Capitulo 32|¡Terca!

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IAN.

Cuando el desgraciado de Uriel, me mando un mensaje diciendo que iría a por lo más quería, sabía a por lo que iba.

Emma.

Mi Emma, mi niña. Quiere ir a por ella y hacerle daño, así que rápidamente agarre el móvil y la llame.

— ¡No salgas de tu casa, ni te asomes a tu ventana!— Le grite alto y claro, para que lo escuchara.

— ¿¡Que pasa!?— Chillo alarmada.

— Pase lo que pase, no abras a nadie la puerta y cierra todo bien.— Le indico.

— ¿Pero que pasa?— Vuelve a preguntar.— Si no me lo dices haré todo lo contrario a cerrar mi casa con seguro.— Amenazo seriamente.

¡Terca!

— ¡Mierda!— Grite y de la misma impotencia, me quite el móvil de la oreja.— Hay unos tipos... que me están buscando, porque les debo dinero y como no lo tengo van a ir por lo que se supone que quiero más en esta vida y eso... pues serías tu.

— No te preocupes, yo iré ahora mismo hacia tu casa.— Le avise, para que estuviera tranquila.— Por lo de antes, tranquila es lo que ellos creen, así que no es verdad.— Dije, mintiendole.

— Te espero.— Dijo y colgo la llamada.

Mi pequeña tenia miedo...

Y después de esa llamada, comienzo a correr con una única dirección; Su casa.

Después de unos cuantos minutos corriendo, comiezo haber su casa y rápidamente me dirijo hasta ella, para luego entrar, ya que la puerta de la entrada está entreabierta.

Mierda.

Cuando llego al comedor, me doy cuenta de que Uriel esta bajando por las escaleras que dirigen hacia las habitaciones, justamente a la de Emma.

De solo pensar que le a hecho daño, me pongo...

— Sabía que vendrías...— Dice en forma de burla.- Por una estúpida.— Se rie sin gracia.

— ¿Que le as hecho?— Prengunto en un gruñido.

— Nada... solo la he dejado con la zorrita que me estoy cargando.— Comenta mirándome fijamente.

— Deja de jugar.— Gruño.

— ¿Quien a dicho que estoy jugando? A mi no me gusta jugar.— Dice como si fuera inocente, pero sus ojos dicen todo lo contrario.

— A ella déjala en paz.— Digo.— Más te vale que no le haya pasado nada, porque si no...— Digo en una media amenaza.

— La verdad es que es muy bonita...— Comenta como el que no quiere la cosa.— A nuestro jefe le encantará.- Dice y gruño.

— Te mató.— Digo y con esas palabras me avalanzo hacia el, hasta tirarlo al suelo conmigo encima.

Comienzo a darle puñetazos y el haciendo el intento de defenderse comienza a levantar los puños, para intentar pegarme. Cosa que falla.

Imbecil.

Estamos así por unos segundos, hasta que aprovecha un grito de Emma, que se escucha desde la parte de arriba y nos da la vuelta y comienza a pegarme.

¿Que le habrá pasado?

Ese es el único pensamiento que tengo en la cabeza y eso que ahora mismo estoy peleándome con el imbecil de Uriel.

— ¡Aaaah!— Se escucha un grito y luego veo como un cuerpo se tira sobre el Uriel que yo tengo encima.— ¡Dejalo en paz!— Vuelve a gritar, pero esta vez agarrándose a su espalda, como si fuera un koala.

— ¡Sueltame, zorra!— Chilla el, levantándose con ella encima.

Aprovecho que esta distraído con intentar quitarse a Emma de encima y saco el arma que llevo guardada en la cintura del pantalón.

— Más te vale arrodillarte...— Le digo cuando se baja Emma de sus espaldas.

— ¿Me vas a matar?— Pregunta de forma burlesca y se arrodilla enfrente de mi.

— No volveras a hablar.— Le digo riéndome.— No volveras a tocarla.— Digo mirando a Emma.— Y no volverás a molestarnos en tu vida.— Termino de decir y le pego un tiro en la cabeza, mientras que el grito de Emma se ahoga con el ruido del tiro.

Nadie volverá a tocarla.

Se podría decir que el desgraciado que se está desangrado en el suelo, era como mi hermano y aun así, lo he matado.

Se a metido con quien no debía.

— ¿Estas bien?— Le pregunto a la chica que tengo al lado y la cual no le quita la vista de encima al muerto de Uriel.

No contesta.

— ¿Emma?— La llamo, pero ni me contesta y ni me mira.

¿Que le pasa?

— ¿Preciosa?— La vuelvo a llamar y entonces parece reaccionar.

Lo as matado.— Dice señalando su cuerpo con el dedo índice y después de esas palabras, se desmaya y si no llego a reaccionar se hubiese caído, pero menos mal que la he agarrado a tiempo.

Siempre la cuidaré.

Pienso, mientras la cojo en brazos y salgo por la puerta, para llevarla al hospital más cercano.

La Chica De La Apuesta.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora