Capitulo 21|Gasolinera abandonada.

153 19 3
                                    

— Me alegra que te guste, ¿Por que no está contigo, Izan?— Pregunta serio.

Tardo unos cuantos segundos en contestar y cuando decido contestar, lo único que digo es; No lo se.

Cuando miro hacia donde esta Izan, me doy cuenta de que esta hablando con una morena despampanante.

Se lo esta pasando genial sin mi.

— ¿No lo sabes?— Pregunta incrédulo.— ¿O no quieres saberlo?— Pregunta, aunque parece más una afirmación.

— No me pongas entre la espalda y la pared...— Le digo poniéndome nerviosa.

— Vale.— Acepta.— Como, entonces.— Ordena.

¿Se cree que soy un perro?¿O, que?

No digo nada y para que no me haga más preguntas incómodas, decido comer, hasta que me termino la hamburguesa entera y comienzo con las pocas patatas que me a puesto.

— Podías haber puesto más patatas...— Me quejo en un murmuro.

— Podrías haber ido a por ellas, tu.— Contesta serio.

— No quería levantarme, así que gracias por la comida.— Confieso.

— Vamos.— Dice y derrepente me encuentro agarrada del brazo por el y arrastrándome hacia la salida.

— ¿Donde vamos?— Pregunto.— Aun quedan tres clases...— Le informo, por si se le a olvidado, pero estoy segura que lo sabe muy bien.

Cuando llegamos a su moto, me da un casco y me hace montarme y yo a regañadiemtas lo hago, para luego rodear mis brazos por su cintura y agarrarme lo más fuerte que pueda.

Conduce muy, pero que muy mal...

Pero me encantan las motos, así que con seguridad, si que me monto...

Además, no me queda otra opción..  me está obligando.

— Me vas a dejar sin aire.— Dice de forma divertida.

— Y tu me acabas de dejar sin clases.— Le digo.

— ¿Yo? No te he obligado a venir.— Dice tan tranquilo.

— No...— Alargo la "o".— Simplemente me as sacado de la cafetería a rastras y me as sacado del instituto.— Le digo con sarcasmo.

— Igual...— Dice, para luego hacer como si lo pensara.— He sido yo.— Dice  y por lo menos lo admite.

No todo el mundo admite sus acciones.

Arranca la moto y como si fuera una bala, sale disparado del aparcamiento a no se donde.

¿Lo malo? Lo malo es que todo el mundo a visto como me sacaba de la cafetería y eso incluye a Izan, el mismo Izan que me dijo que no me acercara a él.

De seguro que se habrá enfadado... pero yo también estoy enfadada, así que se joda.

Ya hemos llegado.— Avisa.

El camino a sido corto, por lo rápido que el iba.

— ¿Donde estamos?— Digo viendo lo que parece ser, una gasolinera abandonada.

El los libros los chicos las llevan a lagunas, bosques, sitios que significan algo para ellos y Ian, Ian me trae a una gasolinera abandonada.

Perfecto.

— ¿Que hacemos aquí?— Vuelvo a preguntar.

— Me aburría, me acorde de este sitio y te he traído.— Dice rascándose la nuca.— No tiene más historia.

— Bien.

— Además es mejor que la cafetería, aquí estaremos tranquilos y sin todas esa curiosas miradas de la gente.— Dice y por una parte tiene razón.

— Bien.— Vuelvo a decir.

— ¿Solo vas a decir eso?— Pregunta arqueando una ceja.

— Bien.— Digo de nuevo ye río internamente por su cara de frustrado.

— Me estas cansando.— Dice molesto.— Si lo llego a saber, te quedas allí.— Se cruza de brazo y se da la vuelta para no mirarme.

Tan grande e intimidante y tiene la actitud  de un niño pequeño.

Que cosas...

— Bien.— Vuelvo a decir, pero esta vez sonriendo y cuando el se gira y me ve se enfadara aún más por mi sonrisa.

— Encima te ries...— Dice como si estuviera, ¿Ofendido?

— Tienes la actitud de un niño pequeño.— Le confieso.

— Pues no.— Dice negando con la cabeza.— Igual un poco...— Dice resignado.

Hasta el mismo se a dado cuenta.

Voy hacia la puerta de la gasolinera y la intento abrir pegándole un golpe, pero nada de nada. Ian se acerca y le pega un golpe al igual que yo con el hombro y la puerta parece querer abrirse, así que antes de que le vuelva a pegar un segundo golpe, se lo pego yo y la puerta por arte de magia, se abre.

— ¡La he abierto yo!— Chillo triunfante.

— A sido por mi..— Dice picado.

— No, a sido por mi golpe, ¿O no lo as visto?— Pregunto sonriendo de oreja a oreja.

— Lo que tu digas...— Dice con una sonrisa tonta en sus labios.

Tiene una sonrisa bonita.

Cuando entramos todo está roto, ahí comida por el suelo, las máquina están rotas y las ventanas también. Lo más raro es que la puerta estuviera cerrada, pero bueno...

Me siento en una esquina y apoyo mi espalda en la pared, para luego ver como Ian hace lo mismo que yo.

— ¿Jugamos?— Pregunto.

— ¿A que...?— Pregunta con una sonrisa pícara en sus carnosos labios.

— Las 20 preguntas.— Contesto sonriendo hacia su dirección.— Es lo que hacen en las películas y libros, ¿No?

— Si, eso hacen.

— Pues entonces juguemos.— Le digo.

— ¿Quieres que esto sea la historia de un libro?— Pregunta arqueando una ceja y mirando fijamente.

— Puede ser...— Digo en voz baja, pero el me escucha.

— Pues juguemos y hagamos esto la historia de un libro.— Dice y con eso el juego y la historia empieza.

Las 20 preguntas.

Que cosas...

La Chica De La Apuesta.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora