Capítulo 3 - Hogar.

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La sorpresa de la nueva casa nos había dejado sin aliento a mi hermano y a mí, estábamos tan felices que todo parecía mentira

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La sorpresa de la nueva casa nos había dejado sin aliento a mi hermano y a mí, estábamos tan felices que todo parecía mentira. Nunca en mi vida había estado tan emocionada como ahora, después de ocho años de haber vivido en ciudades diferentes por dos o tres meses y de conocer prácticamente todos los aeropuertos del país, hoy por fin íbamos a comenzar una nueva vida y lo mejor de todo eso es que íbamos a tener nuestra propia casa, nada de hoteles ni de apartamentos, era una casa de verdad y era realmente hermosa y ya me moría de conocerla por dentro.

El jardín era hermoso y grande. Al lado derecho a unos dos metros de la fuente estaba un inmenso garaje en el cual cabían como mínimo cinco automóviles y también contaba con una plaza para cada auto.

Mi padre entró de primero para meter todas las maletas mientras que nosotros seguíamos admirando la impresionante casa.

– chicos –dijo mamá llamando nuestra atención–, a unas dos cuadras está el mar para que vayan cuando quieran. Intenté buscar una casa que quedara con vista al mar, pero no había.

– Tranquila mamá, esta casa está bien para nosotros y como dices que el mar está a dos cuadras, es perfecta así –respondió mi hermano.

– Entren –gritó mi padre desde adentro.

Entramos y la casa era aún mas hermosa por dentro. Me quedé tan impresionada de lo hermosa que era que no pude decir ni una sola palabra para alabar la casa. A la izquierda está un perchero para poner los abrigos y a la derecha está la sala con un inmenso televiso pantalla plana con unos muebles color crema que hace juego con las mesitas que están de cada lado; en una de las mesitas estaba el celular fijo y en la otra habían unas fotos de mi hermano y yo cuando éramos pequeños y en la esquina reposaba un jarrón con unas hermosas flores y al fondo en la pared hay varios cuadros de hermosos paisajes, al lado del televisor estaba una gran ventana por la cual podías ver la calle y del techo caía una gran lampara de cristal clásica de color dorada y sus bombillos parecían unas velitas y eran de lo más hermoso. 

Cinco minutos después salimos de la sala con dirección al mini bar de mi padre, el cual estaba divido de la sala por un gran ventanal y a la derecha de este estaba un cuarto de juegos el cual incluía una consola, una mesa de billar, una de ajedrez, un televisor para ver películas y unos muebles blancos con sus respectivas mesas y al fondo del cuarto había otro mini bar que contenía tanto whisky como bebidas sin alcohol y en las paredes habían varias fotos de toda la familia del paseo que habíamos hecho a Italia.

– Mamá, recuerdas cuando Mar se cayó en la fuente y por eso salió llorando en esta foto –dijo mi hermano riéndose mientras quitaba la foto de la pared y nos la mostraba.

– Idiota –grité dándole una mirada fulminante.

Salimos del cuarto de juego y caminamos a la izquierda del mini bar y entramos en un pasillo, daba a dos puertas; la primera eran inmensas de color plata y la otra era mas pequeña del mismo color que la primera puerta.

Amor de aeropuerto ¿Destino o casualidad? (Biología Amor #1) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora