Joder, nunca pensé que acelerar y hacer cambios al mismo tiempo sería una de las cosas más difíciles de manejar un auto, pero a quién quiero engañar, hacer esto me da felicidad, siento como la adrenalina corre por mis venas; siento como esa energía se apodera de mí haciendo que acelere aún más. No entiendo cómo me pude negar tantas veces a aprender a manejar un auto si esto es lo mejor del mundo. Bradley a mi lado lleva ambas manos apretadas a sus muslos, puedo ver en su cara el susto de ir en un auto con una loca como yo, más de dos ocasiones me ha dicho que baje la velocidad del auto y esas dos veces ha bufado por no hacerle caso. Llevaba veinte minutos manejando por una de las calles menos transitadas del barrio donde siempre practico.
– Baja la velocidad –volvió a pedir Brad al ver que yo la subía aún más. Él se aferró con más fuerza a sus muslos y yo solo pude soltar una gran carcajada–, deja reírte pequeña diablilla o no pasarás el examen y tendrás que empezar de cero.
– ¿Qué? –Paré en seco el auto y ambos nos sacudimos hacia delante–. ¿No hablarás en serio Bradley?
– Mierda Marena, pensé que nunca pararías el puto auto –el jadeó y se puso una mano en el pecho dramáticamente–. Obvio que es mentira Mar, lo hice para que pararas y gracias a Dios que eso funcionó. No puedes acelerar ni una loca sin importarte la vida de la persona que llevas al lado. Te dije tres veces que pararas y tú solo acelerabas más, sé que es genial ir a toda velocidad, pero joder no quiero morir a manos de una adolescente loca con aires de una corredora profesional.
– Que exagerado eres Brad, no íbamos a morir, yo tenía todo calculado y sabía lo que hacía, aunque no lo creas. Además, recuerdas que el miércoles me dijiste que podía hacerlo.
– Lo recuerdo muy bien querida y aun no te había dado la orden para que lo hicieras ¿o sí? –Él alza la ceja esperando mi respuesta.
– No, lo siento –hice un puchero para que no se pusiera bravo conmigo a lo que él solo rodó los ojos.
– Coge la calle que viene a la izquierda y manejas hasta la autopista, tienes que saber manejar en la autopista un sábado de tráfico y recuerda no acelerar más de ochenta y menos ahí.
Asentí y entré por la calle que me indicó, segundos después ya estábamos en la autopista y por desgracia había un tráfico del demonio. Tuve que manejar menos de sesenta. Había una fila enorme de autos delante de nosotros, no habíamos avanzado prácticamente nada desde que llegamos a la autopista y ya yo me estaba volviendo loca gracias a Bradley que había empezado a maldecir como loco. Pasaron veinte minutos y el tráfico no había bajado mucho, Brad se había dormido varias veces. Estaba tan impaciente que encendí la radio en busca de una canción agradable, después de pasar y pasar emisoras por fin encontré una buena canción. Diamonds de Rihanna inundó el gran silencio que había en el auto.
– Shine bright like a diamond, shine bright like a diamond, shine bright like a diamond. We're beautiful, like diamonds in the sky –empecé a tatarear. Amo tanto esta canción que no me importaba que Bradley estuviera dormido. El tráfico estaba desapareciendo por fin y empezamos a avanzar más. Brad se removía en su asiento y murmura cosas sin sentido, yo dejé de prestarle atención y me centré en manejar y cantar.
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Amor de aeropuerto ¿Destino o casualidad? (Biología Amor #1) +18
Teen FictionMarena, es una chica de diecisiete años y prácticamente toda su vida ha pasado viajando de ciudad en ciudad junto a sus padres y su hermano gemelo. Ella nunca ha tenido amigos, no se ha enamorado, no ha probado el alcohol y mucho menos a asistido a...