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Luego de ser consolada por Artur, este decide de una vez entrar a la habitación para ver a Eithan, el cual no a despertado y eso me preocupa, los doctores dicen que dentro de pocos días debería estar despertando, por el momento solo queda esperar a que vuelva a abrir sus hermosos ojos.

Luego de despedirme de Artur me voy a casa, este a sido un día muy largo y lo único que necesito es mi preciada cama para descansar de tanto, además de que mi cabeza no me a dejado tranquila todo este tiempo. Cada que trato de pensar en algo diferente a lo que paso hoy, vienen a mi recuerdos de su cabello negro como la noche, sus ojos color cielo y su perfecta sonrisa que me hace sentir segura.

Ahora lo único que siento es como todo a mi paso se derrumba y quedo yo en la oscura y abandonada soledad.

Y como si la vida me odiara, y sin necesidad de decir "Esto no podría ponerse peor" las nubes se juntan y del cielo empieza a caer una terrible lluvia y de inmediato me empapo toda. Las gotas caen a los alrededores de mi cara y el frio se hace presente en mis huesos. Cada gota cae y lo único que hago es quedarme de pie, no me muevo o hago algo para evitar mojarme.

Simplemente nada.

- Maldición- susurro.

En este momento ya no se diferenciar las gotas de lluvia con mis propias lagrimas, las cuales salieron en el momento que deje el hospital.

Cuando me doy cuenta ya estoy en el pequeño jardín de mi casa, con la ropa pegada al cuerpo y me cabello largo pegado a los costados de mi cara. Camino hasta encontrarme con las escaleras del pórtico, pero en el momento que doy un paso en el primer escalón, mi pie resbala enviándome directo al suelo.

Y aquí me encuentro, sin ningún tipo de brazos fuertes que me sostengan como la ultima vez que resbale igual. Solo estoy yo y las malditas escaleras que tienen algo en mi contra.

De pronto la puerta de mi casa se abre y de ella emerge la figura preocupada de mi padre.

- ¡Hija!- exclama preocupado.

Rápidamente se acerca a mi y me levanta del mojado suelo para entrarme con cuidado a casa. Al entrar la cara preocupada de mi madre me recibe y sin importar cuan mojada este me abraza como si no lo hubiera hecho ayer por la mañana antes de irme al palacio. Su abrazo me reconforma y se siente como si fuera lo que necesitaba para soltar toda la tristeza que llevaba por dentro.

Me dejo fundir es su abrazo. Poco tiempo después mi padre vuelve con una toalla y me envuelve en ella, dejando al calor hacer lo suyo en mi cuerpo, poco a poco voy recuperando los sentidos que había perdido desde que salí de ese espantoso aeropuerto.

Mi madre como la persona paciente que es me lleva hasta mi habitación, donde Emely se encontraba haciendo el baño para mi. Después de todo parece que en verdad se preocupa por mi, su cara de no querer dar señales de preocupación hacia mi me lo dice todo.

Me mantengo bajo el agua caliente de mi bañera todo el tiempo que sea posible, no quería salir nuevamente al mundo exterior, al fin estaba en paz con migo misma luego de meterme bajo el agua, y ahora lo que menos deseo es que la realidad me golpee.

La realidad apesta.

Al final decido salir del agua luego de estar mas de media hora ahí metida. Me vista en pijama y después de tanto esperar me meto en las sabanas de mi comida cama y ahí me quedo. Con mas de mil pensamientos y ninguno de ellos tiene una solución completa.

Definitivamente la palabra "superar" no encaja en esta situación.

La noche es fría, la lluvia cae si piedad y mis ganas de seguir llorando se incrementan, aunque en el fondo se que eso no arreglara nada, solo una forma de sacar todo aquello que atormenta mi ser.

Entre tú y yo: Un cuento de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora