Capítulo 21.

32.6K 2K 660
                                    

Maya.

Evan me suelta asustado por esa voz desconocida, no tanto para mí. El hombre que dice ser mi padre es bastante alto, y ahora entiendo menos de dónde demonios heredé mi pequeña estatura. A pesar de que es la última persona que deseo ver, termino agradeciendo al cielo que apareciera porque Evan se estaba poniendo intenso.

Estoy un poco asustada, antes se había mostrado como un chico tranquilo y de pronto es esta persona que desconozco. Quiero creer que está realmente afectado por haber revivido la ausencia de su padre y su cambio repentino no se debe a otra cosa.

Probablemente jamás pierda esta absurda credibilidad en las personas, que hay algo bueno en ellas, unos podrían llamarme tonta por tener tanta fe en la gente.

Andrew da unos cuantos pasos hacia mí y Evan se disculpa nuevamente y se retira. Me quedo estática unos segundos asimilando lo que acaba de ocurrir. El hombre que sigue siendo un desconocido se acerca aún más y reacciono.

—No se me acerque.

—No voy a hacerte daño, Maya. Eres mi hija.

—¿Cómo tiene el valor de llamarme así? —le reprocho—. ¿Si sabe qué edad tengo? ¿Se da cuenta de que ya no soy una niña? Sigue siendo un desconocido para mí, que diga que es mi padre no le acredita tal título y mientras no me lo compruebe puedo pensar que es un acosador.

—Y precisamente por eso te he buscado todos estos años. Tu madre no me dejaba acercarme a ti, Maya. Por favor escúchame. ¿De verdad necesitas una prueba de ADN? Míranos, como dos gotas de agua.

—No se atreva a hablar mal de mi madre —casi grito.

—Hija...

—¡Qué no me llame hija! —grito con todas mis fuerzas y Andrew me toma de los brazos.

En cuanto lo hace dos tipos que parecen estudiantes se acercan a mí y apartan a Andrew de mi lado. Me siento tan confundida por lo que está pasando que no logro articular palabra. ¿Quiénes son esos tipos?

—¿Se encuentra bien señorita Maya? —me pregunta el tipo de tez morena.

—¿Quiénes son ustedes?

—¿Quiere que la llevemos a casa? —habla ahora el otro tipo que viéndolo bien, no parece estudiante, no tiene edad para eso. El que habló primero me toma de la mano y me suelto bruscamente.

—¿Quiénes son?

—Somos su seguridad, señorita. La estamos cuidando.

—¿Cuidando? —digo sorprendida.

—Trabajamos para los White —me explican y todo cae en su lugar.

Niego con mi cabeza, ¿trabajan para los White? ¿Adam los ha contratado sin decírmelo? Sabe perfectamente que estas cosas no me gustan nada, no necesito guardaespaldas como si fuese la primera dama del país. Solo soy una chica común y corriente que apenas y tiene el dinero suficiente en su bolso para comer algo decente. ¿Por qué me hace esto?

—¿Y cómo pueden comprobarme eso?

—Claro, podemos llamar al señor White.

—¿Ernesto o Adam White?

—Adam.

—Llámenlo —les exijo, a lo mejor y es mentira y estos dos tipos trabajan para Bob, de pronto me siento expuesta y me acerco a papá.

En cuanto Adam responde le arrebato el teléfono de las manos y hablo un tanto molesta.

—¿Sí eres tú?

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora