Capítulo 13.

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MAYA

Me dejo caer en la cama un poco desorientada por lo que acaba de pasar, en realidad he permanecido en este estado desde que Adam gritó frente a Julia y Evan que nos habíamos acostado. Bueno, no lo dijo así, pero fue evidente.

Yo trato de entenderlo, siempre lo he intentado, a veces, cuando hace cosas como esas, no puedo. Después de ese trágico encuentro he tenido que comportarme como una inmadura total, no me tomé el tiempo de aclarar nada de lo que había sucedido en esa acera. Primero porque Evan había soltado una mentira y segundo porque me sentía avergonzada.

Además, en cuanto hemos pisado Yale he salido corriendo como una loca poseída a mi residencia, no podía con tanto. Decidí llamar a Becca porque no hay nadie más en el mundo que pueda hacerme ver lo que estoy haciendo mal y, en efecto, lo hizo.

Saber que me sigue amando y que quiere volver conmigo me hace querer, por pequeños lapsos, olvidarme del pasado y regresar al punto en el que lo dejamos todo, ese punto en el que estábamos cegados de amor, en el que nada parecía poder destruir lo nuestro, en el que yo me metía en mil problemas diferentes y él era mi héroe.

Por todas esas razones he decidido intentar, al menos, perdonarlo.

No puedo creer que haya venido tan ebrio, me preocupa que le pase algo. Miro al techo otros segundos más y me levanto de un brinco, no puedo dejar que se marche así. Salgo corriendo al estacionamiento para llevarlo a casa, como se lo había propuesto.

Cuando llego, no veo su auto por ningún lado y el corazón me empieza a latir fuertemente. No debo ser negativa, sí pudo llegar sano y salvo hasta la residencia, podrá llegar bien a su casa. Entro nuevamente a mi habitación y un minuto después Julia aparece con comida, esa chica se la pasa comiendo todo el jodido día. Le quito la mitad de su hamburguesa, no porque tenga hambre, sino porque estoy nerviosa.

—¿Dejaste que se fuera así? Casi no podía caminar. —Solo aumenta mi paranoia.

—No lo pensé de inmediato y cuando salí ya se había marchado.

—¿Tuvieron sexo salvaje? —pregunta riéndose.

—No, además, ¿no estabas furiosa con él por lo que me hizo hoy?

—Sí, pero me doy cuenta de lo mucho que te importa.

—Le he dicho que lo pensaría. Que pensaría en lo nuestro, en darle una oportunidad. ¿Crees que hice bien?

—Creo que estás muy enamorada de él. Solo hay que verte el rostro cuando lo mencionas o hablas de él.

—Lo estoy, como siempre, ¿para qué negarlo?

Me intento dormir y no quito mi teléfono de mi pecho. Ya ha pasado mucho tiempo y sigo sin noticias de Adam, quiero creer que se ha dormido y por eso olvidó llamarme. Me paso toda la noche durmiendo por minutos y despertándome enseguida.

Por la mañana nada mejora, sigo sin noticias y le he llamado más de diez veces. Cada paso que doy en los pasillos de la universidad me hacen imaginar lo peor. No es posible que le haya pasado algo o ¿sí?

No sirven mucho mis intentos de concentración. El profesor Lewis ha hecho un examen sorpresa, el cual estoy segura he reprobado. Adam no se me sale de la cabeza, le pedí que me dejara ir a mi ritmo no que se desapareciera por completo. Trato de tranquilizarme, quizá ni siquiera se ha despertado, puesto que son las nueve de la mañana, aunque él siempre se despierta temprano.

Si no aparece al medio día le diré a Julia que investigue el número de teléfono de la casa de los White. Ya me he atrevido a llamar a Kat y tampoco responde. No puedo quedarme sin hacer nada, menos cuando no tengo buenos presentimientos.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora