[27] Recuerdos.

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RAOUL.

El viaje en coche estaba siendo una tortura. Con el pequeño cuerpo de mi compañera a mi lado, casi estaba teniendo problemas para recordar el camino mientras lo único que recorría mi mente era la imagen de su estilizado cuello, inclinado levemente hacia un lado en una silenciosa bienvenida.

Faye siseó entonces, mirándome con los ojos entrelazados y sus brazos cruzados sobre su pecho.

–Contrólate –dijo entonces, intentando imitar mi tono de voz. Sabía que estaba utilizando las mismas palabras que yo en un intento de burla. Mirándola con los ojos entrecerrados, supe que mi deseo estaba molestándola.

Bien, que se aguantara. Mi deseo era culpa suya. 

Agité la cabeza ante esos irracionales pensamientos, y bajé las ventanillas en un intento vano de apartar el olor de su piel y su pelo de mí. 

–No me molestes –le espeté cuando vi su clara intención de seguir discutiendo–. O te vas a ganar otro mordisco, guapa.

La mirada que me dirigió fue amenaza pura, pero siguió mi consejo y se mantuvo en silencio durante unos largos minutos más. La tensión era tal que parecía ser tangible en el aire. Diablos, como siguiéramos así iba a enloquecer.

Apretando con fuerza el volante hasta que mis nudillos se pusieron blancos, acepté la punzada de dolor. Concentrándome una vez más, intenté alejar mis pensamientos de la hadita pelirroja que había a mi lado.

Con mis ojos fijos en la carretera, empecé a recordar todo lo que sabía de Thomas. Su búsqueda estaba siendo cada vez más tensa, pues quedaban dos días para que se realizara la próxima fiesta de Sangre, y necesitábamos asegurarnos que estaríamos dentro para entonces, o la joven hermana de Faye moriría debido a la larga ausencia de contacto con un entorno natural. No quise pensar en cómo debía estar la joven hada, pues si Faye había estado débil a pesar de su poder, no tenía duda alguna de que su hermana estaría al borde de la muerte.

Casi quise gruñir cuando antiguos recuerdos de mi sobrino pasaron rápidamente por mi mente. Intenté apartarlos, pero no pude conseguirlo hasta que la suave mano de Faye se hundió entre los mechones de mi nuca, intentando distraerme con su contacto. Lo consiguió. En pocos segundos, recuperé el control de mis pensamientos y me centré en lo que teníamos entre manos.

Mirándola de soslayo, observé su curiosa mirada y sonreí levemente.

–Estoy seguro de que tu nerviosa cabecita no para de darle vueltas al asunto –me regodeé de su curiosidad. No le había dicho a dónde íbamos, y a pesar de que el lugar abriría viejas heridas pasadas, sabía que sería tan hermoso que mi amada hadita lo adoraría.

–Confío en ti –la completa aceptación de su voz casi me hirió–. Solo espero que podamos encontrar a Thomas lo antes posible... Tharra no aguantará muchos días más encerrada.

Faye no dijo nada sobre lo que ambos sabíamos de la joven hada. El encierro no era lo único a lo que Tharra estaría enfrentándose en esos momentos: las torturas, las humillaciones... Deseé poder sacar a la hermosa hada que había conocido días atrás de ese infierno.

Pronto.

El viaje transcurrió en un silencio cómodo y cálido, con su mano todavía apoyada en mi nuca, jugaba distraída con los rubios mechones de mi pelo. Casi sonreí cuando suspiró... Y su atención, de repente, se apartó rápidamente de mí.

Sentándose rígida como una estatua y con los ojos abiertos como platos, se apoyó contra el cristal de su ventana. Su felicidad se envolvió en torno a mí, con una ilusión infantil. Con la respiración entrecortada y sus ojos abiertos como platos mientras observaba el paisaje que se extendía delante de nosotros, no pude evitar mirar su entusiasmo con una sonrisa.

FAYE || LB#4 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora