[40] Paraíso.

2K 250 53
                                    

Lamento muchísimo la tardanza, de verdad que sí. Sé que no tengo perdón y que merezco que hayáis abandonado la historia, pero no doy abasto con mi vida. La universidad es un infierno largo y oscuro, y me chupa cada mínimo gramo de inspiración que consigo reunir. Intentaré, como siempre, encontrar huecos como este para sacar algo adelante, pero no puedo prometer nada.

Lo siento mucho, espero que me perdonéis.

Un abrazo.

LUCY.

Sentí como mi alrededor se desvanecía, como si cayese por un profundo agujero; el frío fue tan impactante que sentí como el oxígeno se escapaba de mis pulmones, haciendo que mis ojos se inundaran de lágrimas.

Mi cuerpo empezó a temblar sin control, cayendo de rodillas sobre el suelo. A pesar de que intenté enfocar mi vista sobre cualquier lugar, intentando que aquella niebla que se expandía entre mis ojos se desvaneciera, solo conseguí que mi ansiedad aumentara.

–Lucy –la voz de Tobías sonaba lejana, como si tuviera los oídos taponados y el cuerpo hundido bajo una profunda capa de agua–. Lucy, tienes que relajarte, respira, concéntrate en mi voz.

–No puedo ver –susurré con auténtico terror– ¡No puedo ver, Tobías! ¡Ayúdame!

Mi llanto se convirtió en desesperación, mientras empezaba a creer que aquel portal me había arrebatado más de lo que había podido imaginar. El corte en la palma de mi mano ardía como si todavía tuviera la hoja clavada en la piel, y podía sentir como el ardor empezaba a recorrer todo mi cuerpo. Dolía.

–¡Lucy! –La voz de Tobías resonó contra mis oídos; su desesperación y miedo me golpearon como una vara. En ese instante, sentí el roce cálido de una de sus palmas sobre mi rostro, y suspiré de alivio–. Tienes que relajarte. Respira. Es un efecto pasajero, una ilusión de tu mente para intentar asimilar el poder que acabas de dominar. Respira. 

A pesar de que el terror seguía recorriendo cada una de mis células, le escuché. Porque él era la única persona en el mundo por el que haría cualquier cosa. Mientras intentaba controlar mi respiración, su voz me sumergió en un trance de tranquilidad que consiguió, lentamente, que el ardor se alejara de mi cuerpo. Poco a poco, la niebla empezó a dispersarse y, finalmente, sentí como los rayos abrasadores del sol me cegaban por un instante.

Me eché a reír de alivio, lanzándome sobre mi Compañero para agarrarle en un profundo abrazo.

–Gracias, gracias –susurré, sintiéndome estúpida por haber reaccionado así.

Tobías sonrió, haciendo que sus oscuros ojos rojos refulgieran con humor y, en el fondo, con alivio.

–Menos mal que no te has quedado ciega –bromeó él mientras me ayudaba a levantarme–, con lo torpe que eres, habrías tenido más de un accidente.

–Así que el viejo sabe hacer bromas –repliqué, con ganas de pegarle un buen mordisco–. No es a mí a quien hay que ayudar a bajar las escaleras.

Los ojos de Tobías se entrecerraron aún más, regalándome una pequeña y malvada sonrisa que hizo que mi cuerpo temblara. Ambos sabíamos que no necesitaba ayuda para nada y que, además, era mucho más ágil de lo que nadie podía imaginar. Me mordí el labio.

–Bruja –dijo él, apartando sus ojos de mi boca. Sin embargo, a pesar de que llevábamos poco tiempo unidos, sabía perfectamente lo que había provocado en Tobías. 

Me reí.

En ese momento, en aquella pequeña burbuja que habíamos creado sin quererlo, me di cuenta de los grandes cambios que estaba viviendo en mi vida y de que Tobías estaba siendo un apoyo fundamental en ella. Casi no podía creer que había sido capaz de llegar hasta... 

FAYE || LB#4 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora