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Benjamín Connor.

La distancia puede doler, mas cuando eres tu mismo quien la pone. 

- ¿No sabe nada?- pregunto seriamente.

- Se lo aseguro su alteza, no tengo nada que ver con eso- responde el hombre con nerviosismo en su voz.

- Me estas mintiendo- le reclamo sin paciencia.

- No podría su alteza, eso nunca.

Me levanto del sofá que se encuentra frente a él hombre y me dirijo al ventanal. Estamos en una habitación cerrada con solo el ventanal para ver al exterior, mis hombres custodian la entrada para que nadie salga o entre. Y con el hombre con el que estoy hablando, es nada mas y nada menos que el doctor que ayudo con el avenamiento de mis padres.

El señor Criss es un reconocido doctor en la ciudad de New York, fue bastante fácil localizarlo cuando ni siquiera pudo esconder bien sus antecedentes. Cada uno de sus pasos estaba bien visibles en la arena.

Desde que me fui completamente del reino he estado buscando a los responsables de la muerte de mis padres, para de esa manera llevarlos a juicio como testigos y cómplices de la Reina. Cazar dos pájaros de un tiro. O en este caso, a un grupo de asesinos de los cuales estaré mas que complacido de llevarlos a la cárcel y darles lo que merecen, justo como hice con el tal Sebastián.

- He oído que tienes una hija, bueno, hija adoptiva- explico y de inmediato el hombre se tensa- ¿Pasaría algo si de pronto su padre desapareciera? Hablo de llevarte al reino, ¿Qué pasara con la niña?

El terror en el rostro se ve reflejada en sus ojos y en sus múltiples facciones. Mientras tanto yo solo me relajo al ver que puede empezar a cooperar con la información que necesito. Él hombre levanta la mirada decidido y yo me vuelo a sentar relajado en el sofá de enfrente.

- Ella me prometió vivir en paz- comienza- Dijo que si hacia bien el trabajo, iba a lograr tener un hijo y un trabajo estable. 

- ¿Algo más?- pregunto con molestia evidente en mi voz.

- También menciono que nadie iba a sospechar de ella y que por ende nadie vendría por mi, pero veo que mintió.

- No mintió- digo ganándome una mirada confusa de su parte- Ella en verdad creía que yo no haría nada. Hasta hoy sigue pensando que soy un cobarde, vaya sorpresa se va llevar cuando me vea de nuevo, mas con unos de sus mejores piezas en mis manos.

Ahora todo se a convertido en un juego, uno en el cual ella piensa que lleva la ventaja, cuando la verdad es que yo ya la tengo en la palma de mis manos. Tengo planes con los cuales acabare con ella, tengo un ejercito de abogados especializados en estos casos, tengo todo a mi favor. Ahora la reina esta contra las cuerdas y no lo sabe.

Ella pagara. Pagara el dolor y el sufrimiento que me hizo pasas junto a mi hermano, cada cumpleaños solos, cada 10 en matemáticas sin nadie a quien mostrárselo para que se sienta orgulloso, cada lagrima hundida en la soledad. Va a pagar por quitarme a mis pilares, los abrazos de mi madre y a la encantadora sonrisa de mi padre.

- Espero que este dispuesto a cooperar entonces- espeto viéndolo a los ojos.

Me levanto dispuesto a irme cuando su voz me detiene.

- ¿A que se refiere? Ya le dije todo lo que se- pregunta confundido.

Irritado me giro a él y con una mirada fulminante explico:

- Mañana temprano será llevado a mi reino y explicara todo lo que me dijo ante un juzgado contra la reina.

El terror en su rostro es evidente. Estaba claro que solo me hablaría de ese asunto y lo dejaría en paz, pero con esta información y este testigo será mas que suficiente para llevar a la Reina a la cárcel.

Entre tú y yo: Un cuento de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora