Capitulo 14|Mentira piadosa.

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Ian.

El cual está a Izan, como si quisiera asesinarlo y la verdad es que si yo fuera Izan, ya me hubiese ido de clase.

Da. Miedo.

— ¿Pasa algo?— Pregunto tomando un poco de valor y haciendo que el deje de mira a Izan, el cual suspira y me pase a mirar a mi.

— Si.— Dice y cuando trabajas saliva, su manzana de Adan se mueve.— No me dejáis atender...— Informa, casi fulminadome con la mirada.

— Oh... lo siento.— Me disculpo y vuelvo a mirar al frente, como Izan.

La clase de Inglés termina y todo el mundo sale corriendo, ya que ahora toca educación física.

— Nena, te espero ahí.— Me dice Izan, para luego irse corriendo como los demás.

No sabía que le gustaba educación física...

— Vaya novio...— Murmuran por detrás mío y cuando miro haber quien queda en clase,e doy cuenta de que es Ian.

— ¿Dices algo?— Pregunto, aunque lo he escuchado perfectamente.

— Que vaya novio te as hechado...— Vuelve a decir.

— ¿Te importa?— Pregunto y con una sonrisa en la cara niega con la cabeza.— Entonces callate.

— ¿Quieres que me importe?— Pregunta derrepente a mi lado sentado, donde estába antes Izan.

— No.— Respondo recogiendo mis cosas.— ¿No llegas tarde a educación física?— Pregunto.

— Tu también.— Me responde.

— Tengo excusa.— Digo con una sonrisa, sabiendo que ya no podrá decir 

— Y yo.— Dice sonriendo.

— ¿Cuál?— Pregunto con curiosidad.

— Una chica llamada Emma me estaba acoxando y no me a dejado salir de clase.— Sonrie con maldicia.

— Eso no es verdad...— Digo.

— ¿Cuál es la tuya?— Pregunta.

Agacho la cabeza, sabiendo que la mía es válida para el profesor, pero si el le dice eso, ya no es válida...

— Que estaba recogiendo mis cosas...— Murmuro en voz baja.

— Esa excusa no es buena.

— Ya me he dado cuenta.

Me levanto de mi asiento, cuando ya he terminado de recoger mis cosas.

— ¿Donde vas?— Pregunta.

— A educación física.— Respondo mientras ando hasta la salida de la clase.

No le hago más caso y sigo mi camino, cuando llego al patio, el profesor enfadado viene hacia mi y me mira, esperando a que me excuse por haber llegado tarde.

— Estaba recogiendo mis cosas.— Digo.

— Casi quince minutos...— Dice enfadado.— Da cinco vueltas al patio.

Hago el intento de decir algo más, pero el profesor se da la vuelta y se va con los demas alumnos.

— Te lo dije... esa excusa no vale.— Dice una voz detrás de mi que reconozco perfectamente.

— Dejame en paz.— Le pido, para luego comenzar a correr.

Encima el patio es enorme y aunque la cantidad de vueltas que me ha pedido es pequeña, en este patio no son para nada pequeñas.

Después de las dos vueltas ya estoy que me muero y aun me quedan tres.

¡Corre!

Me animo yo sola, ya que ya no hay nadie en el patio, solo estoy yo y el imbecil de las gradas.

— ¡Venga, duendecilla!— Grita y como había dicho; es imbecil.

Sigo corriendo, aunque es ocasiones paro, para andar o simplemente paro y me quedo descansado.

Cuando termino la tercera vuelta, el cuerpo ya me duele, estoy sudada y de seguro roja, ya que me esta dando todo el sol.

Perfecto...

Un día soleado, para que me un golpe de calor.

Comienzo con la cuarta y cuando paso por al lado de las gradas la voz de imbecil me para.

— Siéntate un rato y bebé agua.— Dice acercándose con una botella de agua fría.

No puedo negarme...

Así que me siento en las gradas y el se sienta conmigo, para luego darme la botella pequeña de agua fría, que me bebo en dos segundos.

— Tenías sed...— Se rie, al verme beber tan freneticamente.

— Si...— Suspiro cansada.

Llamarme exagerada... pero no me gusta el desperté, no lo práctico, así que ahora estoy más que muerta.

¿Cunatas te quedan?— Pregunta.

— Esta y otra.— Contesto y de solo pensarlo me canso.

— No las hagas...— Dice derrepente.— No hay nadie en el patio, le dices al profesor que ya as terminado y listo.— Explica y no es mala idea...

— Por una vez en mi vida...— Comienzo a decir.— Te voy hacer caso.— Termino de decir y el se rie.

— Me tendrías que hacer caso más a menudo.... tengo grandes ideas.— Dice elevando una de sus cejas perfectas.

¡Que asco de cejas! Las tiene bien peinadas y perfiladas, embargo, las mías...

Están fatal.

Que cosas estoy pensando... soy muy rara.

— ¿Ya as dado las vueltas?— Pregunta el profesor a mi lado.

— Si, las acabo de terminar.— Miento descaradamente.

Asiente y se va.

— Ves...— Dice sonriendo.— Mentir haberes es bueno.

— No es bueno.— Lo contradigo.

— Si, te a salvado de dar dos vueltas más.

— Solo a sido una mentira piadosa...

— Sigue siendo una mentira...— Dice, se levanta de las gradas y comienza a caminar hacia la salida.

Me levanto y voy por donde a ido el, para buscar a Izan.

La Chica De La Apuesta.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora