre la mandíbula apretada de mi furioso vampiro, en una petición silenciosa de que me mirara. Sentí como una ráfaga ardiente de calor recorría mis alas y, segundos después, Raoul abrió sus ojos y los clavó directamente en los míos. Me tambaleé levemente, asombrada por la impactante visión del rojo en su mirada. Tragando saliva en un intento de liberar la presión de mi garganta, observé como el fuego líquido de su mirada se arremolinaba en sus iris, y durante unos largos e increíbles segundos vi como el color de sus ojos oscurecía hasta volver a convertirse en un color rojizo casi negro.

-Wow-suspiré, sin saber muy bien qué decir. De pronto, me di cuenta de que había estado mirándole embobada y mis mejillas se colorearon-. Por fin has vuelto... Pensé que tendría que golpearte.

Nerviosa, me mordisqueé el labio y aparté la mirada de él en un intento desesperado de que alejara aquellos ojos de mí. A pesar de que me preparé mentalmente para responder a lo que fuera que se atreviera a decir, no supe cómo actuar cuando me agarró suavemente la mandíbula y me obligó a volver a mirarle. Mi corazón se aceleró, estúpido de él, cuando el volátil vampiro pasó su pulgar sobre mis labios.

-Gracias por hacerme volver, hadita-su voz seguía tan ronca como antes, pero ya no tenía aquel deje desesperado y furioso de antes, y aquello trajo una pequeña sonrisa a mis labios y un incendio en mis mejillas.

-No lo he hecho por ti-le espeté, dando un paso hacia atrás, alejándome de su contacto y del llamativo olor de su sangre, el cual todavía flotaba en el ambiente a pesar de que sabía a ciencia cierta que su mano ya había cicatrizado por completo-. Tienes muchas explicaciones que darme, y una disculpa que entregarle a la vieja anciana antes de irnos de aquí, así que no te creas que...

Intenté girarme para poder encontrar la forma de alejar su intensa mirada de mi cuerpo, con la excusa de que teníamos que volver a la aldea, cuando sentí su agarre sobre mi antebrazo y un fuerte tirón que provocó que chocara contra él y que las palabras se perdieran en el aire. Mordiéndome la lengua para no maldecirle cuando mis pequeños colmillos latieron por el extraño hambre que sentía, levanté la mirada hacia sus ojos.

-¿Qué te crees que estás haciendo?-le susurré entre dientes, sintiendo como mi corazón se aceleraba y como la piel que tenía en contacto con la suya ardía.

¿Cuál era la decisión que había tomado en la cabaña respecto a él?

-Me has dicho que tengo muchas cosas que hacer, pero te has olvidado de la más importante-su voz sonó igual a la de siempre, y yo casi sonreí al darme cuenta de que había vuelto a ser el vampiro irritable de siempre.

Sin embargo, no pude procesar sus palabras hasta que fue demasiado tarde.

Su boca cayó sobre la mía instantes después, y mis ojos se quedaron abiertos como platos mientras sentía como mis mejillas volvían a encenderse todavía más. Sus oscuros ojos brillaron a través de sus largas pestañas, en aquella profundidad rojiza. El roce de sus labios despertó mil mariposas en mi estómago, y a pesar de que el beso solo duró unos instantes, lo sentí como si fueran años.

- ¡P-Pero qué haces, descarado!-me tambaleé hacia atrás, con toda seguridad de que tenía la cara roja- ¡¿A qué ha venido eso?!

-A que lo necesitaba.

Y sin decir nada más y dejándome muda en medio de aquella espesa y preciosa vegetación, comenzó a caminar hacia la aldea con una leve sonrisa y con las manos en los bolsillos de su pantalón como si no acabara de robarme mi primer beso, con el cual, estaba segura, soñaría.

FAYE || LB#4 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora