FAYE || LB#4 ||

[20] Pérdida.

Antes de empezar, quiero aclarar algunas cosas del capítulo anterior:

En los primeros capítulos del primer libro, Raoul conoce a Rebecca y le cuenta cómo está estructurada la sociedad vampira. También le cuenta que él es el hermano mayor, pero que el Rey fue su hermano Lucan por el hecho de que él no estaba emparejado con nadie.

Lucan, el hermano pequeño de Raoul, tuvo dos mujeres: la primera, Marie, una humana con la que tuvo a Damon, y la segunda, su Compañera de Vida, Lauren, con la que tuvo a su segundo hijo, Max.

Ahora, no os contaré por qué ni cómo murió su sobrino pequeño, pues eso es algo que se sabrá en esta historia (en este capítulo). Espero haber aclarado algunas dudas ^^

Por cierto, por si no lo recordabais, Thomas Reber, el vampiro del capítulo 17, también salió en la primera historia. Si tenéis alguna pregunta sobre él, hacedla y os responderé con gusto.

Besos <3

RAOUL.

Habíamos vuelto a la calle nada más oscurecer, y a pesar de que la conversación que habíamos tenido horas atrás debería haber causado que Faye se alejara de mí, espantada por lo que le había contado, no lo había hecho.

La joven hada había escuchado atentamente, con los ojos húmedos y agarrándome las manos con fuerza, mientras yo le contaba cómo había ocurrido todo.

Max había sido un niño, un niño de diez años que, a pesar de haber confiado ciegamente en su familia, ésta no pudo protegerle como debía. Yo no pude protegerlo. Dos décadas atrás, tras la muerte de Enric en la guerra, y de demostrar que el Pacto de Sangre entre las Manadas y los vampiros era viable, un grupo de renegados que había conseguido huir de la batalla decidieron vengarse cruelmente de su propia raza: infiltrándose en el castillo una noche de tormenta, consiguieron secuestrar al pequeño príncipe de sus habitaciones... Y desde aquel día, nada había sido igual.

El dolor por la pérdida y la desesperación de no encontrar a mi sobrino había acabado fragmentando a la pareja reinante. Lucan no había podido salvar a su Compañera, Lauren, la cual cayó en una profunda depresión que acabó arrastrándola a la muerte. Mi hermano, a pesar de que intentó aguantar la pérdida de su mujer, meses después acabó siguiéndola a la tumba. 

La pérdida de ambos reyes en tan poco tiempo, unido al terrible secuestro de su hermano, había arrastrado a Damon al trono, pero el profundo dolor había causado que mi sobrino mayor cambiara con rapidez. Lo único que había sido capaz de mantenerlo a flote había sido su pequeña hija y su Compañera de Vida.

Por mi parte, jamás había podido perdonarme que Max hubiese sido secuestrado. Yo había sido su tutor, desde que había cumplido los siete años había estado siguiéndome por todo el castillo, deseando que le dejara acompañarme a mis viajes... Y lo había conseguido; le había enseñado todos los idiomas que sabía y habíamos visitado todos los lugares con los que él soñaba. El estrecho lazo que nos había unido todavía quemaba dentro de mí. El joven niño había sido como el hijo que no tuve, y saber que él había sido secuestrado en el único sitio en el que debía haberse sentido seguro, me destrozaba por dentro... Pues yo no había estado ahí, debía haber estado junto a él, protegerle y asesinar a aquellos monstruos que arrancaron a un niño de su familia por una venganza absurda.

Cerré los ojos con fuerza mientras recordaba el llanto de Lauren y los gritos enfurecidos de mi hermano mientras ordenaba a todos y a cada uno de sus soldados que salieran a buscarlo... Que lo encontraran. Sin embargo, había sido Lauren quien había venido a mí, quien me había suplicado que buscara a su hijo. Le había prometido que lo haría, que lo encontraría y lo traería a casa aunque fuera lo último que hiciera en mi vida... Ella me creyó.