Capítulo 41

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Maya. 


—Repítelo —me pide.

—Sí —repito consciente de que es una decisión apresurada.

—¿De verdad Maya Green, vas a casarte conmigo? —Toma mi mano y la entrelaza con la suya.

—Tú no te imaginas el miedo que sentí cuando creí que Evan iba a matarte, todo se hizo pedazos frente a mí.

—Lo imagino más de lo que crees. Yo he sentido eso durante dos largos años, mi vida ha sido prácticamente un infierno.

—Siento tanto haberte asustado de esa forma.

—Ya no importa, serás mía por siempre. —Me da un beso en la parte interna de mi mano y me produce cosquillas—. ¿Puedo decirle a todos los que están afuera que nos casaremos? —Parece un niño a quien acaban de darle su dulce favorito y muere por presumirlo.

—Adam.

—Por favor, déjame decirles, muero por hacerlo, muero por gritárselo a todo el hospital. Quisiera casarme ahora mismo, quiero que seas la mini señora White hoy mismo.

—No me gusta eso de mini —susurro.

—Lo siento, amor. Pero tu estatura no ayuda mucho. —Ambos nos reímos—, tan pequeñita y me has vuelto completamente loco. —Besa mi brazo hasta llegar a mi hombro.

—Te extraño —susurro cuando llega a mi cuello.

—¿A mí o a mi cuerpo? —Su risa ronca se apodera de su garganta.

—Ambos, Adam. Ya no quiero estar más en el hospital, quiero abrazarte y acariciarte y besarte y... —me detengo.

—No te desesperes, hemos esperado dos años, unos cuantos días no serán nada. Ahora, ¿me dejas ir a decirle a todos? —Me mira con esperanza.

—Ahí está mi madre.

—¿Eso qué?

—Adam, ¿por qué quieres decírselo a todos ahora mismo?

—¿Puedes imaginar lo que sentía cada vez que entraba a esta habitación y te miraba dormida? No hablabas, no me escuchabas, no había vida en ti. Creí que estaba aferrado a una esperanza que poco a poco se apagaba, así que sí, la razón por la cual quiero salir y gritar que has aceptado ser mi esposa, es que estoy desesperado, estoy desesperado por ti, por vivir una vida junto a ti, por besarte cada día y hacerte el amor cada noche.

El corazón me late con fuerza, puedo sentirlo impactando en mis huesos, mis músculos, en mi piel. Habían pasado dos largos años, pero mi Adam, sigue dando los mejores discursos de todo el jodido planeta. ¿Cómo no amarlo? Siempre tiene las palabras correctas.

¿Alguien puede saber lo afortunada que me siento ahora mismo? El hombre que desea más que nada en el mundo casarse conmigo, estuvo solo durante tanto tiempo y me mira como si siguiera siendo la luz de su vida, de su mundo, de sus pesadillas, de sus miedos y su dolor.

Lo imagino entrando todos esos días, hablándome al oído, pidiéndome que despertara, que regresara a él, que no me marchara, me lo ha pedido tantas veces, despierta o dormida, que lo menos que merece es que lo deje salir corriendo a decirle al resto del mundo que seré suya por siempre.

—Adam White, nunca te dejaré de amar —suspiro —. Puedes decirles a todos que he dicho que sí, incluso puedes gritarlo.

Asiente y como si hubiera apretado alguna clase de botón o interruptor, sale corriendo a hacer justo lo que le he dicho. Empiezo a reír, las cosas entre Adam y yo nunca han sido fáciles, desde la primera vez que nos cruzamos los problemas inmediatamente salieron a la luz y ahora, por primera vez, siento que tendremos un periodo de paz.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora