THOMAS.
Me apoyé contra la fría pared mientras intentaba ignorar el dolor sordo que se había clavado en el centro de mi pecho. Profundo y agónico, me arrastraba hasta recuerdos pasados que creía olvidados, pero que habían vuelto con el único propósito de acabar con mi cordura.
Cerrando los ojos con fuerza y apartando la vista de Raoul y Faye, intentando darles una ficticia privacidad, intenté concentrarme en cualquier otra cosa que pudiera ocupar mi mente. Raoul había perdido una gran cantidad de energía luchando aquí; ni siquiera podía imaginar qué había podido pasar para que uno de los mejores guerreros de nuestra raza hubiera terminado así.
Mascullando una maldición cuando Faye sucumbió a la pérdida de sangre tras unas débiles palabras, me acerqué a ella y la recosté con cuidado al lado de su Compañero, sabiendo que dentro de poco él regresaría. Concentrándome en utilizar el poco poder mental que poseía, protegí la sala lo mejor que pude y me acerqué con cuidado al cadáver de la joven hada que había sido torturada. El dolor de mi pecho se acentuó hasta el punto de nublar mi vista.
Maldije entre dientes, arrodillándome frente al pequeño cuerpo. En ese momento, repentinamente, la ira me golpeó con tanta fuerza que expuse mis colmillos en señal de desafío, deseando haber podido salvarla; la ira pronto se mezcló con la desesperación y la tristeza, pues ver a aquella desconocida en aquel estado me trajo amargos recuerdos de la mujer de mi vida.
Acaricié la piel pálida de la mujer, odiando sentirla tan fría a pesar de la profunda belleza que todavía brillaba en sus rasgos, como una sombra de lo que había sido. Mi corazón latió con dolor por aquella hada que no había conocido, pero que había sido la única razón por la que había decidido participar en aquello.
Sin embargo, no había sido suficiente para salvarla.
Nunca lo era.
Cerré los ojos y murmuré una oración siglos atrás olvidada; quitándome la chaqueta y cubriendo el pequeño cuerpo, me alcé con él en brazos, ignorando como pude la frialdad de su piel, y me giré para ver como mi viejo amigo se recostaba en el suelo con una profunda mueca de dolor.
–Llegamos tarde.
Mis palabras hicieron que Raoul clavara la mirada en el cadáver que llevaba en brazos. Sus ojos refulgieron con dolor, hasta que su mirada cayó sobre el cuerpo inerte de su Compañera; al instante, su atención se centró completamente en ella.
Alzándola también en brazos, sus ojos rojos refulgieron con tanto odio que me sorprendió que no ardiera en él.
–Abraham pagará por esto.
Asentí sin decir nada más, pues temía que mis sentimientos desbordaran.
Mientras le seguía con rapidez por los oscuros pasillos, escuché como me resumía lo que había ocurrido y cómo la joven hermana de Faye, Tharra, había muerto en manos de Abraham.
Tharra.
El saber el nombre de aquella hada solo provocó que mi ira aumentara. Aquella mujer no solo había sido torturada, sino que además, le había arrancado la vida de la peor forma para poder arrebatarle su poder. Apreté los dientes con tanta fuerza que sentí como mi boca se llenaba del sabor metálico de la sangre.
–Protege el cuerpo, Thomas –la petición de Raoul me sorprendió, minutos después, cuando llegamos al vacío jardín de la mansión. Mi mirada se clavó en la de él, palabras no dichas, recuerdos oscuros y una amistad que se había convertido en hermandad tiempo atrás–. Su familia querrá darle una despedida apropiada... Cuando todo esto termine.
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FAYE || LB#4 ||
VampireCuarta historia de LOBO BLANCO, espero que la disfruten. Todos los derechos reservados, no se admiten copias o adaptaciones de ningún tipo. Gracias. Después de cuatro siglos de vacía existencia, Raoul creía que lo había visto todo. Con el paso de l...